¿POR QUÉ WOLVERINE AHORA ES UNA CHICA Y POR QUÉ MARVEL TUVO QUE MATAR A LOGAN? [www.facebook.com/actoresdirectoresguionistas]
Marvel mató hace tres años a su mutante estrella para no promocionar gratis las películas de mutantes de Fox como Logan
En 2014, con 40 años reales encima y unos 120 ficticios, Marvel decidió que ya estaba bien de Logan. Le quitó casi todo el factor curativo -con lo que su propio adamantium lo estaba matando-, le dieron palizas por casi todos los comics del universo, y lo redujo a una mazamorra peluda y sangrante. Para acabar, lo tiró encima un montón de adamantium fundido. Un final digno de un Terminator. Del T-1000 gritando o del pobre Arnie teniendo que sacrificarse. Y ya está: lo convirtió en una estatua de metal indestructible, arrodillada, con las garritas fuera. ¡Muérete, Logan!
De eso hace ya 124 semanas. Y ese odio del comic hacia un pobre canadiense (y samurái y mutante y agente secreto y cyborg y...) de 160 centímetros y casi 140 kilos tiene un culpable de 188 centímetros y unos 95 kilos: Hugh Jackman. O, para ser exactos, las películas en las que Jackman reniega, tiene garras y a veces es amnésico y a veces no.
Porque, mucho antes de que Disney decidiese ahogar en miles de millones a la editorial y sus personajes, a Marvel le iba mal. Las películas de superhéroes no existían como género y la editorial ni siquiera podía soñar con tener su propio estudio. Así que vendía los derechos alegremente. Hasta de un personaje nacido en 1973 con una sola premisa cambió todo: Blade (1998). Dos años después, la primera película de X-Men (2000) demostró que había muchísimo potencial ahí. Estamos hablando de unos 10 años antes de Iron Man, para hacernos la idea.
Tras el desembarco de Disney, la premisa es muy sencilla: todo lo que no se pueda recuperar (como pasó con Daredevil y Elektra, cuyo fracaso en cines terminó devolviendo los derechos a Marvel, y de ahí a la serie de Netflix), o con lo que no puedas llegar a un acuerdo (Spider-Man), va a sufrir en los comics. Los Fantastic Four -aunque no necesitaron el boicot de los comics para hundirse en taquilla- ya no existen como serie, por ejemplo, y eso que fue la primera del Universo Marvel. Los X-Men están al borde de la muerte mientras una niebla recorre las páginas matando mutantes y creando nuevos Inhumanos (cuyos derechos de televisión y cine sí puede explotar Disney). Y Wolverine, el personaje más exitoso de la editorial durante los 80 y los 90 (con el permiso de Peter Parker), es un cadáver calcinado dentro de un sarcófago que es casi una metáfora de su historia.
Semejante odio puede parecerte absurdo pero considera por un momento que en el mundo de los comics, Iron Man, Thor y Captain America nunca fueron número 1. El número más vendido de los Guardians Of The Galaxy en los que se basó James Gunn no llegó a los 40.000 ejemplares. Y, aunque esos tiempos nunca volverán, con Wolverine a la cabeza los X-Men llegaron a vender 8,1 millones de ejemplares de un sólo comic.
Hasta Hugh Jackman (que aceptó cobrar menos por Logan a cambio de que por una vez hubiese sangre en las garras y una calificación para mayores de 18 de años porque hasta Deadpool eso era veneno para los ejecutivos) anda diciendo que no habría dejado el personaje si hubiese existido la posibilidad de interactuar con los Avengers.
Hulk fue el primer tipo que se enfrentó a Logan en 1974, cuando Jackman tenía seis años. Un comic que resume perfectamente lo que era Marvel, aparte de dramas personales: 24 páginas en las que un monstruo mitológico surgido del canibalismo, un asesino con garras vestido de amarillo y un gigante bobo verde se parten la cara a tres bandas, y hasta el mes que viene.
A Len Wein le hizo gracia el personaje que brincaba (¡se movía a saltitos en ese comic!) y tenía garras y se lo llevó a la resurrección de los X-Men de los 70. Pero el guionista que vino después se lo pasó en grande con él: Chris Claremont convirtió los X-Men en una telenovela para adolescentes infinita y estupenda. En la que Logan era misterioso, era adulto, era motociclista y era todo lo que hiciese falta. ¿Coloso le rompía el corazón con una extraterrestre muerta a Kitty Pryde, la protegida de Wolverine? Logan se lo llevaba a un bar para darle la charla de "eres un mierda" (y que el Juggernaut le partiese la cara con el propio bar, de paso).
Entre amnesias, secretos, flashbacks infinitos y demás, Claremont creó con Logan una bola de nieve en la que sugería más de lo que mostraba. ¡Qué quilombo cuando descubrimos que había estado en la Segunda Guerra Mundial! ¡A la shit cuando descubrimos que sabía japonés y era medio samurái!
Y cuando Claremont se fue, tras veintipico de años creando huidas hacia adelante, los guionistas que vinieron después creyeron que había que contestar a todos esos misterios. Si de verdad pensabas que un desastre como el de Lost nunca había sucedido antes, no leíste Marvel en esas décadas. Décadas en las que Wolverine protagonizaba su propia serie, salía en varias de mutantes, era personaje invitado en todas partes, lo hicieron Avenger (¡y a Spider-Man! ¡Y a todo el mundo!) y tenías que leer cada siete viñetas "soy el mejor en lo que hago, pero lo que hago no es agradable".
No, Wolverine, estás mejor muerto. En los comics te han sustituido dos personajes: la que lleva el nombre y el traje de Wolverine ahora es la niña de la pelicula Logan. Laura Kinney, X-23, clon femenino de Logan nacida en los dibujos animados y excelente sustituta del abuelo con garras. Y lo de abuelo es literal: Logan es lo que sale cuando sumas Marvel + Mad Max + Clint Eastwood hablándole a una silla. Un divertimento en el que Hulk tiene hijos palurdos, hay dinosaurios poseídos por alienígenas y un nazi se ha quedado con la Casa Blanca. OK, eso ahora es una serie en la que el protagonista llega a nuestro presente desde ese futuro y no entiende nada.
El pisapapeles metálico más caro del Universo Marvel, un abuelo melancólico con garras y una muchacha que merece mucho la pena leer pero que cada vez que se pone el traje escucha insultos salidos de sótanos sólo porque es mujer y sobre cómo va a ser una mujer Wolverine, etcétera. Menudo legado, Logan.
En 2014, con 40 años reales encima y unos 120 ficticios, Marvel decidió que ya estaba bien de Logan. Le quitó casi todo el factor curativo -con lo que su propio adamantium lo estaba matando-, le dieron palizas por casi todos los comics del universo, y lo redujo a una mazamorra peluda y sangrante. Para acabar, lo tiró encima un montón de adamantium fundido. Un final digno de un Terminator. Del T-1000 gritando o del pobre Arnie teniendo que sacrificarse. Y ya está: lo convirtió en una estatua de metal indestructible, arrodillada, con las garritas fuera. ¡Muérete, Logan!
De eso hace ya 124 semanas. Y ese odio del comic hacia un pobre canadiense (y samurái y mutante y agente secreto y cyborg y...) de 160 centímetros y casi 140 kilos tiene un culpable de 188 centímetros y unos 95 kilos: Hugh Jackman. O, para ser exactos, las películas en las que Jackman reniega, tiene garras y a veces es amnésico y a veces no.
Porque, mucho antes de que Disney decidiese ahogar en miles de millones a la editorial y sus personajes, a Marvel le iba mal. Las películas de superhéroes no existían como género y la editorial ni siquiera podía soñar con tener su propio estudio. Así que vendía los derechos alegremente. Hasta de un personaje nacido en 1973 con una sola premisa cambió todo: Blade (1998). Dos años después, la primera película de X-Men (2000) demostró que había muchísimo potencial ahí. Estamos hablando de unos 10 años antes de Iron Man, para hacernos la idea.
Tras el desembarco de Disney, la premisa es muy sencilla: todo lo que no se pueda recuperar (como pasó con Daredevil y Elektra, cuyo fracaso en cines terminó devolviendo los derechos a Marvel, y de ahí a la serie de Netflix), o con lo que no puedas llegar a un acuerdo (Spider-Man), va a sufrir en los comics. Los Fantastic Four -aunque no necesitaron el boicot de los comics para hundirse en taquilla- ya no existen como serie, por ejemplo, y eso que fue la primera del Universo Marvel. Los X-Men están al borde de la muerte mientras una niebla recorre las páginas matando mutantes y creando nuevos Inhumanos (cuyos derechos de televisión y cine sí puede explotar Disney). Y Wolverine, el personaje más exitoso de la editorial durante los 80 y los 90 (con el permiso de Peter Parker), es un cadáver calcinado dentro de un sarcófago que es casi una metáfora de su historia.
Semejante odio puede parecerte absurdo pero considera por un momento que en el mundo de los comics, Iron Man, Thor y Captain America nunca fueron número 1. El número más vendido de los Guardians Of The Galaxy en los que se basó James Gunn no llegó a los 40.000 ejemplares. Y, aunque esos tiempos nunca volverán, con Wolverine a la cabeza los X-Men llegaron a vender 8,1 millones de ejemplares de un sólo comic.
Hasta Hugh Jackman (que aceptó cobrar menos por Logan a cambio de que por una vez hubiese sangre en las garras y una calificación para mayores de 18 de años porque hasta Deadpool eso era veneno para los ejecutivos) anda diciendo que no habría dejado el personaje si hubiese existido la posibilidad de interactuar con los Avengers.
Hulk fue el primer tipo que se enfrentó a Logan en 1974, cuando Jackman tenía seis años. Un comic que resume perfectamente lo que era Marvel, aparte de dramas personales: 24 páginas en las que un monstruo mitológico surgido del canibalismo, un asesino con garras vestido de amarillo y un gigante bobo verde se parten la cara a tres bandas, y hasta el mes que viene.
A Len Wein le hizo gracia el personaje que brincaba (¡se movía a saltitos en ese comic!) y tenía garras y se lo llevó a la resurrección de los X-Men de los 70. Pero el guionista que vino después se lo pasó en grande con él: Chris Claremont convirtió los X-Men en una telenovela para adolescentes infinita y estupenda. En la que Logan era misterioso, era adulto, era motociclista y era todo lo que hiciese falta. ¿Coloso le rompía el corazón con una extraterrestre muerta a Kitty Pryde, la protegida de Wolverine? Logan se lo llevaba a un bar para darle la charla de "eres un mierda" (y que el Juggernaut le partiese la cara con el propio bar, de paso).
Entre amnesias, secretos, flashbacks infinitos y demás, Claremont creó con Logan una bola de nieve en la que sugería más de lo que mostraba. ¡Qué quilombo cuando descubrimos que había estado en la Segunda Guerra Mundial! ¡A la shit cuando descubrimos que sabía japonés y era medio samurái!
Y cuando Claremont se fue, tras veintipico de años creando huidas hacia adelante, los guionistas que vinieron después creyeron que había que contestar a todos esos misterios. Si de verdad pensabas que un desastre como el de Lost nunca había sucedido antes, no leíste Marvel en esas décadas. Décadas en las que Wolverine protagonizaba su propia serie, salía en varias de mutantes, era personaje invitado en todas partes, lo hicieron Avenger (¡y a Spider-Man! ¡Y a todo el mundo!) y tenías que leer cada siete viñetas "soy el mejor en lo que hago, pero lo que hago no es agradable".
No, Wolverine, estás mejor muerto. En los comics te han sustituido dos personajes: la que lleva el nombre y el traje de Wolverine ahora es la niña de la pelicula Logan. Laura Kinney, X-23, clon femenino de Logan nacida en los dibujos animados y excelente sustituta del abuelo con garras. Y lo de abuelo es literal: Logan es lo que sale cuando sumas Marvel + Mad Max + Clint Eastwood hablándole a una silla. Un divertimento en el que Hulk tiene hijos palurdos, hay dinosaurios poseídos por alienígenas y un nazi se ha quedado con la Casa Blanca. OK, eso ahora es una serie en la que el protagonista llega a nuestro presente desde ese futuro y no entiende nada.
El pisapapeles metálico más caro del Universo Marvel, un abuelo melancólico con garras y una muchacha que merece mucho la pena leer pero que cada vez que se pone el traje escucha insultos salidos de sótanos sólo porque es mujer y sobre cómo va a ser una mujer Wolverine, etcétera. Menudo legado, Logan.
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