UN REPASO POR EL LEGADO MITOLÓGICO DE STOICHKOV, CANTONA Y VINNIE JONES [www.facebook.com/actoresdirectoresguionistas]

Cuando se un Bad Ass te lleva al estrellato cinematográfico de acción


El fútbol antiguo se jugaba a patadones, con el gesto macho y el colmillo húmedo. Eran otros tiempos y los puntapiés venían afilados a la espinilla. Golpes a diestra y siniestra, que se puede ver en un pleito en un bar o en un patio de recreo donde el árbitro se jugaba la integridad cada vez que pitaba falta. Y si no la pitaba, también.

Algo parecido le ocurrió a un tal Urizar Azpitarte, el réferi que arbitró un Barcelona - Real Madrid y que recibió la sentencia del búlgaro Stoichkov, que en aquel momento sudaba la camiseta azulgrana. El tal Stoichkov era un jugador de los conocidos como conflictivos, futbolistas que escupían por el colmillo, en franca matonería, dispuestos siempre para la pendencia. Stoichkov pertenecía a ese grupo aristocrático y era de los achorados, según palabras del árbitro Azpitarte, que recibió un pisotón que todavía le duele.

"¡Hala Madrid!" parece ser que fue lo que le dijo Stoichkov, en bajito, cuando apretó sus tacos con fuerza, presionándolos con toda su testosterona acumulada. En realidad, no es que Stoichkov jugase sucio, es que era protestón. Se quejaba por la entrada que había recibido de Chendo y por eso el colegiado le sacó tarjeta. "Por simular", por hacer teatro. Fue cuando Stoichkov dio a entender que allí el único que simulaba era el árbitro, que jugaba para el Real Madrid. Entonces, desde el banquillo de los acusados, el mismísimo Cruyff se lanzó a protestar. Es cuando empieza la bronca. En las gradas del Camp Nou se nombra a la madre, a la hermana, al padre y a toda la parentela del árbitro. El madridista Hugo Sánchez aprovecha y se toca los genitales al concluir el encuentro.


Empezaban los 90 y el fútbol antiguo aún persistía en la vieja Europa con nombres como el de Stoichkov o como ese otro, que fue más allá y que le metió una patada de kung-fu a un hooligan de esos que andaba cerca. Experto en artes marciales, el jugador francés Cantona voló por los aires hasta alcanzar con sus tacos a un hincha que le gritaba "vuélvete a Francia con tu puta madre, bastardo".

El que así increpaba desde detrás de la valla publicitaria se enteró de lo que puede pasar cuando se insulta a un marsellés nacido y criado en el barrio de Les Caillols. Éric Cantona siempre fue un duro de pelar. Uno de esos tipos que caminan con la calle por delante y la mirada siempre más allá. Un achoramiento forjado a las malas sumado a la habilidad heredada de un barrio obrero da como resultado un hombre astuto a la hora de enfrentarse contra la autoridad del contrario. Cantona lanzaba puntapiés impulsado por los calostros que mamó en una de las geografías más raciales del mapa europeo.

En un lejano partido, Éric Cantona fue expulsado por pegarle un balonazo al árbitro, y tal vez allí empezó el conflicto en su carrera, cuando la Federación Francesa de Fútbol lo suspendió por cuatro partidos. Una sanción a la que el jugador respondería con juegos florales. Cantona acabaría haciendo cine, como ese otro, de su misma escuela, la de los broncas, llamado Vinnie Jones, futbolista con el rostro de carne hecha roca. Un bistec muy frito por ambas caras. Un churrasco de suela pero de los años 80. Un plato difícil de digerir en aquellos tiempos y más ahora, cuando los futbolistas se depilan la ceja y los vellos de las piernas.

Nacido en familia de clase obrera, Vinnie Jones se largó de su casa antes de cumplir la mayoría de edad. Lo hizo para hacerse futbolista. Se buscó la vida de albañil y así estuvo hasta que le dieron la oportunidad poco después, en el año 1986, en el Wimbledon F. C., donde destacaría por sus maneras violentas en el terreno de juego.

Un churrasco de suela con guarnición genital de cemento que realizaba marcajes de un salvajismo primario, llegando a agarrar los testículos de su víctima con fuerza, estrujándolos como si fueran albóndigas sobaqueras. "Yo los tengo más duros", les decía a sus rivales sonriéndoles con el cuchillo entre los dientes, el cuello hinchado y bovino y la mirada asesina. Si por algo pasará a la historia Vinnie será como creador de un estilo de juego que se denominaría kick and rush, algo así como "mete la patada y sal corriendo".

Al final, por mucho que corrieran Vinnie, Cantona o el búlgaro Stoichkov, los tiempos acabarían por alcanzar a cada uno de ellos. Porque el juego limpio siempre juega con ventaja.

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