EL DOCUMENTAL DE GUARDIOLA EN AMAZON NO SE TRATA DE FÚTBOL: ESTO ES LA VIDA [www.facebook.com/actoresdirectoresguionistas]
Más cerca del speaker motivacional que del entrenador estratega, el protagonista de esta extraña serie de no-ficción podría estar dando un seminario en la sede de cualquier megacorporación... pero prefiere las batallas en el campo
El Gran Hombre da vueltas en círculo por un vestuario que se parece demasiado a la guarida de un villano de Batman, la serie de televisión de Adam West. Le cuesta encontrar las palabras. Sus jugadores, transfigurados, no dejan de mirarlo en silencio ceremonial. Carraspea. Se lo piensa. Da otra vuelta sobre sí mismo. Por fin: "Sé que es difícil, chicos. Lo sé, porque sé que quieren ganar. Sé que quieren ganar. Pero tienen que aprender a jugar al fútbol con coraje. Lo mejor de nuestra temporada es que, estuviéramos donde estuviésemos, jugábamos con carácter y coraje. ¿Para qué? Para llegar a una final. Porque, a fin de cuentas, ¡hay que jugar la final si quieres jugar en la Liga de Campeones, chicos! Y hay que demostrar quiénes somos. ¡Ese es el examen que tienen que hacer!".
Puede que las palabras no parezcan gran cosa cuando las lees, pero tendrías que ver cómo las pronuncia: gesticula, salta, da palmadas y realmente explora todo el espacio de la habitación. La escena de apertura de All or Nothing: Manchester City, disponible en Amazon Prime Video, contiene lo que podríamos definir como la esencia del guardiolismo, que consiste en enfrentarse a los desafíos de una temporada futbolística como una mezcla de gurú, CEO y speaker motivacional. Podría parecer que su referencia casual (en modo cien por cien humblebragging) a su temporada de oro en el F.C. Barcelona es lo más importante dentro de este discurso pronunciado durante el tiempo de descanso de un partido que no estaba saliendo especialmente bien, pero no lo es. Lo más importante es la facilidad con la que podríamos aplicarlo al mundo de los negocios, el mindfulness o incluso a nuestra vida sentimental.
Ey, por supuesto que todos queremos ganar. Eso es algo que Pep, en el fondo de su corazón, sencillamente sabe. Ni media duda al respecto, pero... ¿significa eso que le estemos poniendo coraje? ¿Acaso estoy planteándome este ascenso que sé que merezco con el carácter suficiente? ¿De verdad estoy haciendo todo lo posible para llegar hasta la final con esa persona que me gusta? Porque todos tenemos que demostrar quiénes somos. Todos tenemos un examen al final del camino, ya sea en forma de balance de resultados o autocuidados o de paz interior. Y todos queremos ganar.
Si alguien programase a un cyborg con comandos extraídos de tazas de Mr. Wonderful y lo pusiese a entrenar a un equipo en la Premier, el resultado sería All or Nothing: Manchester City.
La voz en off de Sir Ben Kingsley, quizá el ejemplo supremo de narrador que no está para aguantar pulgas, nos pone en situación inmediatamente: "Pep Guardiola sabe cómo ganar. Como jugador y como entrenador, Guardiola ha alcanzado la cima del fútbol muchas veces". (Estas palabras se ilustran con imágenes de nuestro hombre repasando en solitario el esquema de su pizarra). "Emplea un estilo de ataque basado en la velocidad y la precisión. Pero esto es la Premier League. La cuestión era si el juego bonito de Guardiola tendría éxito aquí". (Estas palabras se ilustran con jugadores de la liga inglesa destruyendo las tibias del rival en el terreno de juego).
En varias ocasiones, la crudeza a la que se refería Kingsley se filtra dentro del juego bonito, como aquella ocasión en la que les suelta: "Si quieres ganar, tienes que marcar los fucking goles". O puede que esto tenga que ver con su discurso, repetido hasta la saciedad, de que él es el único que les va a cantar realmente las verdades a sus jugadores. No la prensa, ni los fans, ni sus familias: Pep Guardiola, un tipo al que realmente no le importa decirte que marcar putos goles es la única manera de ganar un partido de fútbol. Te lo suelta a la cara y se queda tan ancho.
Sin embargo, los momentos de poesía motivacional se imponen sobre los puntuales ataques de furia (especialmente dirigidos hacia los árbitros, a quienes Guardiola parece considerar su penitencia por algo que hizo mal en otra vida). Al fin y al cabo, estamos hablando del tipo que convirtió Viva la Vida, de Coldplay, en el himno oficial de su etapa en el Barça. No era simplemente que obligase a sus jugadores a analizar esa canción en el vestuario, sino que también salpicaba sus escuchas con (y esto es cien por cien real) frases de la película Gladiator. Estos dos elementos dispares se unieron en uno sólo para generar el Big Bang de una raza especialmente evolucionada de coach: Guardiola como entrepreneur emocional, capaz de convertir el deporte en una simple cuestión de sentimientos a flor de piel. El resultado se parece muchísimo a aquella ocasión en la que David Brent tuvo que dar una charla inspiradora, pero a él le funciona. Puedes apostar tu vida a que a él le funciona.
Otro de los secretos para el éxito que aprendes con esta serie documental es que, para Guardiola, todo el rato es a vida o muerte. Cada partido que juegan es el partido de sus fucking vidas, su última oportunidad, el final de la fucking línea, el ahora o nunca, la batalla definitiva por su supervivencia deportiva. "Es la hora de los verdaderos hombres, los verdaderos futbolistas", les dice en una ocasión, pero el resto de los episodios demuestran que esa hora es, en realidad, todas las horas. Desde que ves All or Nothing no puedes ni freír un huevo frito sin planteártelo como el desafío existencial al que has conducido toda tu vida. Si este huevo frito no sale bien, es el fin. Se trata del huevo frito donde tienes que demostrar si eres un hombre o un roedor.
Mi parte favorita son las confesiones a cámara del Gran Hombre, cuando no se encuentra rodeado de jugadores a los que enseñar valiosas lecciones sobre la vida y, por tanto, te las enseña directamente a ti, el espectador. Por ejemplo: "Voy a decir una cosa que es la mayor verdad: yo no tengo todas las respuestas. Muchas veces, si no sé algo, finjo que sí lo sé ante los jugadores. Hago que crean que sé las respuestas para que jueguen más confiados. Y, a veces, te preguntan cosas sobre la vida y te toca asumir el papel de padre, hermano o hijo. Intento darles los consejos que me gustaría que me dieran a mí".
No es el único momento en que Guardiola se ve obligado a insistir que él es una persona normal, con sus dudas y sus defectos, tal como el resto de personas normales hacemos varias veces al día. Cuando los documentalistas piden a cada miembro del equipo que lo describa, lo habitual es que se produzca un silencio, acompañado de una mirada de las mil yardas y rematado por lo que parece la primera palabra que se les cruza por la cabeza. En el caso de Kevin De Bruyne, esa palabra es "detalle". No sabemos si se refiere a la meticulosidad con la que insulta a árbitros y jueces de línea o a esa escena en la que empieza a mover sus imanes por la pizarra táctica para explicarle a sus chicos qué están haciendo mal a la hora de romper la defensa del Liverpool. Contemplar sus caras mientras Guardiola desliza dos milímetros cada imán para explicarles la diferencia entre lo que les había pedido y lo que están haciendo es entender por completo esa referencia al detalle.
En ocasiones, All or Nothing puede parecer un auténtico ensayo sobre una mente ensimismada con serias dificultades para hacerse comprender por el mundo que la rodea. Nunca nos queda claro si sus jugadores son capaces de aplicar las intrincadas metáforas que les grita en el vestuario o si, bueno, sencillamente necesitarían a un entrenador un poco más ortodoxo. Uno que, quizá, no convirtiese a todo el equipo en una metonimia de sí mismo, localizando el origen de las dificultades del City en el hecho de que es un equipo con cierto grado de matonería y arrogancia. Con todo, considera esta temporada de All or Nothing un regalo de Amazon a la humanidad y no la cambies por nada. Llegarás a reconocer que te cambiará por completo y, para ello, acaba leyendo esta frase de Guardiola (no olvides leerla escuchando los primeros acordes de Viva la Vida): "Esto que estamos viviendo ahora no lo vamos a vivir nunca más en nuestras vidas. Es imposible. Mi consejo: no lo pierdas".
El Gran Hombre da vueltas en círculo por un vestuario que se parece demasiado a la guarida de un villano de Batman, la serie de televisión de Adam West. Le cuesta encontrar las palabras. Sus jugadores, transfigurados, no dejan de mirarlo en silencio ceremonial. Carraspea. Se lo piensa. Da otra vuelta sobre sí mismo. Por fin: "Sé que es difícil, chicos. Lo sé, porque sé que quieren ganar. Sé que quieren ganar. Pero tienen que aprender a jugar al fútbol con coraje. Lo mejor de nuestra temporada es que, estuviéramos donde estuviésemos, jugábamos con carácter y coraje. ¿Para qué? Para llegar a una final. Porque, a fin de cuentas, ¡hay que jugar la final si quieres jugar en la Liga de Campeones, chicos! Y hay que demostrar quiénes somos. ¡Ese es el examen que tienen que hacer!".
Puede que las palabras no parezcan gran cosa cuando las lees, pero tendrías que ver cómo las pronuncia: gesticula, salta, da palmadas y realmente explora todo el espacio de la habitación. La escena de apertura de All or Nothing: Manchester City, disponible en Amazon Prime Video, contiene lo que podríamos definir como la esencia del guardiolismo, que consiste en enfrentarse a los desafíos de una temporada futbolística como una mezcla de gurú, CEO y speaker motivacional. Podría parecer que su referencia casual (en modo cien por cien humblebragging) a su temporada de oro en el F.C. Barcelona es lo más importante dentro de este discurso pronunciado durante el tiempo de descanso de un partido que no estaba saliendo especialmente bien, pero no lo es. Lo más importante es la facilidad con la que podríamos aplicarlo al mundo de los negocios, el mindfulness o incluso a nuestra vida sentimental.
Ey, por supuesto que todos queremos ganar. Eso es algo que Pep, en el fondo de su corazón, sencillamente sabe. Ni media duda al respecto, pero... ¿significa eso que le estemos poniendo coraje? ¿Acaso estoy planteándome este ascenso que sé que merezco con el carácter suficiente? ¿De verdad estoy haciendo todo lo posible para llegar hasta la final con esa persona que me gusta? Porque todos tenemos que demostrar quiénes somos. Todos tenemos un examen al final del camino, ya sea en forma de balance de resultados o autocuidados o de paz interior. Y todos queremos ganar.
Si alguien programase a un cyborg con comandos extraídos de tazas de Mr. Wonderful y lo pusiese a entrenar a un equipo en la Premier, el resultado sería All or Nothing: Manchester City.
La voz en off de Sir Ben Kingsley, quizá el ejemplo supremo de narrador que no está para aguantar pulgas, nos pone en situación inmediatamente: "Pep Guardiola sabe cómo ganar. Como jugador y como entrenador, Guardiola ha alcanzado la cima del fútbol muchas veces". (Estas palabras se ilustran con imágenes de nuestro hombre repasando en solitario el esquema de su pizarra). "Emplea un estilo de ataque basado en la velocidad y la precisión. Pero esto es la Premier League. La cuestión era si el juego bonito de Guardiola tendría éxito aquí". (Estas palabras se ilustran con jugadores de la liga inglesa destruyendo las tibias del rival en el terreno de juego).
En varias ocasiones, la crudeza a la que se refería Kingsley se filtra dentro del juego bonito, como aquella ocasión en la que les suelta: "Si quieres ganar, tienes que marcar los fucking goles". O puede que esto tenga que ver con su discurso, repetido hasta la saciedad, de que él es el único que les va a cantar realmente las verdades a sus jugadores. No la prensa, ni los fans, ni sus familias: Pep Guardiola, un tipo al que realmente no le importa decirte que marcar putos goles es la única manera de ganar un partido de fútbol. Te lo suelta a la cara y se queda tan ancho.
Sin embargo, los momentos de poesía motivacional se imponen sobre los puntuales ataques de furia (especialmente dirigidos hacia los árbitros, a quienes Guardiola parece considerar su penitencia por algo que hizo mal en otra vida). Al fin y al cabo, estamos hablando del tipo que convirtió Viva la Vida, de Coldplay, en el himno oficial de su etapa en el Barça. No era simplemente que obligase a sus jugadores a analizar esa canción en el vestuario, sino que también salpicaba sus escuchas con (y esto es cien por cien real) frases de la película Gladiator. Estos dos elementos dispares se unieron en uno sólo para generar el Big Bang de una raza especialmente evolucionada de coach: Guardiola como entrepreneur emocional, capaz de convertir el deporte en una simple cuestión de sentimientos a flor de piel. El resultado se parece muchísimo a aquella ocasión en la que David Brent tuvo que dar una charla inspiradora, pero a él le funciona. Puedes apostar tu vida a que a él le funciona.
Otro de los secretos para el éxito que aprendes con esta serie documental es que, para Guardiola, todo el rato es a vida o muerte. Cada partido que juegan es el partido de sus fucking vidas, su última oportunidad, el final de la fucking línea, el ahora o nunca, la batalla definitiva por su supervivencia deportiva. "Es la hora de los verdaderos hombres, los verdaderos futbolistas", les dice en una ocasión, pero el resto de los episodios demuestran que esa hora es, en realidad, todas las horas. Desde que ves All or Nothing no puedes ni freír un huevo frito sin planteártelo como el desafío existencial al que has conducido toda tu vida. Si este huevo frito no sale bien, es el fin. Se trata del huevo frito donde tienes que demostrar si eres un hombre o un roedor.
Mi parte favorita son las confesiones a cámara del Gran Hombre, cuando no se encuentra rodeado de jugadores a los que enseñar valiosas lecciones sobre la vida y, por tanto, te las enseña directamente a ti, el espectador. Por ejemplo: "Voy a decir una cosa que es la mayor verdad: yo no tengo todas las respuestas. Muchas veces, si no sé algo, finjo que sí lo sé ante los jugadores. Hago que crean que sé las respuestas para que jueguen más confiados. Y, a veces, te preguntan cosas sobre la vida y te toca asumir el papel de padre, hermano o hijo. Intento darles los consejos que me gustaría que me dieran a mí".
No es el único momento en que Guardiola se ve obligado a insistir que él es una persona normal, con sus dudas y sus defectos, tal como el resto de personas normales hacemos varias veces al día. Cuando los documentalistas piden a cada miembro del equipo que lo describa, lo habitual es que se produzca un silencio, acompañado de una mirada de las mil yardas y rematado por lo que parece la primera palabra que se les cruza por la cabeza. En el caso de Kevin De Bruyne, esa palabra es "detalle". No sabemos si se refiere a la meticulosidad con la que insulta a árbitros y jueces de línea o a esa escena en la que empieza a mover sus imanes por la pizarra táctica para explicarle a sus chicos qué están haciendo mal a la hora de romper la defensa del Liverpool. Contemplar sus caras mientras Guardiola desliza dos milímetros cada imán para explicarles la diferencia entre lo que les había pedido y lo que están haciendo es entender por completo esa referencia al detalle.
En ocasiones, All or Nothing puede parecer un auténtico ensayo sobre una mente ensimismada con serias dificultades para hacerse comprender por el mundo que la rodea. Nunca nos queda claro si sus jugadores son capaces de aplicar las intrincadas metáforas que les grita en el vestuario o si, bueno, sencillamente necesitarían a un entrenador un poco más ortodoxo. Uno que, quizá, no convirtiese a todo el equipo en una metonimia de sí mismo, localizando el origen de las dificultades del City en el hecho de que es un equipo con cierto grado de matonería y arrogancia. Con todo, considera esta temporada de All or Nothing un regalo de Amazon a la humanidad y no la cambies por nada. Llegarás a reconocer que te cambiará por completo y, para ello, acaba leyendo esta frase de Guardiola (no olvides leerla escuchando los primeros acordes de Viva la Vida): "Esto que estamos viviendo ahora no lo vamos a vivir nunca más en nuestras vidas. Es imposible. Mi consejo: no lo pierdas".
Comentarios
Publicar un comentario