¿AXL ROSE ES WOKE? HOY MARCHAS EN LA CALLE PERO TU ÍDOLO DE LA ADOLESCENCIA ERA UN MEGALÓMANO MACHISTA [www.facebook.com/actoresdirectoresguionistas]
Tú y Trump se comparaban con él en los noventas y hoy el vocalista de la que fuera la banda más peligrosa del planeta es la peor pesadilla del presidente
En 1992 los Guns N' Roses eran el grupo de rock más importante del planeta. Entonces, el único recinto donde los autores de Use Your Illusion y su secuela podían empezar su gira internacional era el Madison Square Garden. Doug Goldstein, el manager de la banda en esa época, recibió la visita de Donald Trump justo antes de uno de los tres conciertos que la banda californiana dio allí. El millonario neoyorquino quería, tal como Goldstein explicó en el podcast Talking Metal, "conocer al Donald Trump del rock and roll". Era lógico pensar que al resto de los Guns les daba más o menos igual: él sólo quería hablar con Axl Rose, a quien consideraba una suerte de alma gemela. The Donald se explicó a sí mismo: "Sabes, Doug, cuando eres un perdedor, todo el mundo te aúpa hasta lo más alto. La prensa, tus fans... Y cuando estás en lo más alto, vuelven a arrastrar tu culo al suelo. Eso es lo que es Axl Rose".
Goldstein los presentó tras el concierto, pero no tiene ni idea de qué se habló en ese camerino. Si somos honestos, Rose y Trump tenían muchas cosas en común a principios de los noventa: megalómanos, iconoclastas, tan obscenamente populares como despreciados por las masas; dos freaks del control que consiguieron arrasar con la competencia en sus respectivos campos. Dos iconos pop que entendían su propia existencia como un espectáculo agresivo y arrogante, ya fuese a través de sus canciones o de las anécdotas íntimas filtradas, interesadamente, a la prensa. No obstante, Axl Rose hizo algo en 1992 que Donald Trump ni siquiera fue capaz de conseguir en 2016: desacreditar a David Duke, líder del Ku Klux Klan.
"Nos han dicho que somos el grupo perfecto para la América de David Duke", confesó en una entrevista para la revista Rolling Stone. "Que se joda David Duke, no quiero que me asocien con eso". Una y otra vez, durante la campaña electoral y los primeros meses de su presidencia, Duke ha alabado explícitamente a Trump. Y, una y otra vez, Trump no se ha pronunciado en absoluto, prefiriendo en su lugar lanzarle algún que otro capote velado, no vaya a ser que pierda a un sector demográfico increíblemente importante para él: los racistas.
Canciones como One In A Million, tan amada ahora como lo era a finales de los ochenta, demuestran que Axl Rose no estuvo libre de pecado, pero eso no quiere decir que las ideas de un hombre estén condenadas a mantenerse inalteradas. Si su cuenta de Twitter es prueba de algo es de que el líder de Guns N' Roses ya no es más aquel muchacho que parecía que podía hacerle frente a un dragón cuando subía al escenario. Ahora lo que hay es un viejo pálido del cual se intuye que ha tenido tiempo suficiente para pensarse más las cosas y ver la llegada de su legado cada vez más cerca.
Para empezar, el músico se ha convertido en una de las peores pesadillas de aquel millonario mediático que una vez pidió audiencia en su camerino. Sus tuits contra la administración Trump son una de las únicas certezas que tenemos cuando entramos en esa red social, lo que convierte a Rose en una de las celebridades más orgullosas de formar parte de aquello que los americanos llaman La Resistencia. Podríamos argumentar que despotricar tanto en contra del presidente le está haciendo perder fans (algo que estrellas como Taylor Swift parecen tener muy claro), pero lo único que hay que hacer es ver las fotos de sus últimos conciertos. Los Guns N' Roses pueden permitirse espantar a unos cuantos cientos de fans en Estados Unidos pero los tipos igual van a seguir llenando estadios por todo el planeta.
Da la sensación de que al Rose de la actualidad le importa una mierda el qué dirán como al Rose de los noventa, razón por la que sus mensajes felicitando el Día Internacional de la Mujer parecen sinceros. El tipo no intenta agradar a nadie, sino que hace lo que le da la gana (de hecho, su foto de perfil es la mejor prueba de que esta cuenta de Twitter no está manejada por ningún agente de prensa o community manager).
Según Vogue, estamos viviendo una nueva fase en su personalidad pública: Axl Rose ya no es el tipo que escribía canciones racistas y homófobas tras mudarse a Los Angeles, sino alguien que piensa más en los problemas de su entorno. O, en otras palabras, Axl Rose es woke.
Sería interesante saber, después de todos estos años, qué piensa Trump de él. ¿Seguirá vendiendo el discurso de los perdedores que son colocados y luego derribados de un pedestal? ¿Seguirá viéndose reflejado en el hombre de los jeans rotos y la bandana? Lo más probable es que ambos se deban a sí mismos otra charla en un camerino. Una que, esta vez sí, mataríamos por contemplar.
En 1992 los Guns N' Roses eran el grupo de rock más importante del planeta. Entonces, el único recinto donde los autores de Use Your Illusion y su secuela podían empezar su gira internacional era el Madison Square Garden. Doug Goldstein, el manager de la banda en esa época, recibió la visita de Donald Trump justo antes de uno de los tres conciertos que la banda californiana dio allí. El millonario neoyorquino quería, tal como Goldstein explicó en el podcast Talking Metal, "conocer al Donald Trump del rock and roll". Era lógico pensar que al resto de los Guns les daba más o menos igual: él sólo quería hablar con Axl Rose, a quien consideraba una suerte de alma gemela. The Donald se explicó a sí mismo: "Sabes, Doug, cuando eres un perdedor, todo el mundo te aúpa hasta lo más alto. La prensa, tus fans... Y cuando estás en lo más alto, vuelven a arrastrar tu culo al suelo. Eso es lo que es Axl Rose".
Goldstein los presentó tras el concierto, pero no tiene ni idea de qué se habló en ese camerino. Si somos honestos, Rose y Trump tenían muchas cosas en común a principios de los noventa: megalómanos, iconoclastas, tan obscenamente populares como despreciados por las masas; dos freaks del control que consiguieron arrasar con la competencia en sus respectivos campos. Dos iconos pop que entendían su propia existencia como un espectáculo agresivo y arrogante, ya fuese a través de sus canciones o de las anécdotas íntimas filtradas, interesadamente, a la prensa. No obstante, Axl Rose hizo algo en 1992 que Donald Trump ni siquiera fue capaz de conseguir en 2016: desacreditar a David Duke, líder del Ku Klux Klan.
"Nos han dicho que somos el grupo perfecto para la América de David Duke", confesó en una entrevista para la revista Rolling Stone. "Que se joda David Duke, no quiero que me asocien con eso". Una y otra vez, durante la campaña electoral y los primeros meses de su presidencia, Duke ha alabado explícitamente a Trump. Y, una y otra vez, Trump no se ha pronunciado en absoluto, prefiriendo en su lugar lanzarle algún que otro capote velado, no vaya a ser que pierda a un sector demográfico increíblemente importante para él: los racistas.
Canciones como One In A Million, tan amada ahora como lo era a finales de los ochenta, demuestran que Axl Rose no estuvo libre de pecado, pero eso no quiere decir que las ideas de un hombre estén condenadas a mantenerse inalteradas. Si su cuenta de Twitter es prueba de algo es de que el líder de Guns N' Roses ya no es más aquel muchacho que parecía que podía hacerle frente a un dragón cuando subía al escenario. Ahora lo que hay es un viejo pálido del cual se intuye que ha tenido tiempo suficiente para pensarse más las cosas y ver la llegada de su legado cada vez más cerca.
Para empezar, el músico se ha convertido en una de las peores pesadillas de aquel millonario mediático que una vez pidió audiencia en su camerino. Sus tuits contra la administración Trump son una de las únicas certezas que tenemos cuando entramos en esa red social, lo que convierte a Rose en una de las celebridades más orgullosas de formar parte de aquello que los americanos llaman La Resistencia. Podríamos argumentar que despotricar tanto en contra del presidente le está haciendo perder fans (algo que estrellas como Taylor Swift parecen tener muy claro), pero lo único que hay que hacer es ver las fotos de sus últimos conciertos. Los Guns N' Roses pueden permitirse espantar a unos cuantos cientos de fans en Estados Unidos pero los tipos igual van a seguir llenando estadios por todo el planeta.
Da la sensación de que al Rose de la actualidad le importa una mierda el qué dirán como al Rose de los noventa, razón por la que sus mensajes felicitando el Día Internacional de la Mujer parecen sinceros. El tipo no intenta agradar a nadie, sino que hace lo que le da la gana (de hecho, su foto de perfil es la mejor prueba de que esta cuenta de Twitter no está manejada por ningún agente de prensa o community manager).
Según Vogue, estamos viviendo una nueva fase en su personalidad pública: Axl Rose ya no es el tipo que escribía canciones racistas y homófobas tras mudarse a Los Angeles, sino alguien que piensa más en los problemas de su entorno. O, en otras palabras, Axl Rose es woke.
Sería interesante saber, después de todos estos años, qué piensa Trump de él. ¿Seguirá vendiendo el discurso de los perdedores que son colocados y luego derribados de un pedestal? ¿Seguirá viéndose reflejado en el hombre de los jeans rotos y la bandana? Lo más probable es que ambos se deban a sí mismos otra charla en un camerino. Una que, esta vez sí, mataríamos por contemplar.
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