MIAMI VICE: ¿ASÍ QUE TU PENSABAS QUE NO EXISTÍAN LOS IT-BOYS? [www.facebook.com/actoresdirectoresguionistas]
Hace treinta años todos celebrábamos en carne propia el vicio estilístico de Sonny Crockett y Rico Tubbs y hoy el Fan Page 'Actores, Directores y Guionistas de Latinoamérica' los recuerda con este quisquilloso post
En el capítulo Cuba Libre de la serie Miami Vice (1984-1990), decimocuarta entrega de la tercera temporada, Sonny (Don Johnson) sentencia la frasecita al infinito. Con la ayuda de su cómplice, Rico Tubbs (Philip Michael Thomas), estos detectives, algo turbios, enviaron al barrio que hay detrás de las estrellas a todo aquel que podía sangrar, desde dealers de poca monta a reglas sacrosantas del universo sartorial. Sus hazañas fueron de las más variopintas: popularizaron las camisetas pastel con bivirí y los mocasines sin calcetines, la barbita de cuatro días (¡sí, la de Indiana Jones!) y el color rosa, el traje blanco y las gafas Ray-Ban. ¡Ah! Y se perfumaban con Vorago, valiente hedor que consiguió vender miles de frascos en Via Veneto y la Galería Boza.
Eran los años 80 y la sociedad occidental se mostraba abierta a todo cuanto resultara diferente, colorista, atrevido o cool. Los héroes y los códigos clásicos habían ido a llorar una temporada al río, y la deformación sistemática de la moda permitió todo lo que Sonny y Rico se echaban encima. Michael Mann, productor ejecutivo de la serie y responsable del vestuario, nombró a la firma gallega Adolfo Domínguez como proveedor oficial de las telas que sirvieron como materia prima para los trajes. De esta manera, el esquema tradicional del detective con gabardina y sombrero se sustituyó por el traje de lino con camiseta. Ese cambio se produjo gracias al camino allanado por Giorgio Armani en 1980 con el diseño de los trajes de Richard Gere para American Gigolo. El estilo italocaribeño de Sonny y Rico pronto resultó un golazo. En cada episodio lucían entre cinco y ocho trajes, todos de parecida factura y en tonos pastel. Hugo Boss y Gianni Versace, quien conocía al dedillo el estilo de vida de Miami, asesoraron durante años a los responsables de la serie.
Durante las cinco temporadas que duró Miami Vice, el público recibió con fervor todo lo que vestían o calzaban sus protagonistas. Las ventas de Ray-Ban, por ejemplo, crecieron un 300% en ese tiempo (y hasta ahora hay gente que sigue sacrificando su sangre a los dioses con tal de hacerse de un par original). Kenneth Cole, por su parte, creó la colección de calzado Crockett & Tubbs. Jim Moore, fotógrafo especializado en moda, explicó el fenómeno en una entrevista con The New York Times: "Es la primera vez en la historia de la moda que la influencia de una serie afecta directamente al propio sistema de la moda". En una época en la que la corbata era un complemento sagrado en cualquier trabajo, Sonny y Rico demostraron lo contrario. De repente, todo lo que nos habían enseñado parecía una equivocación: los trajes se podían vestir con camiseta, los zapatos podían llevarse sin calcetines y el rosa resucitaba (si es que alguna vez estuvo vivo).
Si cualquier asesor de imagen contemporáneo osara sugerir que Sonny y Rico hacían el ridículo al ir de esa manera, tendrían enfrente a muchos de nosotros con la hacha en la mano. Y es que no se puede permitir que nadie mancille la memoria de dos iconos del estilo que abrieron la mente y los armarios de la gente para no cerrarlos jamás. Pero, eso sí, no hay que exponer argumentos de autoridad ni molestarse en exceso si alguien saca a relucir la dichosa palabrita... adivinen... ¡Pues claro que eran unos huachafos! Pero.. ¿Y qué? ¿Acaso no dirán lo mismo de nosotros cuando en un futuro lejano alguien recuerde que en el 2016 había hombres que llevaban morrales, calzaban sandalias o vestían camisas de flores?
Las aventuras de Sonny y Rico merecieron 15 nominaciones a los premios Emmy y el aplauso de un público que hoy reconoce que, más allá del buen o mal gusto de aquellas propuestas, la serie encarnó los vientos de libertad que nuestros roperos reclamaban. Probablemente acordaremos que nadie debe usar nada de lo que se ponían nuestros protagonistas en aquellas épocas, hoy patrimonio de tipos despistados y desubicados, pero no se puede ignorar la voluntad de pervertir las reglas y la valentía de una serie que es un clásico de la televisión. El argumento 'ad populum' por excelencia sería así: "Si la mayoría dice A, entonces es A". Y la mayoría, independientemente del paso del tiempo, dice que Sonny y Rico fueron unos verdaderos It-Boys.
"Tienes que conocer las reglas para poder romperlas". Atribuir esta cita a todo fulano es tan habitual como discutir la nacionalidad de Cristóbal Colón o la identidad del inventor del teléfono. Al parecer, el primero procedía de Génova (algún nerd dirá que era catalán, como Leonardo Da Vinci o Miguel de Cervantes) y lo segundo fue cosa de un tal Antonio Meucci, al que un pirata llamado Alexander Graham Bell le robó la empanada. Pero resolver la fuente original de la cita que mencionamos al principio resulta casi imposible. Por ahí que la hemos escuchado en boca del malogrado de Pete Doherty, el Dalai Lama o el mismísimo Picasso, y juramos habérsela oído a escondidas a algún politiquero en los pasillos del congreso. De todos ellos, hay que quedarse con el autor más genuino, cuya voz consiguió que la idea tuviera más entidad que la del vulgar cliché. ¿Su nombre? Sonny Crockett. No sólo le daba matarile a todo infeliz viviente que delinquiera, sino que se pasó por el forro de la camisa todas las normas del estilo masculino.
En el capítulo Cuba Libre de la serie Miami Vice (1984-1990), decimocuarta entrega de la tercera temporada, Sonny (Don Johnson) sentencia la frasecita al infinito. Con la ayuda de su cómplice, Rico Tubbs (Philip Michael Thomas), estos detectives, algo turbios, enviaron al barrio que hay detrás de las estrellas a todo aquel que podía sangrar, desde dealers de poca monta a reglas sacrosantas del universo sartorial. Sus hazañas fueron de las más variopintas: popularizaron las camisetas pastel con bivirí y los mocasines sin calcetines, la barbita de cuatro días (¡sí, la de Indiana Jones!) y el color rosa, el traje blanco y las gafas Ray-Ban. ¡Ah! Y se perfumaban con Vorago, valiente hedor que consiguió vender miles de frascos en Via Veneto y la Galería Boza.
Eran los años 80 y la sociedad occidental se mostraba abierta a todo cuanto resultara diferente, colorista, atrevido o cool. Los héroes y los códigos clásicos habían ido a llorar una temporada al río, y la deformación sistemática de la moda permitió todo lo que Sonny y Rico se echaban encima. Michael Mann, productor ejecutivo de la serie y responsable del vestuario, nombró a la firma gallega Adolfo Domínguez como proveedor oficial de las telas que sirvieron como materia prima para los trajes. De esta manera, el esquema tradicional del detective con gabardina y sombrero se sustituyó por el traje de lino con camiseta. Ese cambio se produjo gracias al camino allanado por Giorgio Armani en 1980 con el diseño de los trajes de Richard Gere para American Gigolo. El estilo italocaribeño de Sonny y Rico pronto resultó un golazo. En cada episodio lucían entre cinco y ocho trajes, todos de parecida factura y en tonos pastel. Hugo Boss y Gianni Versace, quien conocía al dedillo el estilo de vida de Miami, asesoraron durante años a los responsables de la serie.
Durante las cinco temporadas que duró Miami Vice, el público recibió con fervor todo lo que vestían o calzaban sus protagonistas. Las ventas de Ray-Ban, por ejemplo, crecieron un 300% en ese tiempo (y hasta ahora hay gente que sigue sacrificando su sangre a los dioses con tal de hacerse de un par original). Kenneth Cole, por su parte, creó la colección de calzado Crockett & Tubbs. Jim Moore, fotógrafo especializado en moda, explicó el fenómeno en una entrevista con The New York Times: "Es la primera vez en la historia de la moda que la influencia de una serie afecta directamente al propio sistema de la moda". En una época en la que la corbata era un complemento sagrado en cualquier trabajo, Sonny y Rico demostraron lo contrario. De repente, todo lo que nos habían enseñado parecía una equivocación: los trajes se podían vestir con camiseta, los zapatos podían llevarse sin calcetines y el rosa resucitaba (si es que alguna vez estuvo vivo).
Si cualquier asesor de imagen contemporáneo osara sugerir que Sonny y Rico hacían el ridículo al ir de esa manera, tendrían enfrente a muchos de nosotros con la hacha en la mano. Y es que no se puede permitir que nadie mancille la memoria de dos iconos del estilo que abrieron la mente y los armarios de la gente para no cerrarlos jamás. Pero, eso sí, no hay que exponer argumentos de autoridad ni molestarse en exceso si alguien saca a relucir la dichosa palabrita... adivinen... ¡Pues claro que eran unos huachafos! Pero.. ¿Y qué? ¿Acaso no dirán lo mismo de nosotros cuando en un futuro lejano alguien recuerde que en el 2016 había hombres que llevaban morrales, calzaban sandalias o vestían camisas de flores?
Las aventuras de Sonny y Rico merecieron 15 nominaciones a los premios Emmy y el aplauso de un público que hoy reconoce que, más allá del buen o mal gusto de aquellas propuestas, la serie encarnó los vientos de libertad que nuestros roperos reclamaban. Probablemente acordaremos que nadie debe usar nada de lo que se ponían nuestros protagonistas en aquellas épocas, hoy patrimonio de tipos despistados y desubicados, pero no se puede ignorar la voluntad de pervertir las reglas y la valentía de una serie que es un clásico de la televisión. El argumento 'ad populum' por excelencia sería así: "Si la mayoría dice A, entonces es A". Y la mayoría, independientemente del paso del tiempo, dice que Sonny y Rico fueron unos verdaderos It-Boys.
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