[ENTREVISTA] COLIN FIRTH: "PODRÍAS INTENTAR HACER ALGO SIMILAR A BRIDGET JONES, PERO NO FUNCIONARÍA" [www.facebook.com/actoresdirectoresguionistas]
El actor nos cuenta los retos y placeres de interpretar (por tercera vez) al galán más estirado de Reino Unido en Bridget Jones's Baby. La película ya llegó a nuestras pantallas y queríamos saber por qué el personaje de Renée Zellweger sigue siendo un fenómeno de masas, así que aprovechamos que su Mr. Darcy nos atendió el teléfono para preguntárselo a él mismo.
-¿Qué ha aprendido, como actor, de un personaje al que ha podido volver en diferentes fases de su carrera?
-No creo que repetir un papel sea automáticamente interesante, sino que tienes que esperar a que se convierta en interesante. En este caso, el secreto ha sido el paso del tiempo. El personaje de Mark Darcy no tiene demasiada sustancia por sí mismo, de modo que haber seguido haciendo una variación tras otra sobre él, sólo por el interés del público o la taquilla, habría acabado siendo contraproducente. Yo mismo no estaba seguro de querer recuperarlo, hasta que comprendí que todos los años transcurridos desde la útima vez añadían un nuevo elemento: ahora se está moviendo hacia otra generación. Por supuesto, no es un ejercicio particularmente serio. Lo hacemos con intención cómica, pero el paso del tiempo convierte la decisión de volver a Mr. Darcy en algo específico.
-¿El regreso de Sharon Maguire, directora de la primera entrega, también fue un factor importante en su decisión? ¿Qué es lo que ella aporta al universo de Bridget Jones?
-Sharon conoce ese universo mejor que cualquiera de nosotros. Estaba allí antes de las películas, pues es amiga íntima de Helen Fielding y, posiblemente, fuese la inspiración para dos de sus personajes: Shazza y Jude. De modo que no tenemos otra autoridad mayor para el trabajo, pero no se acaba ahí: Sharon es, creo, una apasionada de este material, que considera muy próximo a ella y a su vida. Pertenece por completo a este universo, y eso es lo que hace que funcione. De nuevo, nuestro objetivo es la comedia, pero considero que se debe partir de una cierta autenticidad para conseguirlo. Ella lo consigue sin esfuerzo.
-¿Considera a Mr. Darcy como una oportunidad para reflexionar, a través de la parodia, sobre la pervivencia en nuestros días del arquetipo de héroe romántico y austeniano?
-Él es una parodia, completamente de acuerdo. De hecho, creo que esta última encarnación del personaje se ha convertido casi en una parodia de las anteriores, que a su vez eran una suerte de parodia de Jane Austen. Así que, sí, quizá se haya convertido en una suerte de ejercicio posmoderno acerca de la reflexividad sin fin de nuestra cultura (risas). No ha sido necesariamente fruto del cálculo, sino que creo que es la consecuencia de una serie de accidentes. Accidentes fascinantes, por supuesto, porque indican un gran nivel de autoconsciencia en la cultura moderna.
-¿Cómo fue el proceso de gestación del personaje? ¿Es cierto que ya estaba unido a él antes de que aceptase interpretarlo en el cine?
-Al mismo tiempo que yo estaba interpretando al Mr. Darcy de Jane Austen en la miniserie de Pride and Prejudice para la BBC, las columnas de Bridget Jones empezaron a publicarse en The Independent. De modo que yo, como Colin, era mencionado casi semanalmente en el periódico gracias a Helen Fielding, que escribía bajo el seudónimo de Bridget. Mi nombre formaba parte de su diario, estaba exactamente ahí. Después conocí a Helen en persona: yo estaba viviendo en Roma por aquel entonces -1996, creo recordar-, así que vino a entrevistarme. ¡Fingiendo que era Bridget quien lo hacía, claro! La entrevista apareció en la columna, luego formó parte del segundo libro. Y todo esto es, recordemos, antes de la primera película. Mi relación con el personaje se remonta a los 90, así que es comprensible que, a la hora de contratar a un actor para la adaptación al cine, pareciera irresistible llamarme a mí. Todo empezó, si lo quieres ver así, como una broma privada. Nada estaba planeado. Tampoco se suponía que deberíamos haber llegado tan lejos. Y la única razón por la que lo hemos hecho es, de nuevo, el interés por romper las barreras de la broma privada, del cliché, y averiguar qué les sucedería a estos personajes con el paso del tiempo.
-¿Le pareció interesante explorar cómo alguien como él se enfrenta a la idea de la paternidad?
-Me gustó que sólo viéramos su reacción ante la idea, no su modo de enfrentarse al hecho en sí. No creo que la película proporcione muchas pistas sobre el tipo de padre que sería ninguno de estos personajes, sino que hay una cierta nota de ambigüedad al respecto.
-La saga de Bridget Jones también se ha querido leer como un comentario de las relaciones entre mujeres y hombres en la era moderna. Y, de hecho, esta tercera entrega trata frontalmente la eclosión de un nuevo feminismo en la sociedad. ¿Está de acuerdo?
-Creo que, como sociedad, estamos en un proceso de evolución constante. Pero hay que tener en cuenta que no estamos volviendo la vista atrás y analizando una generación que ya ha muerto, sino que hablamos de hace 15, 20 años. No me parece que tengamos la distancia adecuada como para poder juzgar el impacto de estas novelas y estas películas en la sociedad: la gente que se enganchó a Bridget Jones's Diary alrededor del año 2000 es la misma que puede acceder ahora a esta tercera película. Todos hemos formado parte de los cambios y evoluciones sociales, los hemos hecho juntos. O quizá hemos reaccionado a algunos de ellos sin hacer nada, intentando mantener nuestra posición, y eso ha creado posibles fricciones con las fuerzas de cambio, como se ve en la película. Creo que es un reflejo del lugar donde estamos ahora como sociedad, una observación cómica. Sin embargo, lo fascinante de la cuestión es que estamos hablando de las mismas personas: no ha habido un renacimiento o un relevo generacional, sino una evolución de los intérpretes, los personajes y el público. Todo cambio sísmico que hemos vivido ha formado parte de un proceso colectivo.
-¿Cómo cree que el personaje de Bridget ha sobrevivido al paso del tiempo? Cuando se publicaron las novelizaciones de sus columnas, muchos críticos literarios definieron el fenómeno como una flor de un día, o un reflejo autocombustible de los intereses editoriales de finales de los 90, principios de los 00. Y, sin embargo, ahora estamos aquí.
-Cuando algo resuena, siempre habrá teorías al respecto. Puedes leerlas todas, y desde luego hay algunas que aciertan parcialmente: el talento y carisma de Renée Zellweger, la combinación de personajes más grandes que la vida con situaciones que en las que todo el mundo se ve reflejado, el hecho de que los textos de Helen Fielding y todo el proyecto de la primera película parece corresponder de forma precisa a un momento concreto. Sí, es probable que todas ellas sean buenas razones. No obstante, estoy convencido de que podrías intentar algo similar y no funcionaría. Al final, la verdadera razón es siempre nebulosa y personal, pues tiene que ver con las personas que están detrás del fenómeno y su energía particular, tanto como individuos como a la hora de formar el equipo. Así que he de concluir que es un misterio.
-Quizá el mayor cambio en su vida de cara a esta tercera entrega es la ausencia de Hugh Grant y su personaje. ¿Qué cree que aporta Patrick Dempsey a la ecuación?
-En mi caso, su presencia fue decisiva: necesitaba conocerlo antes de tomar cualquier decisión. Cuando nos reunimos por primera vez, no me quedó ninguna duda de que no iba a interpretar al personaje de Hugh Grant. Porque ese era uno de mis principales temores a la hora de hacer esto, y Patrick lo disipó al instante: creo que aporta algo que no habíamos visto hasta entonces en la saga. Con Hugh, la rivalidad era natural: esos dos hombres estaban condenados a enfrentarse por naturaleza, independientemente de que Bridget se hubiera cruzado en sus vidas. En cambio, Mark no puede odiar a Patrick, porque nadie puede odiar realmente a Patrick y a todo lo que le aporta al personaje de Jack. Eso es lo interesante del triángulo amoroso esta vez: Darcy debería querer matar a su rival romántico, pero sencillamente no puede. ¿Qué hacer cuando el tipo que sale con Bridget no es su enemigo, sino alguien a quién respeta? Esa pregunta me hizo subir a bordo.
-¿Fue difícil mantenerse tan circunspecto como exigía su personaje durante las escenas cómicas?
-Oh, Dios, sí que lo fue. Especialmente cada vez que entraba en juego una de las personas más divertidas de este planeta: Emma Thompson. Quería reírme con sus frases como todos los demás, pero debía mantener la compostura y recordar que Mr. Darcy es un personaje definido por sus inhibiciones en un mundo, y en una relación romántica, que no tiene absolutamente ninguna. Y eso es lo que hace que este pastiche nuestro funcione cada vez: la locura y la espontaneidad de Bridget es exactamente lo que Mark necesita, y viceversa. En el momento en que no actúe como un estirado y me deje llevar por la comedia del set, la fórmula se va al tacho.
-¿Qué ha aprendido, como actor, de un personaje al que ha podido volver en diferentes fases de su carrera?
-No creo que repetir un papel sea automáticamente interesante, sino que tienes que esperar a que se convierta en interesante. En este caso, el secreto ha sido el paso del tiempo. El personaje de Mark Darcy no tiene demasiada sustancia por sí mismo, de modo que haber seguido haciendo una variación tras otra sobre él, sólo por el interés del público o la taquilla, habría acabado siendo contraproducente. Yo mismo no estaba seguro de querer recuperarlo, hasta que comprendí que todos los años transcurridos desde la útima vez añadían un nuevo elemento: ahora se está moviendo hacia otra generación. Por supuesto, no es un ejercicio particularmente serio. Lo hacemos con intención cómica, pero el paso del tiempo convierte la decisión de volver a Mr. Darcy en algo específico.
-¿El regreso de Sharon Maguire, directora de la primera entrega, también fue un factor importante en su decisión? ¿Qué es lo que ella aporta al universo de Bridget Jones?
-Sharon conoce ese universo mejor que cualquiera de nosotros. Estaba allí antes de las películas, pues es amiga íntima de Helen Fielding y, posiblemente, fuese la inspiración para dos de sus personajes: Shazza y Jude. De modo que no tenemos otra autoridad mayor para el trabajo, pero no se acaba ahí: Sharon es, creo, una apasionada de este material, que considera muy próximo a ella y a su vida. Pertenece por completo a este universo, y eso es lo que hace que funcione. De nuevo, nuestro objetivo es la comedia, pero considero que se debe partir de una cierta autenticidad para conseguirlo. Ella lo consigue sin esfuerzo.
-¿Considera a Mr. Darcy como una oportunidad para reflexionar, a través de la parodia, sobre la pervivencia en nuestros días del arquetipo de héroe romántico y austeniano?
-Él es una parodia, completamente de acuerdo. De hecho, creo que esta última encarnación del personaje se ha convertido casi en una parodia de las anteriores, que a su vez eran una suerte de parodia de Jane Austen. Así que, sí, quizá se haya convertido en una suerte de ejercicio posmoderno acerca de la reflexividad sin fin de nuestra cultura (risas). No ha sido necesariamente fruto del cálculo, sino que creo que es la consecuencia de una serie de accidentes. Accidentes fascinantes, por supuesto, porque indican un gran nivel de autoconsciencia en la cultura moderna.
-¿Cómo fue el proceso de gestación del personaje? ¿Es cierto que ya estaba unido a él antes de que aceptase interpretarlo en el cine?
-Al mismo tiempo que yo estaba interpretando al Mr. Darcy de Jane Austen en la miniserie de Pride and Prejudice para la BBC, las columnas de Bridget Jones empezaron a publicarse en The Independent. De modo que yo, como Colin, era mencionado casi semanalmente en el periódico gracias a Helen Fielding, que escribía bajo el seudónimo de Bridget. Mi nombre formaba parte de su diario, estaba exactamente ahí. Después conocí a Helen en persona: yo estaba viviendo en Roma por aquel entonces -1996, creo recordar-, así que vino a entrevistarme. ¡Fingiendo que era Bridget quien lo hacía, claro! La entrevista apareció en la columna, luego formó parte del segundo libro. Y todo esto es, recordemos, antes de la primera película. Mi relación con el personaje se remonta a los 90, así que es comprensible que, a la hora de contratar a un actor para la adaptación al cine, pareciera irresistible llamarme a mí. Todo empezó, si lo quieres ver así, como una broma privada. Nada estaba planeado. Tampoco se suponía que deberíamos haber llegado tan lejos. Y la única razón por la que lo hemos hecho es, de nuevo, el interés por romper las barreras de la broma privada, del cliché, y averiguar qué les sucedería a estos personajes con el paso del tiempo.
-¿Le pareció interesante explorar cómo alguien como él se enfrenta a la idea de la paternidad?
-Me gustó que sólo viéramos su reacción ante la idea, no su modo de enfrentarse al hecho en sí. No creo que la película proporcione muchas pistas sobre el tipo de padre que sería ninguno de estos personajes, sino que hay una cierta nota de ambigüedad al respecto.
-La saga de Bridget Jones también se ha querido leer como un comentario de las relaciones entre mujeres y hombres en la era moderna. Y, de hecho, esta tercera entrega trata frontalmente la eclosión de un nuevo feminismo en la sociedad. ¿Está de acuerdo?
-Creo que, como sociedad, estamos en un proceso de evolución constante. Pero hay que tener en cuenta que no estamos volviendo la vista atrás y analizando una generación que ya ha muerto, sino que hablamos de hace 15, 20 años. No me parece que tengamos la distancia adecuada como para poder juzgar el impacto de estas novelas y estas películas en la sociedad: la gente que se enganchó a Bridget Jones's Diary alrededor del año 2000 es la misma que puede acceder ahora a esta tercera película. Todos hemos formado parte de los cambios y evoluciones sociales, los hemos hecho juntos. O quizá hemos reaccionado a algunos de ellos sin hacer nada, intentando mantener nuestra posición, y eso ha creado posibles fricciones con las fuerzas de cambio, como se ve en la película. Creo que es un reflejo del lugar donde estamos ahora como sociedad, una observación cómica. Sin embargo, lo fascinante de la cuestión es que estamos hablando de las mismas personas: no ha habido un renacimiento o un relevo generacional, sino una evolución de los intérpretes, los personajes y el público. Todo cambio sísmico que hemos vivido ha formado parte de un proceso colectivo.
-¿Cómo cree que el personaje de Bridget ha sobrevivido al paso del tiempo? Cuando se publicaron las novelizaciones de sus columnas, muchos críticos literarios definieron el fenómeno como una flor de un día, o un reflejo autocombustible de los intereses editoriales de finales de los 90, principios de los 00. Y, sin embargo, ahora estamos aquí.
-Cuando algo resuena, siempre habrá teorías al respecto. Puedes leerlas todas, y desde luego hay algunas que aciertan parcialmente: el talento y carisma de Renée Zellweger, la combinación de personajes más grandes que la vida con situaciones que en las que todo el mundo se ve reflejado, el hecho de que los textos de Helen Fielding y todo el proyecto de la primera película parece corresponder de forma precisa a un momento concreto. Sí, es probable que todas ellas sean buenas razones. No obstante, estoy convencido de que podrías intentar algo similar y no funcionaría. Al final, la verdadera razón es siempre nebulosa y personal, pues tiene que ver con las personas que están detrás del fenómeno y su energía particular, tanto como individuos como a la hora de formar el equipo. Así que he de concluir que es un misterio.
-Quizá el mayor cambio en su vida de cara a esta tercera entrega es la ausencia de Hugh Grant y su personaje. ¿Qué cree que aporta Patrick Dempsey a la ecuación?
-En mi caso, su presencia fue decisiva: necesitaba conocerlo antes de tomar cualquier decisión. Cuando nos reunimos por primera vez, no me quedó ninguna duda de que no iba a interpretar al personaje de Hugh Grant. Porque ese era uno de mis principales temores a la hora de hacer esto, y Patrick lo disipó al instante: creo que aporta algo que no habíamos visto hasta entonces en la saga. Con Hugh, la rivalidad era natural: esos dos hombres estaban condenados a enfrentarse por naturaleza, independientemente de que Bridget se hubiera cruzado en sus vidas. En cambio, Mark no puede odiar a Patrick, porque nadie puede odiar realmente a Patrick y a todo lo que le aporta al personaje de Jack. Eso es lo interesante del triángulo amoroso esta vez: Darcy debería querer matar a su rival romántico, pero sencillamente no puede. ¿Qué hacer cuando el tipo que sale con Bridget no es su enemigo, sino alguien a quién respeta? Esa pregunta me hizo subir a bordo.
-¿Fue difícil mantenerse tan circunspecto como exigía su personaje durante las escenas cómicas?
-Oh, Dios, sí que lo fue. Especialmente cada vez que entraba en juego una de las personas más divertidas de este planeta: Emma Thompson. Quería reírme con sus frases como todos los demás, pero debía mantener la compostura y recordar que Mr. Darcy es un personaje definido por sus inhibiciones en un mundo, y en una relación romántica, que no tiene absolutamente ninguna. Y eso es lo que hace que este pastiche nuestro funcione cada vez: la locura y la espontaneidad de Bridget es exactamente lo que Mark necesita, y viceversa. En el momento en que no actúe como un estirado y me deje llevar por la comedia del set, la fórmula se va al tacho.
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