EL FÓSIL MÁS COMÚN QUE DEJARÁ NUESTRA ERA SERÁ EL DE HUESOS DE POLLO [www.facebook.com/actoresdirectoresguionistas]
Por primera vez los productos generados por los humanos y sus correspondientes residuos han alcanzado una categoría de capa geológica inseparable de una capa política global
Los fans de los residuos están de suerte. Una parte nada desdeñable de paleontólogos creen que los humanos residimos ya en una nueva era, el Antropoceno. ¿Antropo qué? Sí, del mismo modo que existieron las eras del Pleistoceno y el Holoceno, se cree que estamos de lleno en ese lugar que parecía ficción: cuando el humano modifica a tal punto el Planeta que éste ya no funciona como un sistema autónomo respecto a nosotros.
Bueno, conviene recordar que desde un punto de vista de la teoría cultural siempre se ha sabido que eso a lo llamamos natural no existe como tal; todo pasa por el filtro del humano. Hacer una fotografía a un bosque, a un ciervo o a Saturno modifica ipso facto y para siempre ese bosque, ese ciervo y ese planeta. En el momento en el que hay una mirada hay una cultura, y por lo tanto aparece un grado más o menos complejo de artificio, propio de cada civilización. De ahí que invitaciones como "disfrute de estas papas fritas naturales" hayan sido y sean siempre meros reclamos publicitarios, estrategias de marketing sin más entidad real que decir "disfrute de esta papas fritas artificiales". La eterna dialéctica artificial vs natural es tan endeble y vacía como aquella otra de alma vs cuerpo, categorías que dejan de tener sentido en beneficio de una idea mucho más realista y cooperante: en todo hay algo natural y algo artificial. Quieran o no, conviven y se realimentan.
La Era Antropocena -caso hasta la fecha más extremo de esa realimentación y por lo tanto dilución de lo natural en lo artificial-, es una formulación en desarrollo aún, pero los expertos datan su inicio en la Revolución Industrial del finales del siglo XIX. Lo interesante es que es una categoría que, como viene derivada de la interacción humano-Tierra, no sólo es geológica y zoológica -como sí eran el Pleistoceno y el Holoceno- sino que también es social, lo cual implica que para pensar en ella deban hibridarse conceptos que hasta hora estaban separados (química, geología, biología, hábitos de consumo de las sociedades desarrolladas, política, etc). Dicho de otro modo: por primera vez los productos generados por los humanos y sus correspondientes residuos han alcanzado una categoría de capa geológica inseparable de una capa política global.
Nótese que cuando se dice "residuos como nueva capa geológica" no sólo se refiere a lo que peyorativamente llamamos basura, sino que incluye en la misma medida otras cosas que en principio nos benefician, por ejemplo el cableado de Internet que empaqueta hoy la Tierra, el tejido vivo de la las ciudades, los satélites de comunicaciones, la red de alcantarillado, la red de solidaridad mundial, etc. Por "residuo" se entiende todo aquello que antes era ajeno a los procesos propiamente terrestres. Por ejemplo, algunos defienden que el fósil más común que dejaremos será el de huesos de pollo y de gallina, desde hace 100 años el animal más criado y consumido en todo el Planeta.
El propio hecho del mundo globalizado es un signo de Era Antropocena: que un gesto que uno haga en su casa pueda ayudar a modificar (positiva o negativamente) la humedad relativa en la Antártida, o que una acción que uno lleve a cabo en su ciudad pueda tener un eco real (positivo o negativo) en un campo de cultivo de Australia, quiere decir que la propia Tierra entra en interacción y realimentación de un modo global con el ser humano tecnificado. Somos ya realmente parte de una misma capa de espacio y de tiempo.
Los fans de los residuos están de suerte. Una parte nada desdeñable de paleontólogos creen que los humanos residimos ya en una nueva era, el Antropoceno. ¿Antropo qué? Sí, del mismo modo que existieron las eras del Pleistoceno y el Holoceno, se cree que estamos de lleno en ese lugar que parecía ficción: cuando el humano modifica a tal punto el Planeta que éste ya no funciona como un sistema autónomo respecto a nosotros.
Bueno, conviene recordar que desde un punto de vista de la teoría cultural siempre se ha sabido que eso a lo llamamos natural no existe como tal; todo pasa por el filtro del humano. Hacer una fotografía a un bosque, a un ciervo o a Saturno modifica ipso facto y para siempre ese bosque, ese ciervo y ese planeta. En el momento en el que hay una mirada hay una cultura, y por lo tanto aparece un grado más o menos complejo de artificio, propio de cada civilización. De ahí que invitaciones como "disfrute de estas papas fritas naturales" hayan sido y sean siempre meros reclamos publicitarios, estrategias de marketing sin más entidad real que decir "disfrute de esta papas fritas artificiales". La eterna dialéctica artificial vs natural es tan endeble y vacía como aquella otra de alma vs cuerpo, categorías que dejan de tener sentido en beneficio de una idea mucho más realista y cooperante: en todo hay algo natural y algo artificial. Quieran o no, conviven y se realimentan.
La Era Antropocena -caso hasta la fecha más extremo de esa realimentación y por lo tanto dilución de lo natural en lo artificial-, es una formulación en desarrollo aún, pero los expertos datan su inicio en la Revolución Industrial del finales del siglo XIX. Lo interesante es que es una categoría que, como viene derivada de la interacción humano-Tierra, no sólo es geológica y zoológica -como sí eran el Pleistoceno y el Holoceno- sino que también es social, lo cual implica que para pensar en ella deban hibridarse conceptos que hasta hora estaban separados (química, geología, biología, hábitos de consumo de las sociedades desarrolladas, política, etc). Dicho de otro modo: por primera vez los productos generados por los humanos y sus correspondientes residuos han alcanzado una categoría de capa geológica inseparable de una capa política global.
Nótese que cuando se dice "residuos como nueva capa geológica" no sólo se refiere a lo que peyorativamente llamamos basura, sino que incluye en la misma medida otras cosas que en principio nos benefician, por ejemplo el cableado de Internet que empaqueta hoy la Tierra, el tejido vivo de la las ciudades, los satélites de comunicaciones, la red de alcantarillado, la red de solidaridad mundial, etc. Por "residuo" se entiende todo aquello que antes era ajeno a los procesos propiamente terrestres. Por ejemplo, algunos defienden que el fósil más común que dejaremos será el de huesos de pollo y de gallina, desde hace 100 años el animal más criado y consumido en todo el Planeta.
El propio hecho del mundo globalizado es un signo de Era Antropocena: que un gesto que uno haga en su casa pueda ayudar a modificar (positiva o negativamente) la humedad relativa en la Antártida, o que una acción que uno lleve a cabo en su ciudad pueda tener un eco real (positivo o negativo) en un campo de cultivo de Australia, quiere decir que la propia Tierra entra en interacción y realimentación de un modo global con el ser humano tecnificado. Somos ya realmente parte de una misma capa de espacio y de tiempo.
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