ENTREVISTA A JARED LETO: "APENAS ESCUCHO MÚSICA, ME DISTRAE"

Nadie diría que Jared Leto ha cumplido 41 años. Con coleta, leggings y cara de niño, su aspecto se antoja fruto de un pacto faustiano. El actor y cantante de 30 Seconds to Mars recibe esta entrevista en un hotel londinense mientras bebe té verde con leche de soja. Sólo se quita las exageradas gafas de sol para hablar del nuevo disco de la banda que lidera junto a su hermano Shannon Leto y el guitarrista Tomo Milicevic. Love, lust, faith and dreams, el cuarto álbum en más de una década de trayectoria, les ha salido grandilocuente, ambicioso y con vocación conceptual.

Protagonista de películas de culto como El club de la lucha (David Fincher, 1999) y Réquiem por un sueño (Darren Aronofsky, 2000), Leto se interesa en mantener las entradas de sus conciertos a precio asequible.

El sencillo ‘Up in the air’ fue enviado al espacio en un cohete de la NASA. Eso es un lanzamiento y lo demás son tonterías. 

Queríamos algo que nunca se hubiera hecho antes y buscamos opciones. Todavía no me puedo creer que consiguiéramos algo así. Aunque nos atrae todo lo relacionado con el espacio, el nombre de la banda no tiene que ver con la ciencia ficción. Es una metáfora sobre una imposibilidad. Habla sobre la inmediatez, el tiempo y el progreso, sobre lo rápido que llega el mañana.

¿Confirmas que la letra de ‘Up in the air’ va sobre ahogamiento erótico?
Es asfixia erótica. Si eso es lo que se dice me parece muy gracioso. Me remito a la frase “todo trata sobre sexo. Menos el sexo, que va sobre el poder”. En el rock no se suele hablar de sexo. Quizá se vea algo sexy en vídeos de pop o hip-hop, pero no se habla sobre ello. Es esencial en la condición humana. Todos necesitamos comida, sueño, cobijo y sexo.

¿Qué hace a ‘Love, lust, faith and dreams’ diferente a vuestros otros trabajos?
Queríamos sacar el álbum de nuestras vidas y lo hemos hecho. Rompe con las limitaciones que teníamos en el pasado, es conceptual y escapa a definiciones. No es un disco de rock, ni de indie, ni de electrónica. El título se refiere a los cuatro elementos sin los que podemos vivir: el amor, el deseo, la fe y los sueños.

No escatimáis recursos. La portada está firmada por el británico Damien Hirst, uno de los artistas vivos más cotizados.
Es un honor que nos diera permiso para utilizar su obra. Veo esos puntos de colores como una explosión de color. No es la típica portada de un disco de rock.

¿Te han influido otros músicos?
Puede sonar un tanto raro, pero me inspiro en el arte visual. Apenas escucho música. Me distrae. No es una experiencia placentera porque veo la música en bloques de color y en formas geométricas. Hasta hace poco pensé que todo el mundo veía la música.

Tus movimientos en Twitter son desconcertantes. Un día enseñas tu nuevo tatuaje a tu recién logrado millón de seguidores, otro cierras la cuenta. ¿De qué va todo eso?
Cerramos todas nuestras cuentas como el símbolo del comienzo que supone el nuevo disco. Nos apagamos durante un día. Todos en la banda cerramos nuestras cuentas en Facebook, Twitter y Tumblr. Y 24 horas después, cuando los fans empezaban a preguntarse si nos habíamos marchado para siempre, lanzamos el álbum. En general gusta Twitter porque es una manera de hablar directamente con la audiencia sin depender de estructuras tradicionales. Antes, para interactuar con la gente tenías que pedir permiso a la discográfica o el medio de comunicación. La tecnología está para resolver este tipo de problemas.

En el tema ‘City of angels’ recuerdas tu llegada a Los Ángeles. ¿Cómo era tu vida antes del estrellato?
Llegué a la ciudad solo, de mochilero, y dormía en la playa. Los Ángeles es una ciudad sin el atractivo obvio de Nueva York. Es más evasiva y cuesta encontrar tu sitio.

De la misma manera que tu personaje en ‘El club de la lucha’ recibe una paliza por guapo, ¿te pusieron zancadillas en la música por tu aspecto y fama como actor?
Pues claro. Tuve que trabajar más duro que los demás, centrarme, ofrecer resultados que hablasen por sí mismos y no abandonar.