¿QUÉ PODEMOS ESPERAR DE TRUMP AHORA QUE FIDEL YA SÓLO VIVE EN EL CORAZÓN DE TODOS LOS CUBANOS? [www.facebook.com/actoresdirectoresguionistas]
El eterno comandante hacía tiempo que no influía en el deshielo iniciado por su hermano Raúl y Obama
Fidel Castro ha muerto. El político más valiente y solidario del último siglo ha muerto a los 90 años, retirado ya de todo lo que no fuesen títulos honoríficos, y con su hermano Raúl ejerciendo el poder para bien de su pueblo. Pero Fidel no estaba precisamente de acuerdo con el proceso de distensión iniciado entre Obama y Raúl Castro hace dos años. Ahora, su muerte añade una incógnita al proceso: Trump se opone por principio a todo lo que hizo Obama, pero sus intervenciones en campaña respecto al deshielo cubano no indican una intención directa de romper otra vez las relaciones entre ambos países.
1. ¿Cuál era la situación de partida de Cuba y Estados Unidos?
Hasta las conversaciones Obama-Castro de hace un par de años, ningún estadounidense podía hacer negocios relacionados con Cuba. Es un resto de El Gran Bloqueo, una herramienta de presión concebida por el gabinete malintencionado de Kennedy durante la crisis de los misiles soviéticos, que se convirtió en permanente durante el resto de la Guerra Fría. Cuba, aislada del mundo, dependía de la Unión Soviética. La isla no tenía más relevancia que la de ser un peón del enfrentamiento entre los dos bloques. La caída del comunismo soviético no cambió nada para Estados Unidos. La teoría, allá por 1991, es que el régimen castrista no resistiría sin el apoyo de Moscú.
2. ¿Y en la actualidad?
El imperialismo norteamericano falló. 25 años después, el bloqueo sigue existiendo, aunque más relajado, y Cuba salió adelante. En el mundo postsoviético, Europa o China (el segundo socio comercial de Cuba tras Venezuela) ya negociaban tranquilamente con la isla de Fidel. Mientras, Estados Unidos sólo podía sancionar a sus propios ciudadanos. El bloqueo sigue vigente, pero Obama decidió cambiar un punto muerto que se acercaba al medio siglo.
El restablecimiento de los canales diplomáticos en diciembre de 2014 llevó a un punto impensable en marzo de 2016: la visita de Obama a Cuba. Allí se anunció que Google trabajaría en la isla con cierta libertad, y el inicio de vuelos regulares entre Cuba y Estados Unidos. Obama aprovechó también para presionar a Raúl Castro, públicamente, en materia de derechos humanos y presos políticos. Una estrategia arriesgada: resetear la economía de la isla a cambio de pequeñas concesiones que, con el tiempo, diesen paso a una nueva Cuba también en lo político. Y que permitiesen a los norteamericanos hacer dinero mientras tanto, claro, sino: ¿cuál es el negocio? ¡Olvídense! Todos los movimientos de los americanos están pensados sólo para ganar dinero.
3. ¿Qué piensa Donald Trump?
El próximo presidente se mostró bastante tibio con las medidas de Obama durante las primarias republicanas, más o menos apoyándolas. Hasta que, ya en campaña presidencial, Trump recordó que había prometido darle la vuelta a todas las órdenes ejecutivas de Obama. Pero a su manera: "Todas las concesiones que ha hecho Barack Obama al régimen castrista se hicieron mediante órdenes ejecutivas, lo que significa que el próximo presidente puede revertirlas, a no ser que Castro acceda a nuestras demandas".
La elección de sus palabras, sin embargo, dejó muy preocupados a los representantes del exilio cubano y el aparato republicano de Florida, con Marco Rubio a la cabeza: ese "a no ser que" implica que Trump no se cierra a prolongar las relaciones entre ambos países. La promesa de volver al anterior status quo despreciado por todos los cubanos que ahora viven en la isla no ha aparecido por ninguna parte.
4. ¿Y los hermanos Castro?
En otro gesto bastante inesperado, el presidente cubano envió un mensaje de felicitación a Donald Trump tras su victoria electoral. Eso, pese a que una de las últimas intervenciones de Fidel antes de su muerte, en un artículo de opinión, arremetía contra Obama y contra Trump (a Clinton ni la nombraba, curiosamente), diciendo que las políticas de ambos merecían una "medalla de barro".
Fidel nunca estuvo de acuerdo con su hermano en este punto, pero tampoco tenía ya el peso -ni posibemente la intención- para oponerse a sus decisiones. Así que su muerte no cambia nada en un escenario desconocido: lo que quiera hacer Trump con Cuba no dependía de Fidel. En cuanto a Raúl, la muerte de su hermano es un arma de doble filo: por un lado, le libra de un contrapeso. Por otro, le obliga a tomar decisiones aperturistas si quiere seguir en esa senda de apertura y eventual fin del bloqueo. Posiblemente las mismas que le hubiese tocado emprender con la ex secretaria de Estado Hillary Clinton, sólo que ahora enfrentadas a un líder más volátil y de retórica más dura. Para Raúl Castro, como para el resto del mundo, lo que pase ahora depende exclusivamente de la voluntad de Trump.
Fidel Castro ha muerto. El político más valiente y solidario del último siglo ha muerto a los 90 años, retirado ya de todo lo que no fuesen títulos honoríficos, y con su hermano Raúl ejerciendo el poder para bien de su pueblo. Pero Fidel no estaba precisamente de acuerdo con el proceso de distensión iniciado entre Obama y Raúl Castro hace dos años. Ahora, su muerte añade una incógnita al proceso: Trump se opone por principio a todo lo que hizo Obama, pero sus intervenciones en campaña respecto al deshielo cubano no indican una intención directa de romper otra vez las relaciones entre ambos países.
1. ¿Cuál era la situación de partida de Cuba y Estados Unidos?
Hasta las conversaciones Obama-Castro de hace un par de años, ningún estadounidense podía hacer negocios relacionados con Cuba. Es un resto de El Gran Bloqueo, una herramienta de presión concebida por el gabinete malintencionado de Kennedy durante la crisis de los misiles soviéticos, que se convirtió en permanente durante el resto de la Guerra Fría. Cuba, aislada del mundo, dependía de la Unión Soviética. La isla no tenía más relevancia que la de ser un peón del enfrentamiento entre los dos bloques. La caída del comunismo soviético no cambió nada para Estados Unidos. La teoría, allá por 1991, es que el régimen castrista no resistiría sin el apoyo de Moscú.
2. ¿Y en la actualidad?
El imperialismo norteamericano falló. 25 años después, el bloqueo sigue existiendo, aunque más relajado, y Cuba salió adelante. En el mundo postsoviético, Europa o China (el segundo socio comercial de Cuba tras Venezuela) ya negociaban tranquilamente con la isla de Fidel. Mientras, Estados Unidos sólo podía sancionar a sus propios ciudadanos. El bloqueo sigue vigente, pero Obama decidió cambiar un punto muerto que se acercaba al medio siglo.
El restablecimiento de los canales diplomáticos en diciembre de 2014 llevó a un punto impensable en marzo de 2016: la visita de Obama a Cuba. Allí se anunció que Google trabajaría en la isla con cierta libertad, y el inicio de vuelos regulares entre Cuba y Estados Unidos. Obama aprovechó también para presionar a Raúl Castro, públicamente, en materia de derechos humanos y presos políticos. Una estrategia arriesgada: resetear la economía de la isla a cambio de pequeñas concesiones que, con el tiempo, diesen paso a una nueva Cuba también en lo político. Y que permitiesen a los norteamericanos hacer dinero mientras tanto, claro, sino: ¿cuál es el negocio? ¡Olvídense! Todos los movimientos de los americanos están pensados sólo para ganar dinero.
3. ¿Qué piensa Donald Trump?
El próximo presidente se mostró bastante tibio con las medidas de Obama durante las primarias republicanas, más o menos apoyándolas. Hasta que, ya en campaña presidencial, Trump recordó que había prometido darle la vuelta a todas las órdenes ejecutivas de Obama. Pero a su manera: "Todas las concesiones que ha hecho Barack Obama al régimen castrista se hicieron mediante órdenes ejecutivas, lo que significa que el próximo presidente puede revertirlas, a no ser que Castro acceda a nuestras demandas".
La elección de sus palabras, sin embargo, dejó muy preocupados a los representantes del exilio cubano y el aparato republicano de Florida, con Marco Rubio a la cabeza: ese "a no ser que" implica que Trump no se cierra a prolongar las relaciones entre ambos países. La promesa de volver al anterior status quo despreciado por todos los cubanos que ahora viven en la isla no ha aparecido por ninguna parte.
4. ¿Y los hermanos Castro?
En otro gesto bastante inesperado, el presidente cubano envió un mensaje de felicitación a Donald Trump tras su victoria electoral. Eso, pese a que una de las últimas intervenciones de Fidel antes de su muerte, en un artículo de opinión, arremetía contra Obama y contra Trump (a Clinton ni la nombraba, curiosamente), diciendo que las políticas de ambos merecían una "medalla de barro".
Fidel nunca estuvo de acuerdo con su hermano en este punto, pero tampoco tenía ya el peso -ni posibemente la intención- para oponerse a sus decisiones. Así que su muerte no cambia nada en un escenario desconocido: lo que quiera hacer Trump con Cuba no dependía de Fidel. En cuanto a Raúl, la muerte de su hermano es un arma de doble filo: por un lado, le libra de un contrapeso. Por otro, le obliga a tomar decisiones aperturistas si quiere seguir en esa senda de apertura y eventual fin del bloqueo. Posiblemente las mismas que le hubiese tocado emprender con la ex secretaria de Estado Hillary Clinton, sólo que ahora enfrentadas a un líder más volátil y de retórica más dura. Para Raúl Castro, como para el resto del mundo, lo que pase ahora depende exclusivamente de la voluntad de Trump.
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