DRAGONSTONE TE HIZO RECORDAR QUE GAME OF THRONES TE CAMBIÓ LA VIDA [www.facebook.com/actoresdirectoresguionistas]
El primer episodio de la séptima temporada pone toda la carne en el asador para darle a los fans lo que desean ver en su recta final
Si eres fan de Game Of Thrones, a estas alturas ya has visto Dragonstone, el primer capítulo de la séptima temporada que se estrenó el último domingo. Si eres muy fan, es posible que lo hayas visto muchas veces, con gusto y deleite, porque este episodio te ha hecho muy feliz, seguramente. Y es que hay un puñado de razones por las que esta primera entrega de la nueva temporada tiene todos los elementos para que Game Of Thrones siga siendo tu serie favorita.
Y el invierno llegó a un ritmo frenético, porque basta ver las primeras secuencias de Dragonstone para certificar que los guionistas han decidido no dejarse nada del arsenal narrativo para explotar esta mina de dragonglass que es Game Of Thrones. La matanza en The Twins debería marcar la tónica de lo que vamos a encontrar en las dos temporadas finales: un ritmo trepidante, más golpes de efecto y una cadencia (por fin) televisiva.
Sirva de ejemplo que, en tiempos de la dictadura de las novelas de George R. R. Martin, Daenerys Targaryen podría haber pasado más de una temporada atravesando el Mar Angosto, que, a pesar de su estrechez, se podría haber hecho más amplio que los campos de fútbol de Oliver y Benji. Pero en esta nueva etapa han bastado cinco minutos para trasladar a la Madre de los Dragones de Meereen a la tierra que la vio nacer.
¿Las mujeres son las auténticas protagonistas? Bueno, después de esta temporada no van a quedar camisetas en el mundo para vestir a los equipos de fans de las mujeres de la serie: hoy cualquiera se siente cómodo con un rótulo en su pecho que diga: Team Cersei, Team Daenerys, Team Arya, Team Sansa o, incluso, Team Lyanna, que se está revelando como una auténtica máquina de ganar discusiones a pesar de su corta edad.
La cuestión de género ha evolucionado mucho desde aquella secuencia de Khal Drogo violando a Daenerys hasta el panorama actual, que nos deja un escenario de mujeres empoderadas acompañadas de hombres vulnerables. En general, podemos constatar que a lo largo de la serie hemos vivido una revolución de los a priori desfavorecidos y supuestamente débiles, que se plasma en enanos convertidos en Hand de la Reina o niñas evolucionadas en letales asesinas.
A consecuencia de lo anterior, se consolida una tendencia que venía gestándose temporada a temporada: el sexo es una herramienta de poder en este juego de tronos y, asentadas las mujeres en posiciones de dominación, pasa a un lugar secundario en favor de uno de los grandes motores de esta ficción: la violencia. Así, Dragonstone trascurre sin mostrar ningún genital ni escena de cama y, a este ritmo, o la serie ofrece un capítulo rayando con el porno, o tendrá complicado igualar la cuota de sexo a la que nos tenía acostumbrados en las primeras temporadas.
Pero seamos sinceros: nos quedan nuestros personajes favoritos. ¿Cuántas pérdidas hemos lamentado en seis temporadas de Game Of Thrones? Pero, muerto el pasado, podemos preguntarnos sin complejos: ¿los echamos de menos? ¿Quién llora ya a Oberyn Martell? ¿Preferirías que Ned Stark estuviese vivo en detrimento de alguno de los actuales protagonistas? No, ¿verdad? Porque, seamos honestos, nos encantan los que quedan vivos. O, al menos, casi todos. Esta séptima temporada parte de un punto en el que nos interesan muchísimo prácticamente todas las tramas. Si son capaces de remontar los roles de dos viejos conocidos a los que nadie quiere, como Sam Tarly y Bran Stark, estaremos ante un efectivo producto para el muerdeuñismo.
En resumen, nos van a dar lo que queremos. Porque lo que queremos es que nos obliguen a llegar rápido a la casa para ver el episodio a la hora oficial de emisión. Porque lo que queremos son lunes en los que se hable de dragones y no sólo de chicas tetonas o de fútbol. Porque lo que tú quieres es que se te erice la piel de la nuca cuando suene la música de apertura de cada episodio. Porque lo que tú quieres, amigo, es Game Of Thrones en estado puro.
Si eres fan de Game Of Thrones, a estas alturas ya has visto Dragonstone, el primer capítulo de la séptima temporada que se estrenó el último domingo. Si eres muy fan, es posible que lo hayas visto muchas veces, con gusto y deleite, porque este episodio te ha hecho muy feliz, seguramente. Y es que hay un puñado de razones por las que esta primera entrega de la nueva temporada tiene todos los elementos para que Game Of Thrones siga siendo tu serie favorita.
Y el invierno llegó a un ritmo frenético, porque basta ver las primeras secuencias de Dragonstone para certificar que los guionistas han decidido no dejarse nada del arsenal narrativo para explotar esta mina de dragonglass que es Game Of Thrones. La matanza en The Twins debería marcar la tónica de lo que vamos a encontrar en las dos temporadas finales: un ritmo trepidante, más golpes de efecto y una cadencia (por fin) televisiva.
Sirva de ejemplo que, en tiempos de la dictadura de las novelas de George R. R. Martin, Daenerys Targaryen podría haber pasado más de una temporada atravesando el Mar Angosto, que, a pesar de su estrechez, se podría haber hecho más amplio que los campos de fútbol de Oliver y Benji. Pero en esta nueva etapa han bastado cinco minutos para trasladar a la Madre de los Dragones de Meereen a la tierra que la vio nacer.
¿Las mujeres son las auténticas protagonistas? Bueno, después de esta temporada no van a quedar camisetas en el mundo para vestir a los equipos de fans de las mujeres de la serie: hoy cualquiera se siente cómodo con un rótulo en su pecho que diga: Team Cersei, Team Daenerys, Team Arya, Team Sansa o, incluso, Team Lyanna, que se está revelando como una auténtica máquina de ganar discusiones a pesar de su corta edad.
La cuestión de género ha evolucionado mucho desde aquella secuencia de Khal Drogo violando a Daenerys hasta el panorama actual, que nos deja un escenario de mujeres empoderadas acompañadas de hombres vulnerables. En general, podemos constatar que a lo largo de la serie hemos vivido una revolución de los a priori desfavorecidos y supuestamente débiles, que se plasma en enanos convertidos en Hand de la Reina o niñas evolucionadas en letales asesinas.
A consecuencia de lo anterior, se consolida una tendencia que venía gestándose temporada a temporada: el sexo es una herramienta de poder en este juego de tronos y, asentadas las mujeres en posiciones de dominación, pasa a un lugar secundario en favor de uno de los grandes motores de esta ficción: la violencia. Así, Dragonstone trascurre sin mostrar ningún genital ni escena de cama y, a este ritmo, o la serie ofrece un capítulo rayando con el porno, o tendrá complicado igualar la cuota de sexo a la que nos tenía acostumbrados en las primeras temporadas.
Pero seamos sinceros: nos quedan nuestros personajes favoritos. ¿Cuántas pérdidas hemos lamentado en seis temporadas de Game Of Thrones? Pero, muerto el pasado, podemos preguntarnos sin complejos: ¿los echamos de menos? ¿Quién llora ya a Oberyn Martell? ¿Preferirías que Ned Stark estuviese vivo en detrimento de alguno de los actuales protagonistas? No, ¿verdad? Porque, seamos honestos, nos encantan los que quedan vivos. O, al menos, casi todos. Esta séptima temporada parte de un punto en el que nos interesan muchísimo prácticamente todas las tramas. Si son capaces de remontar los roles de dos viejos conocidos a los que nadie quiere, como Sam Tarly y Bran Stark, estaremos ante un efectivo producto para el muerdeuñismo.
En resumen, nos van a dar lo que queremos. Porque lo que queremos es que nos obliguen a llegar rápido a la casa para ver el episodio a la hora oficial de emisión. Porque lo que queremos son lunes en los que se hable de dragones y no sólo de chicas tetonas o de fútbol. Porque lo que tú quieres es que se te erice la piel de la nuca cuando suene la música de apertura de cada episodio. Porque lo que tú quieres, amigo, es Game Of Thrones en estado puro.
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