¿POR QUÉ ES IMPOSIBLE SER FELIZ TODO EL TIEMPO? [www.facebook.com/actoresdirectoresguionistas]

Intentamos ser felices todo el tiempo y, sin embargo, no conseguimos que perdure. Se trata de un mecanismo evolutivo que hace que nos adaptemos en poco tiempo a aquello que nos causa felicidad



¿Qué es la felicidad? Porque pensamos que se trata de algo genérico y hay distintas formas de conseguirla. Lo que pasa es que esas formas, y la forma que tiene nuestro cerebro de procesarlas, suelen ser opuestas. Aunque buscar la felicidad tiene una utilidad enorme en nuestras vidas: nos permite lidiar con el día a día, con la esperanza de encontrar algo mejor, algo que se parezca a los buenos momentos que recordamos.

Perseguimos la felicidad continuamente. O las cosas que creemos que nos harán felices. Por eso tu Facebook y tus grupos de Whatsapp están llenos de mensajes de motivación, y las librerías dedican estantes enteros a la autoayuda. Sin embargo, los seres humanos no somos más felices ahora que hace 40 años. La autoayuda, las postales motivadoras, incluso los grandes eventos individuales no bastan para darnos la felicidad permanente. Ni como individuos ni como especie.

Porque no existe. Para muestra el presente. Porque nos guíamos por dos "engaños" llamados pasado y futuro, según el profesor de psicología Frank T. McAndrew. Por un lado, recordamos más vívidamente las malas experiencias, de acuerdo. Es un mecanismo de defensa y aprendizaje para evitar lo que nos hizo daño. Pero, al mismo tiempo, tendemos a pensar que el pasado siempre fue mejor, porque distorsionamos los recuerdos. Es un fenómeno llamado memoria ilusoria, que nos lleva a adornar y confundir recuerdos para hacerlos mejores que lo que realmente vivimos.

Por otro, tenemos la esperanza de que el mañana será mejor, que nos apuntaremos al gimnasio y allí perderemos 16 kilos en un día, conoceremos a la persona soñada y, al salir en volandas llevados por gente que nos adora, el viento nos escupirá a la cara un boleto premiado de la lotería. El cuento de la lechera es una ficción tan necesaria como la memoria para poder vadear el presente.

Lo mejor es que ni siquiera esos millones nos harían felices a largo plazo. Un estudio de 1978 se fijaba en dos grupos: ganadores recientes de premios de lotería y víctimas de accidentes terribles, de los que dejan secuelas de por vida. Aquel estudio descubrió dos cosas. La primera, que en los pequeños placeres del día a día, los sobrevivientes de la tragedia eran un poco más felices que los ganadores de la lotería.

Y la segunda, que al poco tiempo de obtener el premio que te cambia la vida -unos 18 meses-, los ganadores volvían a niveles normales de felicidad y satisfacción. Gracias a un mecanismo llamado "adaptación hedónica". La euforia de haber conseguido algún objetivo en la vida, sea el que sea, se desvanece en poco tiempo. Por varias razones: la repetición de esas experiencias positivas se convierten en rutinarias al poco tiempo, por un lado.

Por otro, porque enseguida descartamos quiénes éramos antes de conseguir lo que sea: el ganador de lotería, el que consigue el trabajo soñado, quien empieza una nueva relación felicísima. Consideran que esa situación que les cambió todo es el nuevo "lo normal". No sólo eso, sino que esas felicidades tampoco cambian mucho con el tiempo: aunque recuerdes haber sido muy feliz a los 20 años, lo más probable es que lo fueras en el mismo grado que ahora. Aunque lo recuerdes como algo mejor de lo que era.



No sólo eso. La filósofa Jennifer Hecht ha dedicado su carrera al Mito de la Felicidad, para descubrir que lo que llamamos felicidad son muchas cosas. Algunas, como vivir un buen día, probar nuevas sensaciones o descubrir un himno generacional, son más o menos inmediatas, pero se desvanecen -la misma razón por la que las canciones dejan de llenarte igual con el tiempo, o sólo lo hacen atadas a recuerdos-. Y otras, como labrarse una carrera satisfactoria, una vida "plena" y una relación a largo plazo, exigen renunciar a un montón de indulgencias inmediatas, de negarse placeres para conseguir otros a largo plazo.

Pero esos esfuerzos o renuncias para conseguir ser felices a corto o largo plazo ilustran la parte buena del asunto: es bueno que no puedas ser feliz permanentemente. Evolutivamente hablando, la falta de satisfaccion con el presente y los sueños sobre el futuro son lo que nos mantiene motivados, mientras que los recuerdos cálidos y difusos del pasado nos reafirman que los sentimientos que buscamos pueden hallarse. De hecho, la felicidad absoluta destrozaría completamente nuestra voluntad para conseguir cualquier cosa.

Es decir, si fuésemos completamente felices nuestra vida se detendría en seco. Y, de hecho, ni siquiera seríamos capaces de apreciar el valor de esa felicidad, algo que nuestra búsqueda contínua si nos permite. Puede que nadie sea capaz de ser feliz todo el rato, pero cada vez que arañamos un poquito de nueva felicidad estamos asfaltando el camino hacia el siguiente paso de nuestras vidas. Porque, en el fondo, de lo que se trata es de dotar de sentido a nuestra biografía.

Después de todo, recuerda que la felicidad es lo que te pasa brevemente cuando no la estás buscando.

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