EL COMEBACK DE WINONA RYDER: ADIÓS A LA NIÑA BERRINCHONA, HOLA A LA MADRE CORAJE [www.facebook.com/actoresdirectoresguionistas]

La reina de los 90 ha pasado una década en el limbo y Stranger Things nos la ha devuelto en plena forma, pero ya no es la Winona que conocíamos


Hubo una época a principios de los noventa en la que el tiempo se detuvo y todo iba a permanecer para siempre. Winona fue la reina del presente constante. Siempre iba a ser joven, siempre iba a ser bella, siempre iba a ser la novia del Depp, siempre iba a ser actriz. Estaba en nuestras pantallas, en nuestras portadas, en nuestras paredes. La llevábamos en los folders y en el corazón. Su estrella era inmaculada, su desaliño era lo máximo, era santa Winona de Los Ángeles. Nada podía salir mal.

Nada hacía presagiar la separación del Depp, que tuvo que rehacerse el tatuaje más famoso de la historia y dejarlo en WINO FOREVER, o que la fulgurante carrera llena de momentos estelares como ese Shake Señora de Beetlejuice o la vampiresa endiablada del Dracula de Coppola se viniera al traste, acabando en aquel episodio cleptómano inenarrable en el que estuvo a punto de llevarse 6000 dólares en ropa de un centro comercial en la navidad de 2001.

2001 fue para Winona lo que 2007 para Britney, aunque también es cierto que en ese año tuvo dos momentos estelares de su carrera: el episodio de Friends en el que se chapa con Rachel y el insuperable cameo en Zoolander. Winona, te perdonamos.

Anduvo a trompicones por esa década la que debería haber sido una estrella rutilante del firmamento cinematográfico. Algunos la daban por perdida. Otros la echábamos de menos. Y de repente, esa maravilla llamada Netflix la repesca con una de sus producciones propias más brillantes: Stranger Things.

Ambientada en los ochenta de verdad, esos ochenta de Spielberg tan imperfectos y tan suburbanos, Stranger Things es una buena partida de Calabozos y Dragones combinada con una buena película de miedo. Las referencias directas a lugares comunes de la cultura popular son para gozar, incluso para los alérgicos a la nostalgia. Los niños actores no dan grima por primera vez en treinta años, y los adultos cuentan entre sus filas a Winona, rediviva y resucitada, como si la hubieran rescatado del mismo universo paralelo que se retrata en la serie.

Otra vez con el desaliño perfecto, otra vez divina, y un poco almodovariana, le faltan los pendientes de cafeteras para encajar perfectamente en el reparto de Mujeres al Borde de un Ataque de Nervios. Winona ha entendido que no podía marcarse un comeback de niña berrinchona y retorna como madre coraje desquiciada de la vida y todos le hacemos la ola porque, francamente, está para sacarse el sombrero.

Y ahora que prepara no sólo la segunda temporada de la serie, sino la segunda parte de Beetlejuice, nos regocijamos con el hecho de que, al menos por ahora, la historia haya tenido final feliz, y una de las mujeres con más talento de Hollywood no se haya perdido para siempre por las sendas de la memoria, ni haya optado por vías de reincorporación rápidas y fáciles, pero mucho más obvias. Winona ha vuelto, limpia de las telarañas de la olvidada Generación X, lista para volver a reinar. Larga vida a Winona.

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