ALFREDO DI STEFANO VS. SANTIAGO BERNABEU: EL DÍA EN QUE SE PELEARON DOS DIOSES DE NUESTROS TIEMPOS [www.facebook.com/actoresdirectoresguionistas]
Si hay algo por lo que Santiago Bernabéu será recordado, más allá del estadio, ese algo es la relación mitológica con Alfredo Di Stéfano, cercana a la de un Saturno devorando a su creación
El estadio Bernabéu debe su nombre al presidente que más tiempo ha estado al frente del Real Madrid. Hijo de una época, Bernabéu falleció cuando la época terminó con él, es decir, con la llegada del régimen del 78. Durante su mandato, el Real Madrid ganó 16 ligas españolas, media docena de copas de Europa y dos huevos duros bien puestos. El argumento que imperaba en la época era testicular, hay que hacerse cargo.
Como quiso la leyenda, fue durante su presidencia cuando se construyó el estadio que lleva su nombre. Un templo bautizado con el apellido patriarcal de un hombre que se encendía los puros con billetes. Billetes y puros, con esas dos palabras bien se podría titular la vida de Santiago Bernabéu. Llegaba a tanto el vicio de Santiago que nombraría vicepresidente a Paco Muñoz Lusarreta porque era su proveedor de habanos. Suele pasar cuando un hombre importante tiene adicciones, que el dealer ocupe un puesto cercano.
Pero si hay algo por lo que Santiago Bernabéu será recordado, más allá del estadio y de los dealers, ese algo va a ser la relación mitológica con Di Stéfano, cercana a la de un Saturno devorando a su creación. Porque fue Santiago Bernabéu el creador del mito de la Saeta Rubia o eso dio a entender cuando, llegado el momento, se la puso fácil al goleador para que abandonase el club y fichase por el Español. Fue en 1964, jugándose el Real Madrid su séptima final de la Copa de Europa en Viena contra el Inter. El equipo merengue acabaría perdiendo y Bernabéu cerraría un episodio histórico para el club.
Este desastre necesitaba un chivo expiatorio, un pararrayos de tensiones o, mejor aún, si son dos. Volviendo a los huevos duros, Santiago Bernabéu los puso sobre la mesa del despacho y decidió que el jugador que iba a acompañar a Di Stéfano sería el guardameta Vicente, que ya estaba advertido y, además, ya se sabe que el portero siempre carga con más responsabilidad que cualquier otro jugador. Nunca podrá parar el complejo de culpa.
Bernabéu, en tono patriarcal, con los huevos duros golpeando la mesa del despacho, fue y le dijo a Di Stéfano que estaba decidido a crear la figura de manager general con poderes. Le dejaría a Di Stéfano el mismo sueldo que tenía como jugador pero, lo más importante, es que también le dejaba elegir al técnico. En esos momentos el técnico era Miguel Muñoz que, en su informe sobre el partido contra el Inter, había pedido la cabeza del futbolista. A Di Stéfano sólo le quedó huir del club pues su verdadera batalla estaba en los campos de fútbol. Así fue como Santiago Bernabéu acabó con la temporalidad de un mito y, por equivocación, pues no era su intención, lo convirtió en leyenda.
Lo que pocos saben es que el episodio recién cerrado tuvo comienzo un par de años antes. El conflicto surgió por unas medias femeninas, algo que hasta entonces sólo había pasado entre jugadores de equipos contrarios. Las medias eran de la marca Berkshire y la historia bien merece ser contada.
ATENTOS A LA HISTORIA
Son principios de los 60 y Di Stéfano, el astro argentino afincado en España, acepta la oferta para publicitarse en un anuncio de medias de mujer con el siguiente eslogan: "Si yo fuera mi mujer, luciría medias Berkshire".
En el anuncio aparecía el futbolista de cintura para abajo con medias de mujer. Hasta aquí no hubo problema alguno para Don Santiago. Lo que le molestó al presidente fue que, de cintura para arriba, Di Stéfano vistiese la camiseta del Real Madrid, con su escudo en el pecho mientras miraba a cámara con las manos en la cintura. Es lo que tienen los asuntos de la mitología cuando se mezclan con nuestra tradición carpetovetónica. El machismo de las gradas merengues consideró entonces que un jugador que se prestase a esto no era digno de pertenecer a un club como el Real Madrid.
La España de la congestión y de los calostros negros exigió que la campaña fuera retirada y Santiago Bernabéu le pidió a Di Stéfano que devolviera el dinero que había cobrado por protagonizar semejante bochorno para el equipo merengue. Entonces fue que el astro argentino se negó a devolver el dinero pues, según dijo, se lo había ganado con sus piernas. A lo que Don Santiago respondió con su gesto macho; el de los huevos duros sobre la mesa.
El estadio Bernabéu debe su nombre al presidente que más tiempo ha estado al frente del Real Madrid. Hijo de una época, Bernabéu falleció cuando la época terminó con él, es decir, con la llegada del régimen del 78. Durante su mandato, el Real Madrid ganó 16 ligas españolas, media docena de copas de Europa y dos huevos duros bien puestos. El argumento que imperaba en la época era testicular, hay que hacerse cargo.
Como quiso la leyenda, fue durante su presidencia cuando se construyó el estadio que lleva su nombre. Un templo bautizado con el apellido patriarcal de un hombre que se encendía los puros con billetes. Billetes y puros, con esas dos palabras bien se podría titular la vida de Santiago Bernabéu. Llegaba a tanto el vicio de Santiago que nombraría vicepresidente a Paco Muñoz Lusarreta porque era su proveedor de habanos. Suele pasar cuando un hombre importante tiene adicciones, que el dealer ocupe un puesto cercano.
Pero si hay algo por lo que Santiago Bernabéu será recordado, más allá del estadio y de los dealers, ese algo va a ser la relación mitológica con Di Stéfano, cercana a la de un Saturno devorando a su creación. Porque fue Santiago Bernabéu el creador del mito de la Saeta Rubia o eso dio a entender cuando, llegado el momento, se la puso fácil al goleador para que abandonase el club y fichase por el Español. Fue en 1964, jugándose el Real Madrid su séptima final de la Copa de Europa en Viena contra el Inter. El equipo merengue acabaría perdiendo y Bernabéu cerraría un episodio histórico para el club.
Este desastre necesitaba un chivo expiatorio, un pararrayos de tensiones o, mejor aún, si son dos. Volviendo a los huevos duros, Santiago Bernabéu los puso sobre la mesa del despacho y decidió que el jugador que iba a acompañar a Di Stéfano sería el guardameta Vicente, que ya estaba advertido y, además, ya se sabe que el portero siempre carga con más responsabilidad que cualquier otro jugador. Nunca podrá parar el complejo de culpa.
Bernabéu, en tono patriarcal, con los huevos duros golpeando la mesa del despacho, fue y le dijo a Di Stéfano que estaba decidido a crear la figura de manager general con poderes. Le dejaría a Di Stéfano el mismo sueldo que tenía como jugador pero, lo más importante, es que también le dejaba elegir al técnico. En esos momentos el técnico era Miguel Muñoz que, en su informe sobre el partido contra el Inter, había pedido la cabeza del futbolista. A Di Stéfano sólo le quedó huir del club pues su verdadera batalla estaba en los campos de fútbol. Así fue como Santiago Bernabéu acabó con la temporalidad de un mito y, por equivocación, pues no era su intención, lo convirtió en leyenda.
Lo que pocos saben es que el episodio recién cerrado tuvo comienzo un par de años antes. El conflicto surgió por unas medias femeninas, algo que hasta entonces sólo había pasado entre jugadores de equipos contrarios. Las medias eran de la marca Berkshire y la historia bien merece ser contada.
ATENTOS A LA HISTORIA
Son principios de los 60 y Di Stéfano, el astro argentino afincado en España, acepta la oferta para publicitarse en un anuncio de medias de mujer con el siguiente eslogan: "Si yo fuera mi mujer, luciría medias Berkshire".
En el anuncio aparecía el futbolista de cintura para abajo con medias de mujer. Hasta aquí no hubo problema alguno para Don Santiago. Lo que le molestó al presidente fue que, de cintura para arriba, Di Stéfano vistiese la camiseta del Real Madrid, con su escudo en el pecho mientras miraba a cámara con las manos en la cintura. Es lo que tienen los asuntos de la mitología cuando se mezclan con nuestra tradición carpetovetónica. El machismo de las gradas merengues consideró entonces que un jugador que se prestase a esto no era digno de pertenecer a un club como el Real Madrid.
La España de la congestión y de los calostros negros exigió que la campaña fuera retirada y Santiago Bernabéu le pidió a Di Stéfano que devolviera el dinero que había cobrado por protagonizar semejante bochorno para el equipo merengue. Entonces fue que el astro argentino se negó a devolver el dinero pues, según dijo, se lo había ganado con sus piernas. A lo que Don Santiago respondió con su gesto macho; el de los huevos duros sobre la mesa.
Comentarios
Publicar un comentario