ANTONY PRICE: DEDIQUÉMOSLE UN MOMENTO AL TIPO QUE LE HACÍA LOS TRAJES A BRYAN FERRY Y DAVID BOWIE [www.facebook.com/actoresdirectoresguionistas]

Su imagen más icónica fue la que creó para Ferry en los setenta y que luego se convirtió en imagen de marca de la década siguiente


Suena Bryan Ferry y por el cuerpo te sube poder. Poder sexy. Es inevitable contonear el empeine un poco, mover la cabeza de un lado a otro. Y tal vez decir "OK, quiero ponerme un traje". El traje cuenta. La historia de Roxy Music y Bryan Ferry va estrechamente ligada al vestuario. En sus inicios cercanos al glam rock, en su etapa experimental, en la fase de pop sofisticado. También en los excesos. Y el principal culpable de configurar ese imaginario de moda fue el diseñador Antony Price (Keighley, 1945), una figura de culto no siempre reivindicada. El hombre que diseñó el traje del rock and roll y definió la estética masculina de los años 80 en los años 70. Un tipo especial.

"A las mujeres les encantan los hombres en traje. El traje dice: éxito, éxito, éxito", defendió el diseñador en el documental Perfect Suit, realizado por la BBC. Hay un ejemplo muy significativo. En una actuación televisiva, Ferry aparece con un traje blanco y una corbata por la que hubiera babeado Jimmy Santi; lleva un perfilado bigote y canta su versión de Let's Stick Together. Mucho volumen en los hombros, el cuerpo ligeramente arqueado, unos pasitos de baile extraños… y de repente aparece en escena Jerry Hall, vestida de animal (literalmente, con cola de tigre incluída) para restregarse en su brazo. Parecía un nerd, pero Ferry se quedó con ella. Tenía razón el viejo Price.

Revisando actuaciones de los primeros Roxy Music hay un montón de casos de golpes de efecto. También en las portadas de sus discos, porque Price vistió a las chicas que las protagonizaron -Kari Ann Muller en plan pin-up; Amanda Lear con falda lápiz y sombrero; Jerry Hall de sirena…-, pero especialmente en la percha de Ferry. Su actuación en el programa The Old Grey Whistle Test, con traje gris y camisa negra (esto es, como vestiría tu cuñado en una boda, algo aparentemente imposible de hacer funcionar), o la del mítico Top Of The Pops, donde lució un simple pero efectivo parche en el ojo son sólo dos ejemplos.

Antony Price se graduó en el Royal College of Art en 1968 y comenzó a trabajar para la marca Stirling Cooper, por entonces una de las más buscadas por los insiders. Fue el responsable, por ejemplo, de los pantalones con botones a los lados que lució Mick Jagger en su gira de 1969, Gimme Shelter. Se convirtió pronto en un nombre reconocido gracias a su peculiar estilo: no le importaba remarcar la figura masculina y le daba a todo un toque teatral que la industria de la música agradeció. A él se le atribuye, por ejemplo, la creación de la 'cap sleeve t-shirt', estas camisetas con las mangas más cortas de lo habitual y cortadas en diagonal. En el libro de Collin McDowell, Directory of Twentieth Century Fashion, el autor se refiere a Price como "un creador de imagen, mucho más que un diseñador'. De hecho, es el primer diseñador acreditado como estilista en un disco, el de debut de Roxy Music, precisamente.

Otra de sus invenciones fue el pantalón que llamó Male nº9, ese modelo que aparece muy apretado en la parte superior, dejando la parte de atrás muy definida y la de delante (esto es, la zona del paquete) tan expuesta que parece que hubieran cosido un Wonderbra en su interior. Demuestra, por un lado, el perfil excesivo de Price (definía su ropa femenina como "la ropa que los hombres creen que deben llevar las mujeres", un derroche de sexualidad) pero también sus habilidades técnicas. Era un diseñador talentoso que aprovechaba el corte para conseguir sus peculiares siluetas.

Su imagen más icónica fue la que creó para Ferry en los setenta y que luego se convirtió en imagen de marca de la década siguiente. Con la intención, según reconoció el diseñador entonces, "de volver a las siluetas de los años 40", creó una figura reconocida: hombros armados, volumen en la chaqueta, pantalones que ciñen la cintura y mezclan colores. Esta silueta masculina que podría asociarse con un cartoon de la era clásica (excesivo, cantarín) es la que después adaptarían parcialmente los New Romantics y que puede resumir la estética de los ochenta. De hecho, el propio Price fue el responsable del vestuario de los Duran Duran en el video de Rio, sin duda ejemplo perfecto de toda la imaginería visual del momento. Trajes verdes con camisas lila y suficiente tela como para que el viento pudiera moverla.

También David Bowie llevó trajes de Antony Price a partir de mediados de los años 70, en su llamada etapa americana. Adaptó un look aparentemente más masculino y conservador (el propio diseñador siempre ha reconocido que 'masculino' es la acepción que mejor define su ropa para hombres), con chaquetas cortas y pantalones anchos, pero que escondía un nuevo cambio de piel siempre con más de una lectura. Otro caso conocido es el del vestuario del disco Transformer, de Lou Reed, también obra de Price. La contraportada define a la perfección parte de su mensaje: un chico en jeans, con camiseta blanca y paquete de cigarillos enrollado en la manga, y una gorra al más puro estilo Tom of Finland mira a una chica con una blusa negra transparente. Él lleva un plátano metido en el pantalón. Sutileza máxima.

Pero, nos guste o no, el suyo es un estilo, el del rock con intención estética, que ha influido en decenas de diseñadores posteriores. De Price hay ecos en JW Anderson, Dries Van Noten, Lucas Ossendrijver, Kim Jones… y por extensión en casi cualquier revisión de los clichés masculinos de los años ochenta. Hoy el diseñador sigue siendo referencia para celebrities y elite británica, aunque no aparece en primer plano de la actualidad. En 2008 realizó una colaboración en formato edición limitada con TopMan y en 2012 fue el responsable del vestuario de Tilda Swinton en la portada de la revista española Candy, de Luis Venegas. Pero su trabajo puede disfrutarse sobre todo echando la vista atrás. Un video más que pueden buscar: Slave to Love, del mismo Bryan Ferry. Hay muchas razones, como que está dirigido por el entonces desconocido David Fincher o que aparece una bellísima mujer con la espalda descubierta y el cabello como la Valentina de Guido Crepax. Pero seguro que cuando Ferry baja del avión y se calza la chaqueta no pueden dejar de mirar esa chaqueta. Esos pequeños detalles que imagina la moda.

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