LUIS ENRIQUE Y EL EJEMPLO MÁS CLARO DE QUE EL FUTBOL Y LAS EMPRESAS CAPITALISTAS SE MANEJAN DE LA MISMA MANERA [www.facebook.com/actoresdirectoresguionistas]

El Lucho futbolista sobresalía por su versatilidad en el terreno de juego, y esa misma virtud es la que proyecta desde el banquillo


No han pisado jamás una escuela de negocios, pero dirigen a los empleados mejores pagados del mundo. Los entrenadores de fútbol representan una nueva estirpe de líderes cuyas lecciones acaparan la atención de los gestores de las empresas más comprometidas con su desempeño. Se puede ganar, se puede empatar o se puede perder. Y no hay más. La vida y el fútbol son tal para cual. No es una casualidad que el mundo sea redondo como un balón. Para ser buenos jefes, los altos ejecutivos deberían tomar apuntes cuando los técnicos trabajan con la estrategia, la motivación, el esfuerzo, el trabajo, la visión, la fortuna, el sentido de la oportunidad, la ambición y la testosterona.

Los conceptos son compartidos en el césped y en los despachos. Quien aspira a adjudicarse un contrato también habla de derrotar a sus rivales. Por ese motivo, basta con conocer un poco las habilidades de los entrenadores para luego aplicarse la lección en el horario de oficina. Y dispuestos a aprender, mejor fijarse en los mejores, sin distraerse con los colores.

Luis Enrique (46 años) necesitó pocos minutos para marcar su impronta en el banquillo del Barça. "Yo soy el líder del equipo", proclamó en su primera rueda de prensa. Leo Messi debió torcer el gesto al escucharlo, discrepancia que se acentuó cuando el argentino comprobó que algunos de sus mejores amigos salían del club por decisión del nuevo técnico. Después llegaron críticas de la estrella a su entrenador tras perder un partido contra el Celta, lo que aumentó la tirantez entre ambos. La gota que colmó el vaso fue una discusión en un entrenamiento que acabó con gritos e insultos entre ambos. La ausencia injustificada del crack en una sesión preparatoria y la posterior amenaza de un expediente disciplinario crispó tanto la relación que el asturiano fue llamado al orden por parte del club. Si había que elegir entre el asturiano y al argentino, el primero tenía todas las de perder.


Luis Enrique asumió su derrota y se acomodó a una situación en la que implícitamente se pactó un win-win entre las partes en conflicto. El 10 daría su mejor versión en el campo y Luis Enrique sería más complaciente con el astro rey del fútbol mundial. Aquella relación de conveniencia fue el punto de inflexión en la historia del entrenador del Barça. No necesita tener una relación excelente con los jugadores, le basta con que todos compartan un objetivo común. Y es que Luis Enrique tampoco necesita comprometerse por crear una marca poderosa. Él es una variante de Guardiola en su capacidad para orientar a los jugadores, pero no ha logrado cohesionar al equipo. Esa tarea de liderazgo la realiza Mascherano a través de las frecuentes parrilladas que organiza para sus compañeros. Además, el técnico culé tiene escaso trato con los subalternos y le sacan fácilmente de quicio en las ruedas de prensa. Así el modelo de gestión de Luis Enrique sería válido para aquellas compañías consolidadas que necesitan dar paso a una segunda generación. Suele ocurrir cuando un director general exitoso cambia de empresa y se requiere un sucesor que continúe la trayectoria añadiendo algunos retoques. Hay que valorar la capacidad de adaptación de Luis Enrique, un técnico que en sus inicios presentaba un modelo de liderazgo más autocrítico, estricto, y que fue evolucionando hacia un estilo más participativo y flexible, sabiendo lidiar con las dificultades que se presentan, como la de gestionar estrellas y egos altos.


El técnico ha comprendido que el toque excesivo e hipnótico de balón heredado de Guardiola podría enriquecerse con otras variantes ofensivas, con jugadas más verticales gracias a la capacidad de combinación de una de las tripletas de atacantes más poderosas de la historia del fútbol: la MSN de Messi, Suárez y Neymar. Como ocurre con Zidane, la forma de entender el fútbol de Luis Enrique evoca su carácter como futbolista. Así, la capacidad de lucha y de mantener la concentración hasta el último instante le han permitido cosechar victorias que con cualquier otro técnico hubieran resultado imposibles. El Lucho futbolista sobresalía por su versatilidad en el terreno de juego, sacrificándose con tal de ayudar al equipo, y esa misma virtud es la que proyecta desde el banquillo. En el ámbito empresarial, las lecciones del señor de las estrategias azulgranas pueden servir para aquellos ejecutivos que están constreñidos a unas condiciones de mercado y a unas estructuras que resultan complicadas de cambiar. Basta con realizar los ajustes necesarios, sin grandes cambios de timón, para mantener la velocidad de crucero que con tanto esfuerzo tenía que mantener el príncipe Juda Ben-Hur en las galeras.

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