RAZONES POR LAS QUE PUEDE NO HABERTE GUSTADO STRANGER THINGS [www.facebook.com/actoresdirectoresguionistas]
La navaja suiza de las películas de ciencia ficción preadolescente de los 80
A no ser que hayas pasado las vacaciones secuestrado en una selva tropical convenientemente incomunicado, a estas alturas ya habrás sido impactado por la que se ha armado en torno al fenómeno del verano norteamericano: Stranger Things, la serie de Netflix. Explicada brevemente, Stranger Things es la navaja suiza de las películas de ciencia ficción preadolescente de los 80 que tienen lugar en algún pueblo perdido de la América profunda. Algo así como Huacho, pero en Indiana.
Dentro de una moderada misantropía, cada vez entendemos menos estos hypes, y nos dan un poco de rabia. Stranger Things es tramposa y un poco estomagante por varios motivos, pero el problema principal es que se ha convertido en la comidilla del Facebook de todos los amigos cuñados entre treinta y cuarenta, los mismos que siguen a todos los grupos retro y comparten cualquier fotografía acerca de los chocolates Juguete de Motta, los columpios de hierro o El Brujo Que Quiso Volar.
Así que, con objetivo de dar a conocer otras verdades y universos incómodos, aquí van los motivos por los que Stranger Things es una serie malísima. Hay algún spoiler, pero es llevadero.
01. El guión es... ahí nomás
Ahí nomás tirando para simple. Hay cuatro amigos chancones a los que les meten lapos todo el día en el colegio, y uno de ellos desaparece en extrañas circunstancias. Y es que al lado del pequeño pueblo, como si nada, hay un inmenso laboratorio secreto militar en el que se les ha ido de las manos un experimento y por eso pasan cosas raras, de ahí el título. Y, bueno, parece que no hemos aprendido nada de los laboratorios secretos militares. Entonces empieza la búsqueda y los pibes se encuentran a una niña que es como Sinead O'Connor pero que habla poco y mueve roperos con la mente.
02. Stranger Things es una copia múltiple
No lo llames referencia, va mucho más allá. Lo que pasa es que han copiado tan bien y de tantas películas que lo consideran homenajes de inspiración cultural y se quedan muy tranquilos. La pandilla tiene un 50% de Goonies y un 50% de Stand By Me sin ningún tipo de vergüenza. Los sucesos paranormales que ocurren en la casa del niño desaparecido son un calco de Poltergeist y Close Encounters of the Third Kind, y los muchachos mayores del instituto no son sino sucedáneos descafeinados de los personajes adolescentes de John Hughes. Y podríamos hablar de John Carpenter, Stephen King, Super 8, Akira, Under The Skin e incluso Fringe para detectar hasta el último plagio de la serie.
03. La niña es el mismo personaje que E.T.
Si queda alguna duda con lo del robo de ideas, la niña extravagante, que se llama Eleven, como el número, es un alter ego de E.T. La encuentran en el bosque, habla poco, se disfraza de señora rubia, la ocultan en casa, es perseguida por los malos malísimos gubernamentales, va de paquete en bicicleta con el protagonista y tiene esa habilidad telequinética un poco alien.
04. Winona Ryder es un error
Y no porque lo haga mal, ojo, que somos muy fans de Winona. Lo que pasa es que con tanto homenaje explícito a la década de los 80, podrían haber resucitado la carrera de nuestras heroínas Molly Ringwald o Ally Sheedy, o haber contratado para el papel a Demi Moore o Mare Winningham, pero no, parece que los Duffer prefieren explotar el filón de Edward Scissorhands con todo el desastre cultural y la anacronía que ello implica.
05. Stranger Things carece de humor
Si algo distinguía a las películas púberes ochenteras es que siempre tenían ese delicioso humor inocente que se salpicaba de manera magistral a lo largo de todo el metraje. El punto gamberro de la ciencia ficción se podía ver en los Gremlins, en Back To The Future o incluso en Cocoon y eso sin hablar de Chunk y Data en The Goonies. Hasta Star Wars e Indiana Jones tenían gags. El único personaje que hace que sonriamos levemente durante dos o tres ocasiones es Dustin, el friki desdentado al cual infrautilizan durante toda la serie. La conclusión es que Stranger Things se ha pasado de estirada. A los hermanos Duffer les pasa un poco lo que a J. J. Abrams, se toman a sí mismos demasiado en serio.
06. Una serie de los 80 en la que no hay nada de los 80
Las referencias culturales de la serie están equivocadas. Si no es porque los niños hablan de Star Wars y de Dungeons & Dragons podríamos decir que viven en otro planeta. Los años ochenta fueron una época de mitomanías claras y relevantes, con una cultura pop completamente identificable. Las habitaciones de los adolescentes están inmaculadas y ni siquiera en los casilleros del instituto hay afiches de Ralph Macchio, Madonna o Michael J. Fox.
07. Nadie escuchaba a Joy Division en Hawkins, Indiana
Las únicas referencias realmente visibles son las de Jonathan, el hermano del niño desaparecido, que es un personaje imposible. En un principio aparece como un joven oculto e incomprendido, pero resulta en un pseudogrunge adelantado a su tiempo. Tiene un afiche de Evil Dead de Sam Raimi y alguna película más de serie B. Revela fotografías y hace unas mixtapes demasiado alternativas para un pibe de 16 años de familia desestructurada en una aldea perdida en Indiana. Si ya nos resulta extraño que escuchara a The Clash en lugar de a Def Leppard, el hecho de que tuviera un casette con Joy Division sobrepasa el ridículo indie.
08. Stranger Things no supera el test de Bechdel
Curiosamente, los hermanos Duffer, nacidos en 1984, ni siquiera han tenido la sensibilidad de pasar el famoso test a su serie. El test de Bechdel es un indicador del machismo cinematográfico y supone hacer dos preguntas sencillas: 1) ¿Hay al menos dos personajes femeninos relevantes? Sí. 2) Esos dos personajes femeninos ¿tienen una conversación sobre algo que no sea un hombre? No. Amigos y amigas, no pasar el test de Bechdel a estas alturas de la vida es como decir aquello de "Yo no soy machista, pero…". Además, la presencia de Eleven como única chica en la pandilla con tensión sentimental con el protagonista es un ejemplo claro del principio de Pitufina. Para más señas, Stranger Things, en su búsqueda de fidelidad temporal con las películas de los 80, cae en otros clichés absurdos: como el amigo negro (teoría del casting daltónico), pero aún así no cumplen la ley de Deggans, que es como el test de Bechdel, pero sobre minorías raciales.
09. La segunda temporada da miedo (y no del bueno)
Y ya han anunciado que Stranger Things 2 va a suponer una secuela, y no una continuación, y parece que va a venir acompañada de un calzador para poder encajar el fenómeno de la manera más digestiva posible. ¿Te acuerdas de Ghostbusters 2 o Gremlins 2? Pues, parece que la segunda temporada de Stranger Things va a dejar en buena la continuación de True Detective.
10. La conversación alrededor de la serie se ha ido de las manos
Todos los medios a lo largo del planeta le han dedicado artículos y curiosidades a la serie (incluido éste): La cantidad de shit data generado por Stranger Things es apabullante, y todos los días tenemos una nueva perla, desde vestir a las princesas Disney con la cara de Eleven hasta GIFs animados del actor que interpreta a Dustin bailando la conga. Nos conocemos de memoria la vida y obra de los chibolos, todas las influencias de la banda sonora y han abierto una cuenta en change.org para que la memoría de Barb, la amiga adolescente que desaparece en un momento de la serie, sea honrada como se merece. De verdad, ya basta.
A no ser que hayas pasado las vacaciones secuestrado en una selva tropical convenientemente incomunicado, a estas alturas ya habrás sido impactado por la que se ha armado en torno al fenómeno del verano norteamericano: Stranger Things, la serie de Netflix. Explicada brevemente, Stranger Things es la navaja suiza de las películas de ciencia ficción preadolescente de los 80 que tienen lugar en algún pueblo perdido de la América profunda. Algo así como Huacho, pero en Indiana.
Dentro de una moderada misantropía, cada vez entendemos menos estos hypes, y nos dan un poco de rabia. Stranger Things es tramposa y un poco estomagante por varios motivos, pero el problema principal es que se ha convertido en la comidilla del Facebook de todos los amigos cuñados entre treinta y cuarenta, los mismos que siguen a todos los grupos retro y comparten cualquier fotografía acerca de los chocolates Juguete de Motta, los columpios de hierro o El Brujo Que Quiso Volar.
Así que, con objetivo de dar a conocer otras verdades y universos incómodos, aquí van los motivos por los que Stranger Things es una serie malísima. Hay algún spoiler, pero es llevadero.
01. El guión es... ahí nomás
Ahí nomás tirando para simple. Hay cuatro amigos chancones a los que les meten lapos todo el día en el colegio, y uno de ellos desaparece en extrañas circunstancias. Y es que al lado del pequeño pueblo, como si nada, hay un inmenso laboratorio secreto militar en el que se les ha ido de las manos un experimento y por eso pasan cosas raras, de ahí el título. Y, bueno, parece que no hemos aprendido nada de los laboratorios secretos militares. Entonces empieza la búsqueda y los pibes se encuentran a una niña que es como Sinead O'Connor pero que habla poco y mueve roperos con la mente.
02. Stranger Things es una copia múltiple
No lo llames referencia, va mucho más allá. Lo que pasa es que han copiado tan bien y de tantas películas que lo consideran homenajes de inspiración cultural y se quedan muy tranquilos. La pandilla tiene un 50% de Goonies y un 50% de Stand By Me sin ningún tipo de vergüenza. Los sucesos paranormales que ocurren en la casa del niño desaparecido son un calco de Poltergeist y Close Encounters of the Third Kind, y los muchachos mayores del instituto no son sino sucedáneos descafeinados de los personajes adolescentes de John Hughes. Y podríamos hablar de John Carpenter, Stephen King, Super 8, Akira, Under The Skin e incluso Fringe para detectar hasta el último plagio de la serie.
03. La niña es el mismo personaje que E.T.
Si queda alguna duda con lo del robo de ideas, la niña extravagante, que se llama Eleven, como el número, es un alter ego de E.T. La encuentran en el bosque, habla poco, se disfraza de señora rubia, la ocultan en casa, es perseguida por los malos malísimos gubernamentales, va de paquete en bicicleta con el protagonista y tiene esa habilidad telequinética un poco alien.
04. Winona Ryder es un error
Y no porque lo haga mal, ojo, que somos muy fans de Winona. Lo que pasa es que con tanto homenaje explícito a la década de los 80, podrían haber resucitado la carrera de nuestras heroínas Molly Ringwald o Ally Sheedy, o haber contratado para el papel a Demi Moore o Mare Winningham, pero no, parece que los Duffer prefieren explotar el filón de Edward Scissorhands con todo el desastre cultural y la anacronía que ello implica.
05. Stranger Things carece de humor
Si algo distinguía a las películas púberes ochenteras es que siempre tenían ese delicioso humor inocente que se salpicaba de manera magistral a lo largo de todo el metraje. El punto gamberro de la ciencia ficción se podía ver en los Gremlins, en Back To The Future o incluso en Cocoon y eso sin hablar de Chunk y Data en The Goonies. Hasta Star Wars e Indiana Jones tenían gags. El único personaje que hace que sonriamos levemente durante dos o tres ocasiones es Dustin, el friki desdentado al cual infrautilizan durante toda la serie. La conclusión es que Stranger Things se ha pasado de estirada. A los hermanos Duffer les pasa un poco lo que a J. J. Abrams, se toman a sí mismos demasiado en serio.
06. Una serie de los 80 en la que no hay nada de los 80
Las referencias culturales de la serie están equivocadas. Si no es porque los niños hablan de Star Wars y de Dungeons & Dragons podríamos decir que viven en otro planeta. Los años ochenta fueron una época de mitomanías claras y relevantes, con una cultura pop completamente identificable. Las habitaciones de los adolescentes están inmaculadas y ni siquiera en los casilleros del instituto hay afiches de Ralph Macchio, Madonna o Michael J. Fox.
07. Nadie escuchaba a Joy Division en Hawkins, Indiana
Las únicas referencias realmente visibles son las de Jonathan, el hermano del niño desaparecido, que es un personaje imposible. En un principio aparece como un joven oculto e incomprendido, pero resulta en un pseudogrunge adelantado a su tiempo. Tiene un afiche de Evil Dead de Sam Raimi y alguna película más de serie B. Revela fotografías y hace unas mixtapes demasiado alternativas para un pibe de 16 años de familia desestructurada en una aldea perdida en Indiana. Si ya nos resulta extraño que escuchara a The Clash en lugar de a Def Leppard, el hecho de que tuviera un casette con Joy Division sobrepasa el ridículo indie.
08. Stranger Things no supera el test de Bechdel
Curiosamente, los hermanos Duffer, nacidos en 1984, ni siquiera han tenido la sensibilidad de pasar el famoso test a su serie. El test de Bechdel es un indicador del machismo cinematográfico y supone hacer dos preguntas sencillas: 1) ¿Hay al menos dos personajes femeninos relevantes? Sí. 2) Esos dos personajes femeninos ¿tienen una conversación sobre algo que no sea un hombre? No. Amigos y amigas, no pasar el test de Bechdel a estas alturas de la vida es como decir aquello de "Yo no soy machista, pero…". Además, la presencia de Eleven como única chica en la pandilla con tensión sentimental con el protagonista es un ejemplo claro del principio de Pitufina. Para más señas, Stranger Things, en su búsqueda de fidelidad temporal con las películas de los 80, cae en otros clichés absurdos: como el amigo negro (teoría del casting daltónico), pero aún así no cumplen la ley de Deggans, que es como el test de Bechdel, pero sobre minorías raciales.
09. La segunda temporada da miedo (y no del bueno)
Y ya han anunciado que Stranger Things 2 va a suponer una secuela, y no una continuación, y parece que va a venir acompañada de un calzador para poder encajar el fenómeno de la manera más digestiva posible. ¿Te acuerdas de Ghostbusters 2 o Gremlins 2? Pues, parece que la segunda temporada de Stranger Things va a dejar en buena la continuación de True Detective.
10. La conversación alrededor de la serie se ha ido de las manos
Todos los medios a lo largo del planeta le han dedicado artículos y curiosidades a la serie (incluido éste): La cantidad de shit data generado por Stranger Things es apabullante, y todos los días tenemos una nueva perla, desde vestir a las princesas Disney con la cara de Eleven hasta GIFs animados del actor que interpreta a Dustin bailando la conga. Nos conocemos de memoria la vida y obra de los chibolos, todas las influencias de la banda sonora y han abierto una cuenta en change.org para que la memoría de Barb, la amiga adolescente que desaparece en un momento de la serie, sea honrada como se merece. De verdad, ya basta.
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