TODA LA NOSTALGIA QUE NOS VENDE LA NUEVA REUNIÓN DE THE SMASHING PUMPKINS [www.facebook.com/actoresdirectoresguionistas]

El nuevo disco con (casi toda) la formación original ya salió a la venta (aaahhh, la nostalgia de comprar discos), pero aún tenemos muchas dudas al respecto


Érase una vez una banda feliz, dentro de su infinita tristeza. The Smashing Pumpkins surgieron del limo primordial (es decir, la escena gótica de Chicago a finales de los ochenta) con una hipnótica fusión de rock psicodélico, dream pop y heavy tenebroso. El éxito de su segundo disco, Siamese Dream (1993) los catapultó al mainstream, donde ya sabemos que siempre ahí empiezan los problemas. En julio de 1996, casi un año después de la publicación de su 'disco blanco' Mellon Collie And The Infinite Sadness (1995), el teclista Jonathan Melvoin muere, en plena gira, en un hotel de New York de una sobredosis accidental de heroína. El resto de la banda decide despedir a su baterista, Jimmy Chamberlin, tras enterarse de que Melvoin estuvo inyectándose heroína con él durante la última noche de su vida. De un sólo golpe, la formación original de Smashing Pumpkins perdió a dos miembros.

La ruptura de aquel (¿maldito?) verano del 96 estuvo muy lejos de ser definitiva: Chamberlin volvió al grupo en 1999, justo a tiempo para asistir a lo que, esta vez sí, fue percibido como el hundimiento final. Durante las sesiones de grabación de Machina/The Machines Of God (2000), la bajista D'Arcy Wretzky choca, según su versión, contra las tendencias controladoras y perfeccionistas de Billy Corgan, quien no pierde demasiado tiempo en sustituirla por Melissa Auf Der Maur. El disco acaba publicándose casi al mismo tiempo que unas declaraciones derrotistas por parte de Corgan: "Sentimos que hemos llegado al final de nuestro, por así decirlo, camino, tanto emocional como espiritual y musicalmente". Tras una secuela de Machina y una gira de despedida, los Smashing Pumpkins se despiden con un concierto de cuatro horas en Cabaret Metro, el mismo local de Chicago donde debutaron allá por 1988. Lo que ninguno de sus fans podía saber entonces es que había finalizado solamente el primer acto.

Cinco años después de la caída del telón, Corgan vuelve a hacer uno de sus tremendos combos. Por un lado, lanza TheFutureEmbrace, su primer y único disco en solitario; por otro, aprovecha ese mismo día para comprar un anuncio a página completa en el Chicago Tribune. Sólo que, en lugar de promocionar su nuevo trabajo, Corgan le cuenta al mundo su intención de "renovar y revivir" a su vieja banda. No era del todo cierto: en lugar de enterrar el hacha de guerra con Wretzky y retomar el contacto con el guitarrista James Iha, el líder de Smashing Pumpkins ensambla una nueva formación, con Chamberlin y él mismo como únicos miembros fundadores. Esta versión 2.0 debuta en 2007 con un disco, Zeitgeist, compuesto íntegramente por material nuevo. Sin embargo, a la hora de girar, los Smashing Pumpkins se vieron inmersos en una ola de revivals: con Happy Mondays, Rage Against The Machine y The Jesus And Mary Chain haciendo lo mismo que ellos, su (abre comillas) reunión (cierra comillas) ya no era tan especial.

"Esta reunión es una broma", escribió en los foros de Stereogum un fan especialmente disgustado. "Y Corgan es un cretino". El núcleo duro tenía razones para culparlo a él de todo, ya que nunca desaprovechó una ocasión para subrayar que Wretzky e Iha estaban fuera del grupo para siempre. "Los queremos y les deseamos lo mejor", escribió en su blog, "(pero) los Smashing Pumpkins están integrados ahora por quienquiera que esté sobre el escenario en un día concreto, con ganas de tocar esas canciones". Fiel a su palabra, Corgan lanzó un par de discos -Oceania (2012) y Monuments To An Elegy (2014)- sin Chamberlin en la batería, por lo que se podría argumentar que, durante la mayor parte de esta década, los Pumpkins fueron él. Y así llegamos al pasado mes de febrero, momento en que todo volvió a cambiar... otra vez.

Se nota que Corgan quiso empezar este año intentando lo imposible, pero sólo lo ha conseguido a medias: Chamberlin e Iha comparten escenario y estudio de grabación (producidos nada menos que por Rick Rubin) con el pelado por primera vez luego de 18 años, pero lo de D'Arcy Wretzky ha sido imposible. O, más concretamente, ha sido rarísimo y lleno de versiones contradictorias, con Corgan dejando caer que había vuelto a abrir su puerta y ella desmitiéndolo en una entrevista con Spin, donde afirmaba que las negociaciones se rompieron en el momento en que el vocalista empezó a hacerle ofertas cada vez más humillantes. Consciente de que los fans no querían a la cuarta pieza original como cameo de lujo en ciertos conciertos, sino como miembro con pleno derecho y todo, Corgan intentó jugar sucio, filtrando una foto reciente de Wretzky a través de su amigo (y personalidad radiofónica cercana a la alt-right) Mancow Muller. Sobra decir que esta estrategia acabó explotándole en las manos y convirtiéndolo, una vez más, en objeto de la ira de sus propios fans.

Es así entonces que tres cuartas partes de los Pumpkins originales sacaron el viernes 16 de noviembre su primer disco juntos desde Machina. Intitulado Shiny And Oh So Bright, Vol. 1, se presenta como un retorno a las raíces noventeras que, como su título indica, tendrá continuidad a lo largo de los próximos años. Sin embargo, la respuesta del público en sus nuevos espectáculos está siendo algo tibia, con cierto sector de los fans defraudado con las pocas ganas que Corgan le pone a éxitos como 1979, Bullet With Butterfly Wings o Tonight, Tonight. Además, sus versiones en vivo de clásicos de David Bowie y Fleetwood Mac subrayan una sensación bastante incómoda: lo que una vez fue una banda joven, fresca y (pese a tener sus pies asentados en la tradicción) bastante rupturista se ha convertido ahora en un legacy act. Su nuevo disco está ahí, pero todos saben que asistir a un concierto de Smashing Pumpkins en 2018 es invertir en la nostalgia.

No obstante, la imposibilidad de volver a contar con Wretzky impidiendo lograr reunir a los cuatro miembros vivos de la banda original para un renacimiento a toda máquina, también es interesante en sí misma. Al igual que esas nuevas Spice Girls sin Victoria, los nuevos Smashing Pumpkins son un comentario sobre el auténtico precio de volver a casa, o de insuflar nueva vida a una década (los noventa) cuyo fantasma lleva ya casi dos décadas sin dejar en paz a la escena cultural. Fingir que todo sigue igual, cuando es evidente que no, sólo puede llevarnos a callejones sin salida: estos no son los Smashing Pumpkins de Mellon Collie porque, bueno, ¿cómo podrían serlo? Todo ha cambiado, pero nadie está dispuesto a admitirlo. De modo que la maquinaria, aún lucrativa, sigue en marcha. A pesar de toda su rabia, Billy Corgan y los suyos están más cerca que nunca de ser ratas dentro de una jaula.

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