LAS DISTOPÍAS MÁS INDESEABLES DEL CINE: LAS PELÍCULAS QUE NOS PREPARARON PARA LA LLEGADA DE DONALD TRUMP [www.facebook.com/actoresdirectoresguionistas]

Una de las funciones de la ciencia-ficción, quizá la primordial, siempre ha sido analizar el presente a través de un filtro distorsionado. Así, los futuros de la ficción anticipativa suelen ser análisis exagerados, críticos o sardónicos con contexto histórico en que fueron concebidos. Tomás Moro publicó su Utopía en 1516, pero habría que esperar hasta 1868 para que su antónimo fuese acuñado: el responsable fue John Stuart Mill, como parte una denuncia de la política británica sobre asuntos irlandeses pronunciada en la Cámara de los Comunes.


El hecho de que la primera aparición documentada de la palabra 'distopía' tuviese fines políticos no es casual: el género antiutópico es un vehículo perfecto para la denuncia social. Los primeros ejemplos de distopías literarias preceden a la propia ciencia-ficción, pero (de alguna manera) la prefiguran: La Historia de Rasselas, Príncipe de Abisinia (1759), de Samuel Johnson; o incluso la popular Los Viajes de Gulliver, de Jonathan Swift (1726), ya presentaban (con fines satíricos) sociedades corruptas, indeseables, en declive o directamente aberrantes. Las primeras distopías ambientadas en el futuro (y autoconscientes de su condición) ya tratarían a fondo temas como la represión social o el totalitarismo, normalmente desde una perspectiva progresista: El Talón de Hierro (Jack London, 1908), Un Mundo Feliz (Aldous Huxley, 1931), 1984 (George Orwell, 1949) o El Cuento de la Criada (Margaret Atwood, 1985). No es casual que todas ellas, especialmente la última, hayan sido citadas en artículos que se preguntan lo que nos espera en los próximos cuatro años. O lo que es lo mismo: en la Norteamérica de Donald Trump, hasta hace unos días sólo imaginable desde la óptica de la ciencia-ficción distópica.

Vivimos, por tanto, tiempos distópicos. No estaría de más volver la vista atrás y recordar ejemplos de ficciones que, a su manera, nos intentaron avisar del cariz que tomarían los acontecimientos. Las distopías también tienen otra función: contemplar una sociedad realmente pesadillesca nos convence de que la nuestra, en el fondo, no es tan mala... todavía.

El portal web Actores, Directores y Guionistas de Latinoamérica ha seleccionado cinco futuros imperfectos para el análisis. Quizá no sean los más representativos, pero son realmente jodidos y desoladores. Demos un paseo por el lado oscuro del porvenir.


1. The Hunger Games (Gary Ross, 2012)

Madre fundadora: Suzanne Collins.

Fechas: La trilogía de novelas se publicó entre 2008 y 2010. La adaptación al cine de la primera de ellas fue uno de los mayores taquillazos de 2012, sus tres secuelas hicieron aún más plata.

Diseño: De las ruinas post-apocalípticas de Norteamérica nació Panem, una supernación dividida en doce distritos y dominada por un Capitolio que ostenta el poder central y lo ejerce de la manera que la Gran Manzana neoyorkina lo haría. Cada uno de los Distritos es más pobre que el anterior, pero la vida en el Capitolio es puro Versalles-conoce-a-Lady Gaga: lujo, hedonismo y una concepción especial de la alta costura.

Panorámica: Todos los años cada Distrito elige a un chico y una chica como tributos (algo relacionado con un castigo por una revolución fallida del pasado) para participar en un programa de telerrealidad, los famosos Juegos del Hambre. Son como la final de un mundial de fútbol, pero con gente muriendo de verdad. ¿Es que nunca va a surgir un héroe que acabe con esta injusticia? Bueno, sí. Alguno(a) surgirá.

Subtexto: Collins afirmó haberse basado en la forma en que los gobiernos envían a sus jóvenes generaciones a la muerte cada vez que entran en guerra, citando Vietnam e Iraq como ejemplos. También capturó algo de ese clima de indignación posterior a la caída de Lehman Brothers, aunque la primera novela se redactase antes. Por último, The Hunger Games añade sátira sobre los mass media a su crítica social, convirtiendo un reality show en la máxima forma de expresión de un estado totalitario. Ahora mismo, existe un temor palpable a que una estrella de la telerrealidad conduzca a Estados Unidos hacia el fascismo, pero tampoco debemos olvidar la audacia con la que Mockingjay retrató el lenguaje revolucionario en tiempos de redes sociales.


2. Idiocracy (Mike Judge, 2006)

Padre fundador: Mike Judge.

Fechas: La película transcurre a caballo entre 2006 (fecha de su estreno) y 2505, año en que la inteligencia es sólo un recuerdo lejano.

Diseño: Como si el Los Angeles de Blade Runner hubiese sido tomado hace tiempo por idiotas. La gente vive de cualquier manera, tira la basura a la calle, ha destrozado la mayor parte de la infraestructura urbana e incluso riega las cosechas con una bebida energética. Porque todo el mundo sabe que es mejor que echarle agua.


Panorámica: La tesis de Judge, creador de esos dos apóstoles de la estulticia llamados Beavis y Butt-head, es que la humanidad lleva décadas sumida en una carrera sin control hacia el anti-intelectualismo más exacerbado. En otras palabras, nos estamos volviendo idiotas. El prólogo de la película lo deja muy claro: mientras las parejas inteligentes encuentran cada vez más razones para no concebir, la basura blanca se reproduce como conejos. El resultado final sería una sociedad donde los programas de gente lanzándose en trampolín reventasen los rankings de audiencia. Ey, esperen... WTF?

Subtexto: Más claro que el agua. Judge pagó muy cara su osadía de decirle a los espectadores que, bueno, se estaban volviendo idiotas a pasos agigantados: la película estuvo varios años secuestrada por su productora, 20th Century Fox, que se asustó cuando vio los niveles de agresividad que podía alcanzar la sátira del director. No era que los Starbucks del futuro ofrecieran alivio manual con el café o que el presidente de los Estados Unidos fuera una antigua estrella de la lucha libre: es que Fox News era lo único de ese futuro idiota que no parecía haber cambiado nada desde nuestro presente. Una de esas películas tan inteligentes que parece todo lo contrario.


3. Metropolis (Fritz Lang, 1927)

Padres fundadores: Fritz Lang y Thea von Harbou.

Fechas: La película se estrenó en enero de 1927, pero está ambientada en un 2026 hiperdesarrollado y socialmente segregado.

Diseño: Antológico, en una palabra. Lang había visitado New York tres años antes de iniciar la producción, y aún era incapaz de desterrar esos rascacielos interminables de sus sueños. Puso todos los medios técnicos de la UFA al servicio de aquella visión: metal, cristal y luz en vertical, un tejido urbano hipnótico y arrebatador que bebía tanto del Art Deco como de la pintura flamenca. El cine de ciencia-ficción moderno nace aquí.

Panorámica: La industrialización ha sido llevada hasta sus últimas consecuencias, provocando un cisma en la humanidad. Hay dos grupos sociales separados: los pensadores (genios de la teoría y propietarios de unos medios de producción que no saben operar) y los trabajadores (que sí pueden darle a una palanca, pero carecen de visión de conjunto). ¿Podrán encontrar un enlace entre ellos para alcanzar un equilibrio? Pues claro que sí: la tesis de la película es que la única conexión posible entre el cerebro y la mano es el corazón. La oda al middle managment más cara de la historia.

Subtexto: Peliagudo, como mínimo. Luis Buñuel dijo de ella que eran dos películas unidas por el vientre, refiriéndose a la descompensación entre su impecable formalismo y su narración más bien torpe. Aún peor, el guión de Von Harbou (quien se afilió al Partido Nazi en 1933) propone una visión de la lucha de clases y la dialéctica histórica que no podría ser más nacionalsocialista: de hecho, Goebbels llevó tan lejos su pasión por Metropolis que la citó en uno de sus discursos más recordados. Por ello, Lang acabó renegando de una película que, no obstante, sigue siendo un testimonio óptico del caldo de cultivo que era la Alemania de Weimar antes de que el Reichstag sufriese un... accidente.


4. Fahrenheit 451 (François Truffaut, 1966)

Padres fundadores: Ray Bradbury y François Truffat.

Fechas: La novela es de 1953, la película se estrenó en 1966, la acción transcurre en un futuro no especificado.


Diseño: La dirección de arte de Syd Cain para la adaptación de Truffat quizá sea el look definitivo de la pesadilla social imaginada por Bradbury: una arquitectura a medio camino entre el googie y el racionalismo, con unos trajes de bombero que podrían confundirse con uniformes de la Gestapo. Sin embargo, la película omitía algunos de los detalles que convertían la novela en una auténtica joya de la ficción anticipativa: en ella ya aparecen televisiones de pantalla plana, dispositivos de telefonía móvil, microondas, tabletas gráficas…

Panorámica: "Hay más de una manera de quemar un libro", escribió Bradbury en una coda a la edición de bolsillo, "y el mundo está lleno de gente corriendo por ahí con cerillas encendidas". El autor elaboró una sociedad posible a partir de la censura extrema y sus diferentes manifestaciones a lo largo de la historia, dando como resultado un estado totalitario dedicado a la erradicación sistemática de cualquier idea subversiva, o incluso individualista. Su concepción de los medios de comunicación como instrumento de represión estatal no podría resultar más contemporánea.

Subtexto: Bradbury escribió los primeros pasajes de Fahrenheit 451 en plena caza de brujas macarthista, por lo que la persecución de ideas y minorías es uno de sus temas principales. En cualquier caso, no todo es tan sencillo: el protagonista entiende al final que la gente también tiene parte de culpa, pues ellos son los que deciden dejar de leer, los que empiezan a hacer desaparecer los libros que no les gustan y los que llegan a disfrutar viendo las páginas arder. Pero el optimismo de Bradbury acaba abriéndose paso: la humanidad renacerá de sus cenizas y, por cada gobierno armado con lanzallamas, siempre habrá una niña que corra a su cuarto para salvar su poemario de Emily Dickinson.


5. Children Of Men (Alfonso Cuarón, 2006)

Padres fundadores: P.D. James y Alfonso Cuarón.

Fechas: James publicó su novela en 1992, pero no tiene demasiado que ver con la película que Cuarón estrenó en 2006. Incluso los años son diferentes: James ambientó su historia en 2021, mientras que la adaptación al cine transcurre en 2027.

Diseño: Realmente parecido a nuestro día a día. Children Of Men tenía que dar la sensación de que podía suceder pasado mañana, así que sólo los dispositivos tecnológicos son diferentes.

Panorámica: Tras 18 años de infertilidad femenina global, la civilización está al borde del colapso. Gran Bretaña se ha convertido en un estado policial, la represión estatal y el terrorismo han subido las apuestas hasta límites intolerables y todo el mundo parece estar esperando la extinción con actitud resignada. En este contexto, la súbita aparición de una chica embarazada parece lo único capaz de espolear sentimientos de fe y esperanza en una humanidad condenada.

Subtexto: Para el filósofo Slavoj Zizek, el cine de Cuarón es especialista en colocar el subtexto en el centro mismo del texto. Así, Children Of Men no sería tanto una historia de ciencia-ficción con pinceladas que recuerdan al presente, sino un análisis del presente con pinceladas de ciencia-ficción. No le falta razón: la película bebe directamente del sentimiento de odio hacia El Otro que nació tras la caída de las Torres Gemelas y los atentados del 7 de julio. Referencias visuales a las políticas de seguridad nacional, las torturas de Abu Ghraib o las protestas contra la guerra de Iraq convierten Children Of Men en una de las reflexiones más completas sobre el estado psicosocial de Occidente en la década de los 2000. De todos modos, es sólo una de las interpretaciones posibles de una obra maestra que, de alguna manera, también se las ingenia para lanzar un mensaje atemporal... y visionario, pues el Brexit hizo realidad su visión de una Inglaterra orgullosamente autárquica.

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