ERA DE ESPERARSE QUE DWAYNE JOHNSON SEA EL ACTOR MEJOR PAGADO A ESTAS ALTURAS [www.facebook.com/actoresdirectoresguionistas]
The Rock ha ganado 64 millones de dólares en un año y, coincidentemente, tiene 64 millones de seguidores en Instagram, por eso hace lo que quiere en HBO y protagoniza películas que triunfan en gran medida por su entrega y carisma
Un terremoto. Una comedia. La nostalgia de una serie de gente en ropa de baño. Una franquicia en la que la gente pisa a fondo aunque no estén conduciendo, y se pelean pegándose con carros en la cara. Una de las pocas series de la HBO que vive sin miedo a tener que ser la sucesora de Game Of Thrones. El mundo actual es el escenario perfecto para Dwayne Johnson, el actor mejor pagado del último año según Forbes, con 57,1 millones de euros entre las películas estrenadas (San Andreas, Central Intelligence) y los cheques cobrados por las que faltan por estrenar (Baywatch, Fast 8). ¿Los merece?
Sin duda que sí. En parte porque Hollywood está cambiando. En la primera mitad del 2015 se enfrentaron dos conceptos de taquillazo. Por un lado, la segunda película de The Avengers: un casting liderado por el actor mejor pagado de los últimos años (Robert Downey Jr., que entre 2013 y 2015 se embolsó más de 224 millones de dólares), un montón de efectos especiales, un reparto que incluía a Scarlett Johansson, Chris Evans, Chris Hemsworth y todo el apoyo de la maquinaria de Disney/Marvel.
Por otro lado, Furious 7, una película de gente calva y musculada cuyos planes incluyen "tirar carros desde aviones" o "conducir entre rascacielos", mientras que su concepto de pelea callejera es "estrellarse de frente a 100 por hora".
Ganó Furious 7. Está ahí todavía, como la sexta película más taquillera de todos los tiempos, apenas un millón de euros por debajo de la primer entrega de The Avengers. En realidad, siempre gana Dwayne Johnson. En cualquier parte del mundo. Sus películas recaudan en todos los países y cuesta encontrar a alguien que no le tenga un ápice de simpatía. Hasta ese desastre que fue Hercules se salvó de la verguenza gracias a la taquilla internacional.
TODO EL MUNDO QUIERE A THE ROCK
Y fue Johnson el que se echó a sus espaldas, con sus 60 centímetros de biceps, la promoción de San Andreas, que consiguió superar las expectativas a golpe de Roca. Johnson ofició bodas, batió un récord mundial de selfis y recorrió medio planeta con su sonrisa y su cultura del esfuerzo. Ésa que le hace pegarse increíbles madrugones para levantar cosas muy pesadas con un único objetivo: que sus proyectos sean tan fuertes como él.
Todos estos ingredientes le han llevado a ser una de las diez personas con más seguidores en Instagram. En su cheque no se valora eso: es un actor que quiere triunfar -sus inquietudes artísticas ya las deja para películas imposibles como Pain & Gain, que quiere entretener, que está dispuesto a darlo todo por su público. Sea el de la taquilla de cine o los más de 64 millones de personas que le siguen en Instagram. Una por cada dólar que ganó durante el último año.
Tal vez por eso es una de las estrellas más queridas de Hollywood, muy por encima de predecesores de la acción y el músculo como Tom Cruise o el mismísimo Arnie. Sí, es menos conocido por el gran público que Brad Pitt, pero genera más o menos la misma cantidad de cariño. Algo que le acompaña desde que era The Rock, el luchador en sunga que más camisetas vendía y que llevó a la WWE a terrenos desconocidos desde los tiempos de la Hulkamania. Es más, cuando le dijo a los periodistas europeos que no descartaba presentarse a presidente, una entusiasta del Washington Post afirmó que podría ganar. Johnson se lo merece todo.
A LAS MEGAFRANQUICIAS LES CUESTA SER RENTABLES, THE ROCK NO TIENE ESE PROBLEMA
Batman v Superman: Dawn of Justice apenas y consiguió ser rentable. Se ha quedado por debajo de los 900 millones de dólares y se calculaba que necesitaba 800 para empezar a generar beneficio. El taquillazo ha entrado en una espiral de riesgo y marketing en el que promocionar la película ya cuesta casi tanto como hacerla. Y en la que están en juego beneficios futuros. Con Batman v Superman Warner no se jugaba una película, sino la posibilidad de que las que viniesen, desde Suicide Squad hasta Justice League, se convirtiesen en una máquina de hacer dinero al estilo Marvel. Una propiedad intelectual de éxito, no un actor o actriz, es hoy el santo grial del negocio.
Johnson no va por ahí. Si quitamos Fast & Furious, cuyos elementos de coherencia como saga son coches y barbacoas, puede jugársela en proyectos sueltos. San Andreas no llegó a los 500 millones de dólares en taquilla mundial, pero aún así recaudó más de cuatro veces lo que costó, sueldo de Johnson incluido. Nadie puede esperar que Baywatch recaude miles de millones, pero a cambio es una película cuyo mayor gancho es barato: gente sin camiseta. La Roca, cuya ética de trabajo no discute nadie desde que debutó en la WWE hasta hoy, es un obrero del star system. Un carismático gancho para un público dispuesto a entretenerse y a recuperar eso que -pese a Robert Downey Jr.- hasta Disney ha olvidado: vamos al cine a ver a gente que nos cae bien.
Mientras la megafranquicias devoran todo lo que se parezca a un sistema de superestrellas (este año se ha producido un fenómeno curioso: casi nadie de los mejores pagados estaba entre las películas más taquilleras del año). El salario de los actores mejores pagados se ha estancado cuando no ha caído directamente. Y la suma de los mejores pagados también ha frenado en seco. Lejos quedan ya locuras como la de The Matrix (que le granjeó a Keanu Reeves 230 millones de euros) o los 57 millones de dólares que se embolsó Harrison Ford con la última Indiana Jones. Los acuerdos por los que una estrella se lleva una parte de lo recaudado en los cines no le gustan a los ejecutivos. Y la clase alta de Hollywood no quiere pagar rostros a precio de oro: los gráficos por ordenador, al menos no piden porcentaje de taquilla.
Pero hay hueco para otro modelo. Esas películas que entre 300 y 500 millones de recaudación mundial hacen ricos a todo el mundo. La clase media del blockbuster en la que Johnson no tiene rival, y en la que casi siempre es garantía de, si no superéxito, sí al menos de que todo el mundo se irá a casa satisfecho con él. Desde el primer ejecutivo hasta el último espectador, pasando por cualquier periodista que lo entreviste.
Nuestra Roca es -en la escala de las decenas de millones- el último héroe de la clase trabajadora de Hollywood. Alguien a quien quieres tener cerca después de una temporada donde prácticamente todos los taquillazos la han chuntado en cadena.
Un terremoto. Una comedia. La nostalgia de una serie de gente en ropa de baño. Una franquicia en la que la gente pisa a fondo aunque no estén conduciendo, y se pelean pegándose con carros en la cara. Una de las pocas series de la HBO que vive sin miedo a tener que ser la sucesora de Game Of Thrones. El mundo actual es el escenario perfecto para Dwayne Johnson, el actor mejor pagado del último año según Forbes, con 57,1 millones de euros entre las películas estrenadas (San Andreas, Central Intelligence) y los cheques cobrados por las que faltan por estrenar (Baywatch, Fast 8). ¿Los merece?
Sin duda que sí. En parte porque Hollywood está cambiando. En la primera mitad del 2015 se enfrentaron dos conceptos de taquillazo. Por un lado, la segunda película de The Avengers: un casting liderado por el actor mejor pagado de los últimos años (Robert Downey Jr., que entre 2013 y 2015 se embolsó más de 224 millones de dólares), un montón de efectos especiales, un reparto que incluía a Scarlett Johansson, Chris Evans, Chris Hemsworth y todo el apoyo de la maquinaria de Disney/Marvel.
Por otro lado, Furious 7, una película de gente calva y musculada cuyos planes incluyen "tirar carros desde aviones" o "conducir entre rascacielos", mientras que su concepto de pelea callejera es "estrellarse de frente a 100 por hora".
Ganó Furious 7. Está ahí todavía, como la sexta película más taquillera de todos los tiempos, apenas un millón de euros por debajo de la primer entrega de The Avengers. En realidad, siempre gana Dwayne Johnson. En cualquier parte del mundo. Sus películas recaudan en todos los países y cuesta encontrar a alguien que no le tenga un ápice de simpatía. Hasta ese desastre que fue Hercules se salvó de la verguenza gracias a la taquilla internacional.
TODO EL MUNDO QUIERE A THE ROCK
Y fue Johnson el que se echó a sus espaldas, con sus 60 centímetros de biceps, la promoción de San Andreas, que consiguió superar las expectativas a golpe de Roca. Johnson ofició bodas, batió un récord mundial de selfis y recorrió medio planeta con su sonrisa y su cultura del esfuerzo. Ésa que le hace pegarse increíbles madrugones para levantar cosas muy pesadas con un único objetivo: que sus proyectos sean tan fuertes como él.
Todos estos ingredientes le han llevado a ser una de las diez personas con más seguidores en Instagram. En su cheque no se valora eso: es un actor que quiere triunfar -sus inquietudes artísticas ya las deja para películas imposibles como Pain & Gain, que quiere entretener, que está dispuesto a darlo todo por su público. Sea el de la taquilla de cine o los más de 64 millones de personas que le siguen en Instagram. Una por cada dólar que ganó durante el último año.
Tal vez por eso es una de las estrellas más queridas de Hollywood, muy por encima de predecesores de la acción y el músculo como Tom Cruise o el mismísimo Arnie. Sí, es menos conocido por el gran público que Brad Pitt, pero genera más o menos la misma cantidad de cariño. Algo que le acompaña desde que era The Rock, el luchador en sunga que más camisetas vendía y que llevó a la WWE a terrenos desconocidos desde los tiempos de la Hulkamania. Es más, cuando le dijo a los periodistas europeos que no descartaba presentarse a presidente, una entusiasta del Washington Post afirmó que podría ganar. Johnson se lo merece todo.
A LAS MEGAFRANQUICIAS LES CUESTA SER RENTABLES, THE ROCK NO TIENE ESE PROBLEMA
Batman v Superman: Dawn of Justice apenas y consiguió ser rentable. Se ha quedado por debajo de los 900 millones de dólares y se calculaba que necesitaba 800 para empezar a generar beneficio. El taquillazo ha entrado en una espiral de riesgo y marketing en el que promocionar la película ya cuesta casi tanto como hacerla. Y en la que están en juego beneficios futuros. Con Batman v Superman Warner no se jugaba una película, sino la posibilidad de que las que viniesen, desde Suicide Squad hasta Justice League, se convirtiesen en una máquina de hacer dinero al estilo Marvel. Una propiedad intelectual de éxito, no un actor o actriz, es hoy el santo grial del negocio.
Johnson no va por ahí. Si quitamos Fast & Furious, cuyos elementos de coherencia como saga son coches y barbacoas, puede jugársela en proyectos sueltos. San Andreas no llegó a los 500 millones de dólares en taquilla mundial, pero aún así recaudó más de cuatro veces lo que costó, sueldo de Johnson incluido. Nadie puede esperar que Baywatch recaude miles de millones, pero a cambio es una película cuyo mayor gancho es barato: gente sin camiseta. La Roca, cuya ética de trabajo no discute nadie desde que debutó en la WWE hasta hoy, es un obrero del star system. Un carismático gancho para un público dispuesto a entretenerse y a recuperar eso que -pese a Robert Downey Jr.- hasta Disney ha olvidado: vamos al cine a ver a gente que nos cae bien.
Mientras la megafranquicias devoran todo lo que se parezca a un sistema de superestrellas (este año se ha producido un fenómeno curioso: casi nadie de los mejores pagados estaba entre las películas más taquilleras del año). El salario de los actores mejores pagados se ha estancado cuando no ha caído directamente. Y la suma de los mejores pagados también ha frenado en seco. Lejos quedan ya locuras como la de The Matrix (que le granjeó a Keanu Reeves 230 millones de euros) o los 57 millones de dólares que se embolsó Harrison Ford con la última Indiana Jones. Los acuerdos por los que una estrella se lleva una parte de lo recaudado en los cines no le gustan a los ejecutivos. Y la clase alta de Hollywood no quiere pagar rostros a precio de oro: los gráficos por ordenador, al menos no piden porcentaje de taquilla.
Pero hay hueco para otro modelo. Esas películas que entre 300 y 500 millones de recaudación mundial hacen ricos a todo el mundo. La clase media del blockbuster en la que Johnson no tiene rival, y en la que casi siempre es garantía de, si no superéxito, sí al menos de que todo el mundo se irá a casa satisfecho con él. Desde el primer ejecutivo hasta el último espectador, pasando por cualquier periodista que lo entreviste.
Nuestra Roca es -en la escala de las decenas de millones- el último héroe de la clase trabajadora de Hollywood. Alguien a quien quieres tener cerca después de una temporada donde prácticamente todos los taquillazos la han chuntado en cadena.
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