SIN TENER EN CUENTA QUE ES UN SHOWMAN NO PODRÁS ENTENDER EL TRIUNFO DE TRUMP [www.facebook.com/actoresdirectoresguionistas]
Es el sueño de cualquier productor de televisión: emociona, provoca asco, odio, hace que todo el mundo se posicione y opine… eso es un espectáculo
@POTUS es la cuenta de twitter de la Presidencia de Estados Unidos y está dentro del traspaso de poderes. Donald Trump ha dicho que no la quiere; seguirá usando la suya: @realDonaldTrump. No es sólo una cuestión cuantitativa, (él tiene más de 20 millones de seguidores y la de la Presidencia tiene 13) sino cualitativa. Trump sabe que todas las estrellas sufren cuando cambian de formato de programa y, sobre todo, de canal. Ya cabría decir que es el nuevo presidente y la cuenta de twitter es institucional. Bien, entonces, es que aún no hemos entendido del todo lo que ha sucedido y, sobre todo, quién ha ganado las elecciones.
Hace unos días, el Circo Ringling Bros., Barnum & Bailey anunciaba que cerraban el negocio por problemas económicos no sólo derivados de las limitaciones sobre el uso de animales. La época del circo pasó porque ya no quedan cosas increíbles y porque todo lo que allí se veía ya está al alcance de un click. Los espacios concretos no son competencia para una carpa invisible que es capaz de contenernos a todos y que nos ofrece la posibilidad de ser público, payaso y equilibrista en la misma función. Y ahí en medio, entre los hermanos Ringling y Bailey, está el nombre de Phineas Taylor Barnum, el creador del concepto de espectáculo, el primer gran millonario del show-business; es decir, el precursor de Donald Trump.
Si pensamos que ahora somos crueles y malvados, y que twitter saca lo peor de las personas, deberíamos recordar que, entre las distracciones más populares del siglo XIX, había cosas como presenciar ejecuciones, acudir a los depósitos para ver los cadáveres sin identificar, darse una vuelta por los asilos de enfermos mentales o visitar los llamados museos humanos, donde se exhibían personas con malformaciones o simplemente de etnias no europeas. Si estaban vivas, mejor, pero tampoco había mucho problema en verlas disecadas.
LA SIRENA DE LAS ISLAS FIDJI
P.T. Barnum tuvo el museo humano más famoso de la historia. Primero, compró el Scudder's American Museum, cuyas piezas más valiosas eran animales, como el esqueleto de un carnero con dos cabezas, y un museo de cera. Barnum, con una gran visión para los negocios, sabía que el público quería ver otra cosa, quería emocionarse, y carecer de una oferta adecuada no podía ser un problema. Si no lo tenía, siempre podía inventárselo. Ya lo había hecho en su periódico que, sin ironías, se llamaba The Herald of Freedom.
Con esa premisa, presentó a su primer gran personaje, Joice 'La Bicentenaria'. Joice Heth, era presentada como la nodriza de George Washington, de 160 años. Las colas de gente esperando oír a la anciana, que mascullaba sus supuestos recuerdos sobre el primer presidente de EE.UU. sentada en una mecedora, le permitieron acuñar una de sus frases para la posteridad: "a la gente le gusta ser engañada".
Tras Joice 'La Bicentenaria', llegó el "General Tom Thumb", nacido como Charles Stratton, una persona afectada de enanismo al que Barnum, amigo de su padre, adoptó con siete años. Gran cantante y bailarín, llegó a ser una celebridad en su época y a su boda con Lavinia Warren, miembro también de la troupe de Barnum, fue un acontecimiento social con 10.000 invitados y recepción por parte del presidente Lincoln. Es posible que aquí esté la inspiración del cuento en el que se basa la película Freaks.
Después, llegaron otras 'atracciones' como un esqueleto de sirena de las islas Fidji, que logró combinando los de un simio con un pez, o Chang y Eng, los gemelos de Siam, que dieron origen al concepto 'siamés'. Todos los días era la última oportunidad para verlos. Sus voceros gritaban: "Acudan a ver a los gemelos de Siam; mañana, un cirujano los separará". Todos sus personajes constituían el P.T. Barnum's Grand Traveling Museum, Menagerie, Caravan & Hippodrome, publicitado como "el mayor espectáculo del mundo". Podría haber usado el "lo que pasó a continuación te sorprenderá" porque su museo se basaba en el mismo mecanismo que el clickbait.
¿Cómo podía ir la gente a ver eso? La pregunta se responde con el éxito de programas como La Noche es Mía o los de chismes faranduleros. En 1881 decidió unir fuerzas con uno de sus principales competidores, James Bailey. Su espectáculo, que se movía en tren por Estados Unidos, fue famoso por exhibir a Jumbo, el elefante más grande del mundo. Fallecido Barnum, llegó la unión con los hermanos Ringling, que conservaron el famoso lema.
PRESIDENTE-ESPECTÁCULO
Donald Trump es un hombre de negocios, pero también un showman. Sin tener en cuenta esta idea es complicado entender qué ha sucedido en este último año y qué puede pasar a partir de ahora. Los medios lo han atacado sin entender que es un devorador de planos. Es decir, su presencia en la pantalla, independientemente del contenido de los mensajes, siempre es beneficiosa para él.
Trump se alimenta de protagonismo y todos los medios lo han atiborrado porque se hicieron adictos a él: emociona, provoca asco, odio, hace que todo el mundo se posicione, opine. Eso es un espectáculo. Es el sueño de cualquier programador de televisión. Será complicado que haya alguna noticia capaz de hacerle mella, aunque aparezca practicando en orden alfabético todos los tags de Vporn en un hotel de Moscú. Como cualquier espectáculo, su único problema sería que se vuelva aburrido. Por eso, necesita crear tensión constantemente. Gracias a su cuenta de twitter logra fabricar sus propias crisis que establecen no sólo una agenda pública, sino una división del tiempo. En la sociedad del espectáculo, todo es histórico, todo es una oportunidad, todo tiene que ir deprisa, todo tiene que reinventarse al poco tiempo de nacer. Necesitamos siempre estar pendientes de algo, de un acontecimiento, el Black Friday o el Blue Monday. Ahora tenemos un emperador que los fabrica. Y, si no lo hace él, siempre podemos contar con su variopinto equipo.
Trump también entiende la desaparición del pudor, ya sea a nivel personal o intelectual, el pensamiento rápido, el think spit, el "pasa por mi cabeza y te suelto" en el que se basan las redes sociales. Es algo que impide hacer predicciones sobre su política, salvo que escenificará bien que la gente que lo ha votado ha ganado las elecciones, algo que ya hemos visto en la configuración de su equipo. Buscar un público más amplio suele desdibujar el espectáculo. También parecerá que hace lo que ha prometido. Es decir, si es necesario presentar a la sirena de las islas Fidji, se hará.
El hecho de que sea mentira no es irrelevante, pero es un concepto subordinado a la experiencia personal, el principal valor. ¿Por qué todo el mundo hace fotos y videos de todo, incluso de contenidos a los que se puede acceder con más calidad? Porque lo importante ya no es la autoridad (el hecho, el monumento o el artista), sino la experiencia, el hecho de que 'yo' estoy ahí.
Probablemente Trump es el primer presidente del siglo XXI. Con cierto regusto del XIX, también. Esperábamos otra cosa, pero es lo que hay y pensar que es un bruto o un impresentable no arreglará nada. Él, tan tonto, llegó a ser presidente con prácticamente todo el mundo en contra y, de momento, no ha provocado análisis, sino emociones. Quizá, por eso lo logró.
@POTUS es la cuenta de twitter de la Presidencia de Estados Unidos y está dentro del traspaso de poderes. Donald Trump ha dicho que no la quiere; seguirá usando la suya: @realDonaldTrump. No es sólo una cuestión cuantitativa, (él tiene más de 20 millones de seguidores y la de la Presidencia tiene 13) sino cualitativa. Trump sabe que todas las estrellas sufren cuando cambian de formato de programa y, sobre todo, de canal. Ya cabría decir que es el nuevo presidente y la cuenta de twitter es institucional. Bien, entonces, es que aún no hemos entendido del todo lo que ha sucedido y, sobre todo, quién ha ganado las elecciones.
Hace unos días, el Circo Ringling Bros., Barnum & Bailey anunciaba que cerraban el negocio por problemas económicos no sólo derivados de las limitaciones sobre el uso de animales. La época del circo pasó porque ya no quedan cosas increíbles y porque todo lo que allí se veía ya está al alcance de un click. Los espacios concretos no son competencia para una carpa invisible que es capaz de contenernos a todos y que nos ofrece la posibilidad de ser público, payaso y equilibrista en la misma función. Y ahí en medio, entre los hermanos Ringling y Bailey, está el nombre de Phineas Taylor Barnum, el creador del concepto de espectáculo, el primer gran millonario del show-business; es decir, el precursor de Donald Trump.
Si pensamos que ahora somos crueles y malvados, y que twitter saca lo peor de las personas, deberíamos recordar que, entre las distracciones más populares del siglo XIX, había cosas como presenciar ejecuciones, acudir a los depósitos para ver los cadáveres sin identificar, darse una vuelta por los asilos de enfermos mentales o visitar los llamados museos humanos, donde se exhibían personas con malformaciones o simplemente de etnias no europeas. Si estaban vivas, mejor, pero tampoco había mucho problema en verlas disecadas.
LA SIRENA DE LAS ISLAS FIDJI
P.T. Barnum tuvo el museo humano más famoso de la historia. Primero, compró el Scudder's American Museum, cuyas piezas más valiosas eran animales, como el esqueleto de un carnero con dos cabezas, y un museo de cera. Barnum, con una gran visión para los negocios, sabía que el público quería ver otra cosa, quería emocionarse, y carecer de una oferta adecuada no podía ser un problema. Si no lo tenía, siempre podía inventárselo. Ya lo había hecho en su periódico que, sin ironías, se llamaba The Herald of Freedom.
Con esa premisa, presentó a su primer gran personaje, Joice 'La Bicentenaria'. Joice Heth, era presentada como la nodriza de George Washington, de 160 años. Las colas de gente esperando oír a la anciana, que mascullaba sus supuestos recuerdos sobre el primer presidente de EE.UU. sentada en una mecedora, le permitieron acuñar una de sus frases para la posteridad: "a la gente le gusta ser engañada".
Tras Joice 'La Bicentenaria', llegó el "General Tom Thumb", nacido como Charles Stratton, una persona afectada de enanismo al que Barnum, amigo de su padre, adoptó con siete años. Gran cantante y bailarín, llegó a ser una celebridad en su época y a su boda con Lavinia Warren, miembro también de la troupe de Barnum, fue un acontecimiento social con 10.000 invitados y recepción por parte del presidente Lincoln. Es posible que aquí esté la inspiración del cuento en el que se basa la película Freaks.
Después, llegaron otras 'atracciones' como un esqueleto de sirena de las islas Fidji, que logró combinando los de un simio con un pez, o Chang y Eng, los gemelos de Siam, que dieron origen al concepto 'siamés'. Todos los días era la última oportunidad para verlos. Sus voceros gritaban: "Acudan a ver a los gemelos de Siam; mañana, un cirujano los separará". Todos sus personajes constituían el P.T. Barnum's Grand Traveling Museum, Menagerie, Caravan & Hippodrome, publicitado como "el mayor espectáculo del mundo". Podría haber usado el "lo que pasó a continuación te sorprenderá" porque su museo se basaba en el mismo mecanismo que el clickbait.
¿Cómo podía ir la gente a ver eso? La pregunta se responde con el éxito de programas como La Noche es Mía o los de chismes faranduleros. En 1881 decidió unir fuerzas con uno de sus principales competidores, James Bailey. Su espectáculo, que se movía en tren por Estados Unidos, fue famoso por exhibir a Jumbo, el elefante más grande del mundo. Fallecido Barnum, llegó la unión con los hermanos Ringling, que conservaron el famoso lema.
PRESIDENTE-ESPECTÁCULO
Donald Trump es un hombre de negocios, pero también un showman. Sin tener en cuenta esta idea es complicado entender qué ha sucedido en este último año y qué puede pasar a partir de ahora. Los medios lo han atacado sin entender que es un devorador de planos. Es decir, su presencia en la pantalla, independientemente del contenido de los mensajes, siempre es beneficiosa para él.
Trump se alimenta de protagonismo y todos los medios lo han atiborrado porque se hicieron adictos a él: emociona, provoca asco, odio, hace que todo el mundo se posicione, opine. Eso es un espectáculo. Es el sueño de cualquier programador de televisión. Será complicado que haya alguna noticia capaz de hacerle mella, aunque aparezca practicando en orden alfabético todos los tags de Vporn en un hotel de Moscú. Como cualquier espectáculo, su único problema sería que se vuelva aburrido. Por eso, necesita crear tensión constantemente. Gracias a su cuenta de twitter logra fabricar sus propias crisis que establecen no sólo una agenda pública, sino una división del tiempo. En la sociedad del espectáculo, todo es histórico, todo es una oportunidad, todo tiene que ir deprisa, todo tiene que reinventarse al poco tiempo de nacer. Necesitamos siempre estar pendientes de algo, de un acontecimiento, el Black Friday o el Blue Monday. Ahora tenemos un emperador que los fabrica. Y, si no lo hace él, siempre podemos contar con su variopinto equipo.
Trump también entiende la desaparición del pudor, ya sea a nivel personal o intelectual, el pensamiento rápido, el think spit, el "pasa por mi cabeza y te suelto" en el que se basan las redes sociales. Es algo que impide hacer predicciones sobre su política, salvo que escenificará bien que la gente que lo ha votado ha ganado las elecciones, algo que ya hemos visto en la configuración de su equipo. Buscar un público más amplio suele desdibujar el espectáculo. También parecerá que hace lo que ha prometido. Es decir, si es necesario presentar a la sirena de las islas Fidji, se hará.
El hecho de que sea mentira no es irrelevante, pero es un concepto subordinado a la experiencia personal, el principal valor. ¿Por qué todo el mundo hace fotos y videos de todo, incluso de contenidos a los que se puede acceder con más calidad? Porque lo importante ya no es la autoridad (el hecho, el monumento o el artista), sino la experiencia, el hecho de que 'yo' estoy ahí.
Probablemente Trump es el primer presidente del siglo XXI. Con cierto regusto del XIX, también. Esperábamos otra cosa, pero es lo que hay y pensar que es un bruto o un impresentable no arreglará nada. Él, tan tonto, llegó a ser presidente con prácticamente todo el mundo en contra y, de momento, no ha provocado análisis, sino emociones. Quizá, por eso lo logró.
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