[CRITICA] LA MAGIA DE FANTASTIC BEASTS AND WHERE TO FIND THEM NOS HACE VISLUMBRAR UN FUTURO PROMETEDOR [www.facebook.com/actoresdirectoresguionistas]

Tan oscuro como las últimas entregas de Harry Potter, el primer guión de J.K. Rowling es una aventura infantil para adultos disfuncionales pero no para niños: ¡No lleves niños a ver esta película en el cine!



Hay narradores a los que las musas les concedieron dones realmente extraordinarios, pero una categoría mirará a las demás siempre para arriba: los constructores de mundos. Desde la primera línea de Harry Potter y La Piedra Filosofal hasta sus incursiones en la novela adulta (Una Vacante Imprevista) y la ficción detectivesca (su trilogía de Robert Galbraith), J.K. Rowling ha demostrado ser una de las constructoras de universos imaginarios más eficaces, creativas y deslumbrantes de las letras contemporáneas. Para millones de lectoras y lectores en todo el mundo, su universo mágico no sólo constituye una mitología tan rica como la Tierra Media o los Mitos de Cthulhu, sino una dimensión paralela donde perderse o (a través de esa cultura del fan fiction que Potter espoileó como nadie) seguir construyendo. Por eso, cuando Warner Bros. le puso sobre la mesa una continuidad para su franquicia más lucrativa, Rowling prefirió crear un spin-off enteramente original antes que optar por un reboot. ¿Para qué volver a construir la misma piscina, cuando tienes a tu disposición un lago con tantísimas zonas inexploradas?

Fantastic Beasts and Where to Find Them es una criatura francamente idiosincrática. La decisión de llevar la mitología hacia nuevas coordenadas temporales (los años 20) y espaciales (Estados Unidos) puede resultar desconcertante, pero poco a poco va revelando su razón de ser. Rowling, guionista debutante, y David Yates, quizá el cineasta que mayor afinidad ha demostrado con su prosa, nos colocan en una realidad no muy diferente a la nuestra: al borde del salto tecnológico, torturada por un trauma bélico aún reciente y asaltada por fuerzas oscuras que amenazan con asfixiar su potencial para la maravilla. Esas fuerzas no son exactamente los mortífagos, sino algo mucho más cercano: el prejuicio, el odio al diferente, el fanatismo y la intolerancia. El personaje de Samantha Morton, líder de la Sociedad Filantrópica de New Salem, pone rostro al fascinante subtexto social de esta superproducción aparentemente escapista, así como también subraya el peligro real de un periodo (de entreguerras) en los que dos superpotencias como el mundo mágico y el muggle parecían estar buscando otra excusa para volver a despedazarse entre sí.



¿Muy oscuro para un blockbuster? Bueno, nadie ha fingido que Fantastic Beasts no lo sea. Rowling y Yates han decidido acompañar a su público potencial, aquellos espectadores que eran infantiles a principios de los 2000 y que, hoy en día, ya se han convertido en veinteañeros con un lugar especial en su corazón para la fantasía. Así, el cuarteto protagonista de este viaje por una New York deliciosamente vintage está integrado por adultos que se comportan como niños, manierismos alocados y timidez congénita incluidos. El Newt Scamander de Eddie Redmayne, excéntrico y cercano a una cierta forma de autismo, supone una creación superlativa, pero también un testimonio de nuestros tiempos: el héroe de millones de potterófilos con dificultades para socializar, el fan introvertido elevado a la categoría de héroe. Su relación con Tina Goldstein, a la que una estupenda Katherine Waterston se lleva a un terreno muy Claudette Colbert, tiene más que ver con dos colegiales de Hogwarts en el Baile de Navidad que con dos adultos urbanitas, y esa es precisamente la contradicción que late en el corazón de esta película: demasiado naíf para gustar a los adultos, demasiado tenebrosa para llevar a los niños (no los lleves al cine, ¡no es una película para niños!), Fantastic Beasts and Where to Find Them hechizará a aquellos veinteañeros y treintañeros que no hayan dejado de creer en la magia.

No es un hechizo perfecto. El papel de los proverbiales animales fantásticos en la trama es tan secundario como frustrante, llegando a convertirse en una interferencia que estanca la acción cuando hay peligros más reales acechando a Scamander y sus nuevos amigos. Y, ya que hablamos de ellos, es justo reconocer que tienen más encanto que personalidad, con un montón de semillas sobre su pasado plantadas para germinar en las secuelas, pero nada demasiado sólido a lo que agarrarnos de momento. Resulta curioso que, incluso cuando no está inspirado en una novela previa (sólo en un divertimento que Warner ha utilizado por lo reconocible de su título), el universo de Rowling sigue quedándose pequeño en la gran pantalla, como si ella y Yates también se hubiesen dejado en el tintero unas cuantas subtramas y detalles de personajes. Sin embargo, el resultado final es tan imaginativo, singular y lleno de recovecos estimulantes -la idea detrás del villano de la función es muy, muy provocadora- que uno tiende a perdonar todos sus titubeos de arranque. La proeza de Fantastic Beasts and Where to Find Them no es pequeña: se basa en una de las propiedades intelectuales más lucrativas de la industria del entretenimiento y, aún así, se las arregla para sorprender con su ingenio lúdico. Nadie como J.K. Rowling para crear la clase de mundo al que te gustaría mudarte para no volver.

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