¿EL TIMO DEL AÑO? SÍ, ES UNA ESTAFA, PERO IGUAL LO DISFRUTAREMOS CADA SEGUNDO [www.facebook.com/actoresdirectoresguionistas]


Conor McGregor sabe como tumbarse, al mango, bestias supuestamente imbatibles. Sino, pregúntenle al brasileño José Aldo: un experto en seis artes marciales diferentes y considerado como el mejor peso pluma que ha existido en toda la historia de la UFC. Y es que tal loco no conoció lo que era la derrota durante 10 años. Hasta que llegó aquel 12 de diciembre de 2015 y el Tigre McGregor le arranchó del título, el de la astucia y el de la leyenda viva, en tan sólo 13 míseros segundos.

McGregor le arrimó -previa patadita fintera para tomar su distancia- un zurdazo de esos que te cambian la forma en la que, hasta esos instantes, veías la vida. Una zurda de peleonero de bar irlandes, empaquetada y enviada en un mitón de 113 gramos, un smoking para nudillos que -no nos mintamos- no amortigua nada ni le quita poder -por el contrario, le aumenta confianza- a toda la potencia que es capaz de desarrollar su Irish Fist. De pasadita, cuando Aldo se fue al piso, aprovechó para intentar terminar de fracturarle los pómulos pero sólo pudo llegar a dibujarle unos chispiantes hematomas. El árbitro lo detuvo a tiempo o Aldo no estaría hoy con nosotros. Esto es importante para entender a qué territorios nos estamos metiendo.

En el otro lado de los -como diría el profesor Jirafales- deportes de salvajes, de los que se trata de partirle la cara al prójimo, en uno en donde las piernas sólo sirven para subir los 72 escalones frontales del Museo de Arte de Philadelphia y nadie puede agarrar nada porque no tiene dedos, vive Floyd Mayweather. Es, indiscutiblemente, uno de los mejores boxeadores de la Historia. A Mayweather sólo le han preocupado dos cosas en toda su carrera: el dinero y no perder (las peleas, porque parece que es todo un despilfarrador). Tanto se ha preocupado en quedar de pie en toda la pelea que se ha retirado invicto en dos procesos hasta ahora y, cómicamente, ha vuelto sólo porque le ofrecieron tantos billetes como para llenar el coliseo romano. Tiene 41 añazos -si esto fuera fútbol ya sería un vejestorio- y siete títulos diferentes ganados como profesional. Es el mejor boxeador vivo y activo que hay en el mundo entero en este monento. Punto.

El negro es un maestro en dominar el tempo del combate, hacerte bailar un vals, ese de Chayanne que ponen en todos los quinceañeros, cuando lo que tú quieres es ir a poguear con el Bullet With Butterfly Wings de los Smashing Pumpkins y usar la inercia y el aguante para soportar más golpes que un quarterback en toda su carrera. Como decía el Papa Francisco en su discurso en Brasil antes del mundial: ¡No les tengas miedo! Esto se trata de salir al cuadrilátero a reventarle la boca al que te pusieron enfrente y, de pasadita, ganar muchísimo dinero.

El combate entre ambos fenómenos del golpe está llamado a ser la payasada del siglo, ¿no lo crees? ¿El arte del boxeo contra las salvajes artes marciales mixtas? ¿Tradición contra progreso? ¿Un irlandés experto en peleas en bares contra el dios de ebano invicto de Las Vegas? ¿De verdad te la creíste? ¡Qué va! Esto es un timo y todo el mundo lo sabe.

El primero de los cuatro encuentros (de decirse la vela verde delante de las cámaras) previos al combate del 26 de agosto nos ha dado todo lo que queríamos y más. Mala leche al extremo y toda la mala fe del caso en las vociferaciones, detalles hasta en el bordado del traje de McGregor ("FUCK YOU", decía ahí), y Mayweather tan achorado que no es que hiciera menos a su rival: es que hizo menos hasta a su rival anterior, el pobre de Andre Berto, su victoria número 49, la última hasta la fecha. Mayweather apareció con una gorra que decía 48 haciendo referencia al combate contra Manny Pacquiao, que supuso un embolso de 300 millones de dólares y el mayor evento de la historia del pay-per-view... y el de Berto, pues nah. Está más que claro que por dinero es que se ha armado todo este circo.

Mayweather sacó los trapitos al sol cuando llamó 'pobre diablo' a McGregor: "¿Ganó tres millones de dólares por su último combate? A mí me dan eso sólo por entrenar", dijo el descendiente de afroamericanos esclavos hasta hace sólo 150 años. Dinero, mucho dinero en juego. Tanto que, lo creas o no, hay un guión. Sí, como si de un blockbuster se tratara. Pero, eso sí, esta vez va a ganar el malo. Mayweather tendrá su victoria número 50 para retirarse, por tercera vez, invicto y laureado.

Y todo contra un tipo que jamás ha librado un combate de boxeo profesional, cuyos instintos le dicen que meta patadas a la loca, que clave codazos en la cara a diestra y siniestra, que arroje a su rival al suelo y lo convierta allí en empañada de carne aplastada. En la UFC, en las artes marciales mixtas, la cosa funciona así. La gente ahí sale prácticamente calata a utilizar todo su cuerpo (salvo los dientes) como arma letal o coraza para aguantar golpes mortales (salvo los huevos, los ojos y el cabello).

Lo mismo da que McGregor sea 13 años menor que Mayweather y tenga unos seis centímetros más de alcance en la pegada. ¡Es imposible que McGregor gane jugando con las reglas de boxeo profesional¡ Y, ¿sabes qué es lo peor? ¡Que él lo sabe! Su todopoderosa zurda tiene que esconderse esta vez en un guante de 10 onzas, que es tres veces más grueso que sus mitones y está bien acolchonadito como para que frene un poquito la transferencia de calcio entre puño y cara del rival. Están justamente diseñados para que esta gente pueda estar zumbándose la cabeza durante media hora en vez de pocos minutos, como en la UFC, y para soportar un poquito más y no escupan los pocos trozos de cerebro que les quedan junto con sus recuerdos de la infancia y el control de sus esfínteres anales sobre la lona. El boxeo no es para matarse. Puede que -tal vez- las artes marciales mixtas tampoco se traten de eso, pero de lo que sí se trata es de que caigas KO a la lona o de que te rindas antes de que te hagan un par de coágulos más y te conviertas en morcilla.

Así las cosas, Conor McGregor saldrá a dar un espectáculo y no esperes otra cosa. Va a perder (las últimas apuestas le dan un 84,6% de posibilidades de victoria a Mayweather) pero va a embolsarse mucho más dinero del que gana por romper cráneos en el octágono y va a llevar su carrera a un nuevo nivel: será un ídolo mundial. McGregor tiene madera de estrella, sumada a la de luchador. Y si su primera superproducción es una pelea contra Mayweather, go ahead. Pero que nadie piense que esto es una competición real, por favor. Esta pelea está más arreglada que un evento de la WWE.

Pero... ¿y si hubiera sido al revés? ¿Y si hubiesen peleado en la MMA o la UFC? OK, ¿estás hablando de que un boxeador profesional que desconoce agarres y piernas y suelo y patadas se ponga a pelear contra McGregor? ¿Habrá alguna forma más escandalosa de humillar a un campeón de boxeo profesional? No, pues, esa pelea imposible sería una masacre peor que la violación de Alemania a Brasil en el mundial (y cualquier brasileño de ese equipo hubiera preferido entrar a un octágono con McGregor a terminar goleado de esa manera y en ese estadio). También contemos con que nadie habría puesto ni un dolar en juego por un espectáculo que hubiera durado, más o menos, unos trece segundos (y eso).

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