EL HOMBRE QUE CREÓ EL VESTUARIO PARA ANTES DEL SEXO [www.facebook.com/actoresdirectoresguionistas]

La serie del momento analiza el asesinato de Gianni Versace, pero: ¿quién fue este mito de la moda masculina y femenina?


En el último desfile de la línea masculina que Gianni Versace mostró en vida, el de la colección de primavera 1998, Naomi Campbell salió con un vestido malva brillante y una pistola. De fondo sonaban pajaritos y primero disparó al aire; después de frente, hacia el público. Suena entonces música clásica y se va. Aquel espectáculo fue justo eso, un show disfrazado de desfile, un delirio de bailarines, actuaciones, performances y calzoncillos ajustados. Algunos dicen que fue una premonición también, una de esas extrañas coincidencias que la vida nos reserva de vez en cuando. El 15 de julio de 1997 Versace recibió dos disparos en la puerta de su casa de Miami.

Versace tiene dos grandes historias detrás de su mito. Una comenzó precisamente ese día de julio, cuando Andrew Cunanan acabó con su vida sin explicación aparente. La familia del diseñador siempre dijo que no se conocían; los hechos y los testigos afirmaron que, como mínimo, ambos se vieron una vez, siete años atrás, en la sala VIP de una discoteca de San Francisco. Esa parte de su vida, que intentaría explicar el por qué de su triste final, ha sido especialmente analizada por la periodista de Vanity Fair, Maureen Orth, que publicó el conocido libro Vulgar Favors. La segunda temporada de American Crime Story, la razón por la que Gianni ha vuelto a los titulares, se basa precisamente en ese texto. Quizá Cunanan estaba enamorado de alguien cercano a Versace, puede que simplemente estuviera loco (mató antes a otras cuatro personas y acabó suicidándose poco después de acabar con el diseñador). Incluso se ha escrito sobre la posible conexión de ambos en el ambiente de la prostitución masculina de la época. La serie, como ocurrió con el libro, no ha sido aprobada por la familia Versace pero sí intenta explicar las motivaciones vitales de unos y otros.

La historia más interesante, la segunda relacionada con Gianni, ocurrió antes, durante toda su vida dedicada al mundo de la moda. Vamos a otro último desfile, el último de verdad, nueve días antes del asesinato. Fue la colección de Alta Costura y se muestra en el segundo capítulo de la serie, especialmente por la tensión que se vivió en el backstage entre Gianni y su hermana Donatella. Ella creía más en pasarse al heroin-chic de la época, al estilo que John Galliano y Alexander McQueen proponían entonces; Gianni en cambio no quería modelos pálidas y delgadas, quería "mostrar las ganas de vivir mientras siga vivo", como dice su personaje en la serie. "Quiero que parezca que se ríen, que bailan, que hacen el amor". Así había sido siempre su moda.

Porque Versace quedará para la historia como el diseñador del sexo antes del sexo: de la ropa como preludio maravilloso del cuerpo desnudo. Sus prendas eran coloridas, elásticas, sensuales, provocadores, fluidas, perversas, sugerentes. La moda era sinónimo de las ganas de vivir. Por supuesto están también sus excesos formales, las grecas, los ornamentos, el símbolo de la medusa (un recuerdo, contaba, de las construcciones clásicas que vio en su infancia) y el del león, los trajes de colores ligeramente anchos. Pero si algo definió la moda de Versace fue un gancho de izquierdas a la intelectualidad emergente de la época (la moda dura que los japoneses y los belgas comenzaban a imponer en los 90), y otro directo al hígado de esa moda más minimalista y estática que sí parecía fascinar a su hermana.

Gianni Versace comenzó su marca en 1978 cosiendo en contra de una época llena de prejuicios (cuenta su hermana que reconoció su homosexualidad cuando tenía 10 años) y de una moda que todavía pretendía inspirarse en las clases superiores para configurar su elegancia. Él no, él se fijó en las películas, en los cantantes, en lo que la gente de la calle veía y quería. Vestir de Versace no era vestir como un noble sino vestir como Madonna o Elton John, era vestir la era pop misma. Esa mítica escena de la película Showgirls en la que la chica de Saved by the Bell dice que lleva puesto un 'Versés' (pronunciando mal 'versachi'), un vestido con cortes que dejan a la vista pequeños trozos de su piel, lo explica bien: su moda era incluso para los que no conocían su moda. Palacios y casas de striptease a la vez, la moda aspiracional de la clase chusma. Es decir, de la gran mayoría que no quiere ir sofisticada para quedar bien sino llamativa para disfrutarlo.

La Italia barroca (él nació en Calabria), los mitos romanos, la Grecia antigua, los símbolos etruscos… todo se mezcló con el brillo, el color, el plástico, el sexo. Prince hizo canciones que luego distribuyó en uno de sus desfiles en 1995 con el nombre de The Versace Experience. Diana de Gales era amiga y clienta. Lo que intentamos decir es que todo era una mezcla aparentemente imposible entre felicidad lúbrica y lujo que derivó en un imperio de moda, muebles, jeans y tazas de café. En una ocasión él dijo de sí mismo que era un hombre con cuatro caras: la conservadora, la rock, la teatral y la loca. Era capaz de diseñar vestuario para la ópera y al mismo tiempo terminar la noche en un cabaret. Su frase más conocida es aquella donde retaba a Armani: "él viste a las monjas, yo a las prostitutas".

Definió la estética del exceso, esa que nos guste o no sigue siendo mayoritaria, esa de mujeres bronceadas y con curvas y de hombres musculosos. Porque los hombres prefieren vestirse como un futuro rico decadente antes que como un modelo cool y lánguido. Ahí está su legado de moda masculina: las camisas estampadas de seda (llegaron a costar 1.500 dólares de la época); los jeans de colores, los blancos y los azules lavados; las botas de cuero; los trajes de colores y con hasta cuatro botones en la chaqueta; los mitones, las tachuelas y las hebillas; las levitas de cuero. Uno de los primeros anuncios de las boutiques de la marca, en los primeros ochenta, mostraba a un hombre con jersey arty y un pavo real bajo el brazo.

Con su muerte la marca siguió el camino de Donatella (y sus vaivenes, de un estilo a otro hasta encontrar su sitio) pero su legado continúa siendo poderoso e inspirador. Y su legado es el de Versace como rey del buen mal gusto. El creador que entendió que la moda nace primero en el corazón y luego ya pasa a las portadas, las fotos y los análisis. "Quizá algún día me canse del milagro de vivir pero, hasta ese día, la vida es preciada", dijo. ¿Y tenía SIDA y por eso decía eso? No se sabe, pero Versace fue el hombre que nos vendió una vida mejor y más pop, el diseñador del sexo vestido. "Un Versace en el suelo", cantaba Bruno Mars. En el suelo significa exactamente que alguien se lo ha quitado.

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