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El Deus Ex Machina es como una Colt Single Action: si la sabes usar, todo bien, pero si no, te puedes disparar una bala al pie


Al final de la tercera parte de The Lord Of The Rings, Frodo finalmente se deshace del objeto que atormenta su mente desde el inicio de la obra. El viaje ha sido largo. La comida se terminó. Su compañero está demasiado cansado y el final de su vida parece estar cerca. La audiencia padece la muerte de alguien a quien vieron sufrir y sonreír en una travesía de casi nueve horas de duración y está lista para dejarlo ir. Entonces, de la nada, llegan unas águilas gigantes lideradas por su amigo Gandalf, salvando sus vidas y creando uno de los finales más memorables de la historia.

La escena crea tensión, emoción, duda y dicha, pero está escrita con uno de los recursos más baratos de cualquier autor sin creatividad: el Deus Ex Machina.

La traducción literaria de la expresión latina Deus Ex Machina al español es 'Dios desde la máquina'. Se refiere a cuando un escritor encierra a sus personajes en un problema sin solución y necesita un elemento para salvarlos.

Gandalf y las águilas son el ejemplo perfecto aunque J.R. Tolkien aseguró que era necesario y justo crear un final de ese tipo. A pesar de que la audiencia conoce a las aves gigantes, no existe pista de que aparecerán y mucho menos que llegarán en el momento apropiado en que lo necesiten Frodo y Sam.

A lo largo de la cinta y los libros hay momentos similares en los que súbitamente el héroe es salvado de manera milagrosa. El escritor toma el papel de un dios y se permite hacer milagros. Sin embargo, ha sido señalado por grandes mentes de la literatura como un acto de condescendencia para el lector.

El término se originó en la antigua Grecia y alude al momento en que una máquina o grúa hacía que el actor o un objeto entrara al escenario. La técnica se popularizó y el recurso se usó en exceso. Eurípides fue el mayor exponente de la técnica e incluso Shakespeare la utilizó. El primero en usar la frase fue Aristóteles, quien lo criticó ampliamente, asegurando que para que un elemento de ese calibre funcione, tiene que crecer o sugerirse a lo largo de la obra para que la audiencia pueda creerlo por completo y no parezca un último intento súbito.

Uno de los ejemplos más obvios y anodinos es el de la obra de H.G. Wells, The War of the Worlds (que también llegó a su versión cinematográfica más reciente). En el libro, un hombre narra en primera persona la invasión marciana que sufre el planeta Tierra. Durante todo el libro la humanidad está en riesgo. Nada funciona en contra de los atacantes y todo parece perdido. Pero justo al final los alienígenas mueren debido a que no son inmunes a las bacterias de la atmósfera terrestre.

En ningún momento de la obra se sugiere esa posibilidad. A pesar de que el libro es representativo por los temas y las metáforas de la sociedad que hace, el final aún es recordado como de uno de los peores en la historia.

Un caso mucho más razonable -pero no por eso perfecto- es el de Toy Story 3. Los juguetes se encuentran en peligro de morir incinerados, pero súbitamente los pequeños aliens verdes los salvan con "la garra". La escena no parece tan absurda, porque la audiencia conoce la relación de los pequeños con el aparato desde la primer entrega. Fue una apuesta larga y arriesgada, pero funcionó para crear emoción y dar una luz de esperanza.

Este ejemplo podría ser considerado un eucatástrofe, término acuñado por J.R. Tolkien para justificar sus Deus Ex Machina. El autor señalaba que no resulta tan absurdo el recurso cuando se establece un escenario positivo en el que siempre se espera que lo mejor suceda. Por ese motivo, no parece tan obvio en las obras infantiles.

Charlie Kaufman, uno de los mejores guionistas de los últimos años, en su obra Adaptation utilizó el recurso para burlarse de él. El escritor se sitúa como el protagonista y la película se enfoca en sus dificultades para desarrollar la versión cinematográfica de un artículo llamado El Ladrón de Orquídeas. Su fracaso lo orilla a asistir a clases de creación literaria para inspirarse. Su profesor, Robert McKee, le asegura que la narración y los Deus Ex Machina son lo peor que puede utilizar un autor de historias para cine. Lo interesante es que la cinta comienza con el autor narrando su historia y, durante un momento de tensión, hace que un cocodrilo elimine a su antagonista de manera inesperada.

El trabajo es reconocido como uno de los mejores guiones de la historia, no por usar los recursos, sino por mostrar lo bien que pueden encajar cuando la historia lo demanda.

En Donnie Darko se puede ver un uso similar. El Deus Ex Machina aparece como parte de los viajes en el tiempo y es lo que salva la vida del interés amoroso del protagonista. Debido a que no hay otra forma, Donnie se sacrifica. La historia en sí no cobra sentido, pero el Dios la hace funcionar.

Existe una enorme lista de obras que utilizan el recurso como una forma de escapar a una problemática. Usarlo denota falta de calidad en una obra y poca habilidad de hacer crecer un recurso a lo largo de un trabajo para hacer que funcione al final. Es común verlo en trabajos infantiles, pero cuando aparece en dramas o trabajos de ciencia ficción, resulta absurdo y es un insulto directo hacia la audiencia. Aprender a usar otras técnicas literarias o ver buen cine ayudará a evitarlo y optar por mejores técnicas que resulten en historias contundentes que la gente nunca olvidará.

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