ALGO DESPIERTA EN CEMENTERIO GENERAL


Cementerio-General
Más allá de su mediocre calidad artística, Cementerio General marca un hito en la construcción de un cine fantástico nacional.
Escribe: Carlos Torres Rotondo
AUNQUE LOS PERUANOS TENEMOS MUCHO DE QUÉ TENER MIEDO, el género de horror ha estado prácticamente ausente de nuestra filmografía, tanto así que en el siglo XX apenas se realizaron tres películas. Las dos primeras constituyen el díptico Boda diabólica Annabelle Lee (1968), producidas y escritas por Ricky Torres Tudela, que, pese a no haberse exhibido en salas en el Perú, tienen el honor de ser las primeras cintas nacio­nales de su género. En cambio sí fue estrenada, en 1975, la coproducción peruano argentina El Inquisidor aka El fuego del pecado, de Bernardo Arias, auténtica pionera del gore latinoamericano. Habría que esperar hasta el nuevo milenio para que una invasión del horror, venida sorpren­dentemente de provincias, asolara la filmografía nacional.
Cementerio General surge en ese contexto pero va mu­cho más allá. Rodado en Iquitos y contando con el apoyo de varias instituciones, el filme es el primer producto salido de cinematografías regionales respaldado por una fuerte inver­sión publicitaria y estrenado en multisalas a nivel nacional. Su éxito de público es indiscutible y hay que aplaudirlo. Todo estaba planificado para que lo fuera. De hecho, la pe­lícula cuenta con un acabado muy profesional y se nota una experiencia previa: Dorian Fernández-Moris, el director y coguionista –junto a Javier Velásquez–, ha realizado pre­viamente un puñado de cortometrajes, uno de los cuales, Chullachaqui, se inscribe en los parámetros del horror.
El argumento está basado en varias leyendas urbanas sobre el Cementerio General de Iquitos y cuenta la histo­ria de unos adolescentes que, ante la muerte del padre de una integrante del grupo, deciden hacer ouija en el camposanto para que esta pueda encontrarse por última vez con su progenitor. El día de la expedición se les une la hermana pequeña de la heroí­na, que jugará un papel esencial en la trama.
Es un punto de partida interesante. Sin embargo, el guion presenta serias limitaciones que afectan incluso la construcción de los personajes. El filme, prácticamente desde sus ini­cios, provoca en el espectador una sensación de deja vu. Están todos los clásicos personajes del género: los adolescentes son la chica linda e inocente, el musculoso, el tímido, la que guarda un secreto. Esto no tiene nada de malo. Todo género maneja arquetipos, pero cuando estos llegan a ser estereotipos, la historia se vuelve más que predecible. Es poco lo que pue­den hacer con este material de base las screaming queens del filme, Airam Galliani y Marisol Aguirre, así como Nikko Ponce, Flavia Trujillo, Dina Rivera y los demás secundarios, pese a su esfuerzo y corrección. En cuanto a Leslie Shaw, bueno, sale en bikini, ¿no? Eso se daba por descontado.
Es sabido que Cementerio General se ubica en un nuevo subgénero –iniciado con The Blair witch project y popularizado por REC Actividad paranormal– basado en el uso del metraje encontrado. Este recurso funciona correctamente, básicamente en las escenas del cementerio. Sin embargo, el clima ominoso logrado durante la entrada a este pierde peso posteriormente, por las limitaciones de la historia. Así, por ejemplo, todo acaba reduciéndose a la persecución de la niña poseída, pese a, supuestamente, haber abierto un portal y estar despertando a otros es­pectros, desaprovechando de ese modo una historia que podría haber alcanzado cotas de intensidad mucho más altas. Esto no quita que escenas como aquella en la que la pequeña aparece por encima de los nichos tengan efectos realmente escalofriantes. Demás está decir que los veinte últimos minutos, prácticamente un filme dentro del filme, desinflan por completo la historia con una línea narrativa que más bien parece ideal para una secuela.
En suma, Cementerio General es una película correcta, pero muy poco imaginativa y nada in­novadora. Más allá de sus limitados resultados artísticos, sin embargo, su éxito comercial y el de Asu mare anuncian con mayor firmeza un cambio en el panorama cinematográfico nacional. En qué se convertirá este es tarea de profetas. A ver qué pasa.
Dirigida por: Dorian Fernández-Moris
Guion: Javier Velásquez, Dorian Fernández-Moris
Música: Jan Diego Malachowski
Con Airam Galliani, Nikko Ponce, Leslie Shaw, Marisol Aguirre

PUBLICADO EN LA REVISTA VELAVERDE

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